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Galíndez, ¿al servicio del FBI?

24/02/2006

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Próximo a cumplirse el 50 aniversario de la desaparición de Jesús Galíndez, delegado del Gobierno Vasco en Nueva York, la articulista, Janeire Salicio, desea desde las páginas del diario Deia ubicar al político y abogado de ascendencia alavesa en su contexto histórico y destacar los aportes y las ideas precursoras que defendió, describiéndolo como un hombre comprometido con Euskadi y uno de los primeros intelectuales en hablar de conceptos como ciudadanía vasca o de los derechos civiles y políticos de los vascos.
Por Janeire Salicio
licenciada en Ciencias Políticas

Han transcurrido 50 años desde que Jesús de Galíndez fue secuestrado y asesinado. Su trágico final nunca ha sido aclarado suficientemente. Más aún, todos los que pudieron participar de alguna forma en el "caso Galíndez’’ fueron también muriendo, por una causa u otra.

La memoria humana a veces se caracteriza por su fragilidad. En el caso presente, salvo algunas publicaciones de Juan de Dios, Montalván, Vargas Llosa e Iñaki Bernardo o algunos recientes filmes, el "caso Galíndez’’ descansa en el olvido de muchos y el desconocimiento de la mayoría.

Galíndez es un joven abogado, con ascendencia alavesa, afiliado al Partido Nacionalista Vasco, que contaba 21 años y que se encontraba en Madrid, cuando surge el alzamiento militar de Franco. Tomó partido trabajando como asesor jurídico tanto para la República como para el Gobierno vasco; posteriormente padeció la experiencia del campo de concentración en Francia, huyó a la República Dominicana donde ejerció de catedrático de Ciencia Jurídica en la Escuela de Derecho Diplomático y Consular y fue al mismo tiempo secretario del Instituto de Legislación Americana Comparada, hasta que fue secuestrado en New York el 12 de marzo de 1956 y castigado con la tortura y la muerte por el dictador Trujillo.

Su vida y su muerte son mucho más complejas que las simples referencias de esta cita. Y desde este reconocimiento, es justo explicar sus servicios a la FBI con toda la objetividad posible, situándolo en su contexto histórico y dentro del contexto de estrategias políticas que desarrollaban otros muchos españoles y vascos --nacionalistas y no nacionalistas (comunistas, socialistas, republicanos)--. Recojamos a modo de ejemplo algunas referencias. En una de las cartas de D. Manuel de Irujo de1944 dice que: "Los agentes españoles eran utilizados para provocar situaciones embarazosas, que funcionaban en nombre de un supuesta Alianza Democrática Española, que había sido constituida al servicio de Inteligence Service". Y que "Al servicio de la IS estaban un buen número españoles, reclutados por las oficinas del IS en Toulouse".

Tres años antes nos hablaba de que dichos servicios británicos estaban instalados en el Estado español, y como utilizaban, como complemento a sus agentes, a ciertos elementos españoles y vascos, anarquistas en su mayoría, entre los que se encontraba un tal Marcos Bilbao afiliado a ANV.

Respecto a la dependencia o no de los servicios vascos a los ingleses y americanos, merece citar un párrafo de una carta de Manuel Irujo, que dice: "Los servicios vascos estaban siempre a disposición británica en sus resultados, pero no en su ejecución; la gestión vasca tenía que continuar siendo totalmente autónoma y dirigida por los vascos. La organización patriótica vasca no podía subsumirse a la inglesa, pasando a ser los patriotas vascos agentes al servicio directo de los servicios similares de una potencia extranjera, por muy amiga que ésta fuera. Colaboración, sí; pérdida de personalidad, no". En otra de Aguirre (New York) a Lizaso (Londres) le dice: "En nosotros y sólo en nosotros está la solución de nuestros problemas... Ni éstas o aquellas manifestaciones de éste o aquel eminente político, de ésta o aquella Corporación, pueden cambiar nuestra voluntad y nuestros designios".

Es la época de la dictadura franquista, de la II Guerra Mundial, de la posible intervención o no de España en ella, de miles de refugiados y exiliados, de millones de asesinados, de la guerra fría, de las estrategias geopolíticas de la URSS y de Estados Unidos en el mundo internacional. Personalmente entiendo que cualquier análisis de las actuaciones que tanto los miembros del Gobierno vasco como los distintos partidos políticos de la época realizaron, deben ser tratados, en aras a la objetividad, partiendo desde las responsabilidades que los mismos asumían respecto de la ciudadanía y, sobre todo, teniendo en cuenta la situación política que vivían. Por lo que debemos tener presente que muchas de sus estrategias se fundamentaban en la creencia de que Franco duraría poco en el poder, que el regreso del exilio era casi inminente y que todo ello sería posible gracias al apoyo de los poderosos gobiernos democráticos de la época.

Jesús de Galíndez fue uno de esos hombres que trabajó a las órdenes del Gobierno vasco en el exilio, presidido por el lehendakari Aguirre. Prestó sus servicios en las delegaciones de Madrid, Valencia, Santo Domingo y New York. Pero su actuación, más allá de su espíritu personal y académico de solidaridad con las personas y pueblos oprimidos, era parte de una estrategia global de relaciones, planteadas para la consecución de los objetivos políticos de derrocar la dictadura franquista, reinstaurar la democracia en el Estado español y acceder a los niveles de soberanía plena para Euskadi.

Galíndez participó de estos sueños y estrategias; siempre trabajando, en lo político, bajo las órdenes de aquel Gobierno vasco. En lo personal y académico fue un hombre relacionado tanto con movimientos populares, como con asociaciones de intelectuales. Cualquier interpretación de su vida política que no se fundamente en aquellas aspiraciones y estrategias políticas no se corresponde a la realidad. En definitiva, Galíndez fue un hombre comprometido con Euskadi, que fue uno de los primeros intelectuales en hablarnos de conceptos como el de ciudadanía vasca o de derechos civiles y políticos de los/las vascas/os; defensor como era de los derechos humanos y civiles incluso en tiempos de guerra. Su compromiso con la justicia y la libertad, no sólo para Euskadi sino también para el resto de pueblos y sus ciudadanos/as, le costó la vida.

Jesús Galíndez fue secuestrado, torturado y asesinado a manos, dicen, del propio dictador dominicano Trujillo, quien jamás le perdonó que dejara al descubierto su regimen totalitario en la tesis doctoral ‘‘Trujillo’s Dominican Republic’’. Fue el propio FBI quien colaboró en el secuestro de Galíndez, quizás su relación con los movimientos sociales estadounidenses incomodaba a las autoridades norteamericanas. Como fuere, Galíndez se nos muestra hoy como un intelectual adelantado a su época que influyó notablemente en el pensamiento político vasco, aunque a veces, y no voy a entrar en los porqués de esto, se nos olvide.


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