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Finaliza con éxito la exposición Oteiza, Mith and Modernism en el Museo Guggenheim de Nueva York

26/08/2005

Un joven Jorge Oteiza junto a su obra Expansión espiral vacía, en la IV Bienal de Sao Paulo. Esta foto ilustra el catálogo distribuido en Nueva York con ocasión de la retrospectiva.
Un joven Jorge Oteiza junto a su obra Expansión espiral vacía, en la IV Bienal de Sao Paulo. Esta foto ilustra el catálogo distribuido en Nueva York con ocasión de la retrospectiva.

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Finalizó con éxito el miércoles en Nueva York la exposición de Jorge Oteiza en el Museo Guggenheim de Manhattan, visitada tanto por expertos en arte como por aficionados y curiosos. Cabe recordar que el escultor y artista oriotarra se negó en vida a exhibir su trabajo en Estados Unidos, porque 'no quería recibir el trato que se les dio a otros artistas'. La restrospectiva había sido concebida y presentada originalmente en el Gugenheim bilbaíno, llevada posteriormente al Reina Sofía de Madrid y expuesta, en una versión adaptada y reducida, desde el 30 de junio en el Guggenheim neoyorquino.
"Creo que la muestra de Oteiza en Nueva York va a ser muy importante y muy buena", predecía Elena Martín, encargada de la supervisión de las obras durante su transporte, días antes de que la retrospectiva Oteiza, Mith and Modernism se abriese al público. Y no se confundió. Las 125 obras que el Guggenheim de Nueva York expuso desde el 1 de agosto hasta el pasado miércoles han cumplido su objetivo: dar a conocer internacionalmente buena parte de la obra de uno de los artistas más influyentes del siglo XX. El éxito de esta exhibición se refleja en las palabras que varios de los altos cargos del museo han pronunciado en diversas ocasiones: los trabajos de Oteiza no sólo han llamado la atención a expertos en arte o a los amantes de este tipo de escultura; también se acercaron a contemplarla personas de toda clase y condición, y todas ellas abandonaron el museo encantadas.

Oteiza, por fin, ha obtenido el merecido reconocimiento artístico al otro lado del océano que tantos quebraderos de cabeza le provocó en vida. "Me niego a ir a América porque no deseo recibir el tratamiento que el resto de artistas han recibido", expresaba Oteiza en los años 50. Los expertos en arte lo conocieron y lo admiraron, pero el gran público rara vez tuvo la ocasión de disfrutar de su obra.

Creación de los años 50

Unos 125 trabajos creados en los años 50, el periodo más abstracto y experimental del artista, conformaron esta exhibición. 30 de las esculturas y 35 dibujos y collages fueron cedidos por el Museo Oteiza, regido por Pedro Manterola en la localidad navarra de Alzuza. La mayoría de las piezas que el Guggenheim de Nueva York albergó pertenecían a su proyecto 'Propósito experimenta l', basado en la teoría de que cada práctica artística nace de la nada y eventualmente culmina en otra forma de la nada, que de hecho es el todo.

La retrospectiva fue concebida y presentada originalmente por el Guggenheim de Bilbao, se presentó posteriormente en el Reina Sofía de Madrid y luego lo hizo en Nueva York, en una versión más reducida debido a consideraciones de tipo metodológico y financiero.

Inspiración

La experimentación formal y conceptual de Oteiza partió de la masa, o el bloque de material, y siguió con su depuración o reduccionismo, hasta culminar con las formas más simples o el vacío escultural. Hacia 1955, el artista comenzó a investigar los efectos de la luz en los materiales, perforando para ello orificios en sólidos bloques de mármol, lo que permitía que la luz exterior llegara al interior de la escultura, cargándola de energía. En su Laboratorio Experimental, Oteiza teñía familias de modelos a pequeña escala, que usaba para resolver problemas esculturales, como la relación entre espacio positivo y negativo y la superficie exterior en oposición a la interior. A sus últimas investigaciones las llamó Cajas vacías, que son oposiciones simples de diedros y triedros y cajas metafísicas, cuyos espacios interiores, oscuros y casi inaccesibles, tienen una cualidad mística. Reflejo de esa espiritualidad última de sus investigaciones son los títulos que dio a las cajas metafísicas, como Retrato del Espíritu Santo u Homenaje a la Anunciación de Leonardo.

"Oteiza se movió desde el constructivismo, el suprematismo y el cubismo hacia el protominimalismo", señaló Margit Rowell, uno de los comisarios de la exposición, para quien "el hecho de que el artista sea poco conocido no quiere decir que estaba desconectado del arte de su tiempo". Oteiza absorbió tanto de Brancusi, Jacob Epstein, Alberto Sánchez y Moore como de los sitios neolíticos y la cultura precolombina de su estancia en Sudamérica.

(publicado el 25-08-2005 en Diario de Noticias de Navarra)


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