A Cris
En la vastitud del espacio y en la inmensidad del tiempo mi alegría es compartir un planeta y una época con vos.
Es difícil escribir lo que siento, mientras las lágrimas caen por mi rostro.
Hoy la vida ha decidido que debías irte, dejando descansar tu cuerpo agotado y sufrido.
Tu alma voló a la libertad, tal vez a cantarle a esas aves que siempre mirabas por la ventana, o a cruzar el Puente del Arco Iris con tus queridos animales que tan feliz te hacían.
Fuiste una gran amiga, una dulce, sincera y tierna persona de mucha sensibilidad, que cuando te necesité siempre estuviste a mi lado.
Te recuerdo de una enorme ingenuidad, tanta que a veces parecía que eras una niña en el cuerpo de una persona adulta.
Hoy queda una silla que siempre estará esperándote en nuestra Sala de Cultura de la euskal etxea.
Cuando hace dos años no pudiste volver más a Iparraldeko, sentí que me quedaba sola, fue muy difícil no tenerte a mi lado, compartiendo las tareas, riéndonos o tan solo escuchándote contar las cosas cotidianas, con ese humor especial que sabías darles.
Fueron veintidós años juntas, compartimos los primeros años de Cultura, cuando había tantas cosas por hacer, siempre estuviste apoyando decisiones, trabajando a cualquier hora cuando necesitábamos hacer un montón de cosas, fueron muy pocas las veces en que no estuviste en el Centro Vasco, generalmente eras la primera en llegar, en trabajar hasta que todo estaba hecho..
Hay tanto compartido, fuiste de las personas que no teniendo ascendencia vasca, te convertiste en una verdadera. Aprendiste danza, hiciste euskera, cómo te gustaba el canto, hasta nos enseñaste a cantar en euskera.
Y después cuando en nuestras fiestas necesitamos quien preparara la comida, te convertiste en la chef haciendo exquisiteces.
Hace dos años nuestro grupo vasco tuvo un cimbronazo cuando no pudiste volver, todos sentimos que algo se había roto y que se nos iba a hacer difícil poder encontrar la forma de reemplazarte temporalmente.
Siempre seguiste estando aún a lo lejos con nosotros, compartíamos a través del whatsapp las fiestas y todo lo que se hacía en el Centro, era una forma de estar todos juntos, como siempre.
Mientras tanto tú cuerpo iba debilitándose, pero no tu deseo inmenso de estar junto a todos nosotros, aumentaba y era con lo que soñabas tantas veces.
En muchas ocasiones sentí que esto no iba a suceder, pero yo también soñaba con el milagro.
Mi corazón hoy te extraña y sabe que ya no te volverá a ver, pero me considero muy afortunada por las muchas veces en que tuve la oportunidad de estar a tu lado, de abrazarte y decirte cuánto te quería.
Sos mi amiga, sos mi familia, porque yo te elegí para que formaras parte de mi vida, de ese lazo que ni el tiempo ni la distancia logran romper.
Porque el amor cuando es sincero y sale de lo más profundo del ser es por siempre.
Sos una hermana del alma, de la vida.
Gracias por compartir juntas un espacio y un tiempo, no te digo adiós, sino hasta que nos volvamos a ver.
Tu amiga,
Norma