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Éxito de la primera cena de sidrería, al estilo vasco, organizada por el restaurante Txikito de Nueva York

07/04/2015

A pesar de ser domingo, los asistentes acudieron con ganas de festejar en un ambiente vasco (Fotos: Lisa Aurigemma)
A pesar de ser domingo, los asistentes acudieron con ganas de festejar en un ambiente vasco (Fotos: Lisa Aurigemma)

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Hace siete años que el bilbaíno Eder Montero y la estadounidense de origen argentino Alex Raij abrieron el restaurante Txikito, en Nueva York. Siete años en los que han cosechado una buena clientela, no solo a base de servir buena comida y buen vino en un ambiente agradable, sino ofreciendo asimismo la oportunidad de disfrutar de eventos especiales. Tal como ocurrió el pasado 29 de marzo, cuando alrededor de 60 personas, en su mayoría americanos, se juntaron en el número 240 de la Novena Avenida para disfrutar de una cena de sidrería, al estilo vasco. “Fue una auténtica inmersión en la cultura vasca, incluyendo comida, música, imágenes y vídeos”, explica Montero a EuskalKultura.com.

Nueva York, EE.UU. Los organizadores del evento, Montero, Raij y la realizadora estadounidense Emily Lobsenz trabajaron varias semanas para poner todo a punto y anunciar, paso a paso, las novedades en su página web. Tras el evento, el cofundador de Txikito manifestó su satisfacción: “Ha resultado un gran éxito. Todo fue perfecto, vendimos las cincuenta entradas que pusimos a la venta e invitamos a otras diez personas que han colaborado con nosotros”. Unas cifras que no están nada mal para un restaurante que normalmente sirve a 70-75 comensales.

 

Explica el chef que la mayor parte de los asistentes fueron americanos, sin lazos especiales con Euskal Herria, “pero con ganas de vivir nuevas experiencias”. Entre ellos, el grupo de chefs que preparó los pintxos de bienvenida y varios representantes de las sidras de distintos orígenes y tradiciones que tuvieron presencia en el menú: Shacksbury CiderAaron Burr CiderFarnum Hill Ciders y la vasca Petritegi.

 

La cita con los pintxos comenzó a las 17:30 horas con una barra de la entrada repleta de diferentes variantes de estos bocados tan populares; “como en Bilbao y Donostia”, acota Montero. Carrillera estofada con puré de coliflor y aceite de guindilla y perejil; mejillón escabechado con piquillo y alga; chistorra en hojaldre; bocadillos de ostra frita… “Había una gran variedad de sabores”, indica el bilbaíno, agradecido por el trabajo de sus colega, que prepararon las recetas para la ocasión. Entre ellos se encontraban Amador Acosta y Alina Martell, de Alta Marea Group; Katie Button, de Cúrate; Matthew Kelly, de Bar Mateo; Fany Gerson, de Dough y La Newyorkina; Kevin Patricio, de Basqueland Brew Project; e Iván Siles, de Gure Toki, una taberna sita en la capital vizcaína.

 

Cinco pantallas fueron instaladas alrededor del restaurante, en las que se pudieron ver imágenes de Euskal Herria y partes de varios documentales realizados por Lobsenz, en los que se explica el proceso de elaboración de la sidra y se ve el ambiente de varios de estos restaurantes en el País Vasco. "Con nosotros trabaja un joven de Pasaia, Aitor, que se echó a llorar al ver unas imágenes de Trintxerpe”, reconoce el organizador.

 

Primer ‘txotx’ de la cosecha de 2014

 

Una hora después del inicio informal a base de pintxos, sobre las 18:30 horas, la comida empezó a copar las mesas y la gente comenzó a moverse alrededor de ellas. Los comensales se levantaban para ir a la kupela (barril) a llenar el vaso de sidra y se sentaban en otro lugar, charlando y conociendo nueva gente. “Como solemos hacer allí”, apunta Montero.

 

El menú también era el típico de las sagardotegis de Euskal Herria: tortilla, pimientos de Gernika y del Piquillo, croquetas de bacalao, chuletón con patatas fritas y queso de Idiazabal con nueces y membrillo. Además, la pieza de carne tenía un sabor de leña que hizo que la gente les preguntase a los chefs cómo lo habían conseguido, ya que el carbón está prohibido en las cocinas neoyorkinas. Los creativos cocineros decidieron, no obstante, guardarse el secreto para sí.

 

Toda la velada estuvo acompañada de melodías de Mikel Laboa, Benito Lertxundi y otros clásicos de la música vasca. La organización contaba, incluso, con una txalaparta, aunque no pudieron encontrar a ningún txalapartari que la pudiese tocar, por lo que tuvo que quedarse como elemento decorativo.

 

Los últimos salieron del restaurante poco antes de la medianoche y Raij, Montero y Lobsenz volvieron a casa con una fuerte sensación de satisfacción y con ganas de organizar la siguiente fiesta. “Cuándo y cómo la haremos no lo sabemos aún, pero seguiremos organizando eventos especiales como este, porque son divertidos y a la gente le gustan”.



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