Donostia-San Sebastián. Para concluir los cuatro testimonios que ayer anunciamos, presentamos a continuación los de Alfredo Laborde (Argentina) y Laura Moreno (Uruguay). Recordemos que tras salvar los obstáculos impuestos por la pandemia, una decena de estudiantes latinoamericanos iniciaba el presente año con un barnetegi en Lazkao, usando para ello sus días de vacaciones o solicitando en el trabajo un permiso de dos meses. Todo ello con el objetivo de culminar un proceso de formación que les permite impartir clase de euskera en sus propios centros, como parte del programa Euskara Munduan del Instituto Vasco Etxepare.
Poco antes de que partieran a sus respectivos países, nos acercamos a cuatro de ellos y les pedimos nos comentaran brevemente su realidad, que nos hablaran de cómo llegaron al euskera, de sus motivaciones para aprenderlo y de los sentimientos que les suscita la lengua y el país al que da nombre. En suma, que nos dijeran qué fuerza o compromiso es ese que les lleva a dedicar al euskera planes, ilusiones y semanalmente horas de su vida en sus respectivos países. La traducción al castellano es nuestra.
Alfredo Laborde
En mi opinión no es lo mismo aprender euskera que cualquier otra lengua. El euskara es una lengua milenaria, que tiene lógica matemática, y eso no sucede en otras. Es además un idioma muy hermoso.
El euskera me cambió la vida. Siempre comento que el euskera nos enriquece, y lo digo porque realmente lo creo así. Tengo claro que hoy no soy el mismo. Ahora miro a las cosas de manera diferente, las veo en "modo enriquecido", no sé si eso me hace especial, pero lo cierto es que el euskera me ha aportado algo especial.
Un dato curioso. Sin querer, conmigo ha cambiado asimismo a mi familia y también mi entorno laboral. Me gusta que me reconozcan como vasco. No quiero resultar pesado, pero lo que deseo decir con todo esto es que realmente me gusta mucho el euskera.
Senti la necesidad de aprenderlo, y también de enseñarlo, no lo quería solo para mí, quería compartirlo y no ser cicatero.
Esta es mi primera estadía en Euskal Herria. No soy objetivo, seguro que mis emociones me pueden, pero el viaje ha sido increible, como si me hubiera encontrado con mis antepasados. En mi entorno habitual normalmente no tengo ocasión de practicar el euskera y en mi familia cercana hace tiempo que no queda ningún familiar nacido aquí.
Quizás por eso me ha quedado grabada esta oportunidad de manejarme en euskera tanto en el barnetegi como en las calles, poder vencer ese bloqueo y timidez inicial. Incluso las cuestiones más simples, como conversar con la gente en la calle, han supuesto para mí una experiencia hermosa. Ya sé que son detalles pequeños, pero me han conmovido. Me viene a la cabeza el mero hecho de hablar con el kioskero o aquella vez que compré un libro en Lazkao, qué satisfacción experimenté al sentir que era capaz de comunicarme y hacerme entender en en euskera.
Voy poco a poco y aunque el proceso que me ha traido hasta aquí ha sido largo, lo hago bien a gusto. Y no termina aquí. Quiero agradecérselo a mi familia. No me arrepiento y volvería nuevamente a hacerlo.
Quisiera apuntar que en este mundo cada vez más globalizado es importante hallar tu propio lugar y ser capaz de encontrar tu propio camino rompiendo con la uniformidad.
Laura Moreno
Mi madre tiene antepasados vascos pero nunca se relacionó con el mundo vasco. No sé en mi familia de dónde, cuándo y quién vino de Euskal Herria. La única vez que recuerdo que mi madre mencionara sus raíces vascas y que de alguna manera las sintiera cerca fue aquella en que dijo “yo soy vasca y esto conmigo no va a poder”. Hasta el "Día cero" aquello es lo que era para mí el significado de 'ser vasco', tener una voluntad pétrea, que yo, por cierto, no tenía.
Y digo "Día cero", porque mi vida cambió el día en que comencé a aprender euskera. Iba en el autobús y en la pared trasera de una parada vi unos carteles que decían “Aprende Euskera – Cursos Gratuitos”. Contacté, me dijeron el horario y reservé mi plaza, pero como no logré cambiar el horario de la facultad le pedí a mi madre que fuera por mi el primer día, porque tenía miedo de perder mi plaza. Pude reorganizar para la segunda clase el horario de la facultad y comencé así a estudiar euskera (mi madre no quiso volver). Al final del primer año el profesor me propuso incorporarme al programa Euskara Munduan y acepté enseguida. Al año siguiente comencé en la Euskal Etxea de San Nicolás el proceso para convertirme en irakasle. A lo largo de siete años he dedicado todas mis vacaciones al euskera y en ningún momento me he arrepentido, porque creo que mi deuda con el euskera es aún mayor.
Me enamoré del euskera desde el principio y no podía ni imaginarme que tendría tanto que agradecerle: conocí a mi media naranja gracias al euskera, me ha proporcionado la oportunidad de hacer muchos amigos y conocer muchos lugares, si no hubiera sido por el euskera nunca habría vivido muchas de las experiencias que he podido vivir. También desde el punto de vista lingüístico supuso para mí una revolución, es mucho más fresco, más lógico y más hermoso que otras lenguas que he estudiado.
A pesar de ello, no me sentí cercana a mis antepasados hasta que llegué a Euskal Herria. Desde el primer momento en que vi sus montes me sentí trasladada al pasado. Imaginé a mis ancestros maternos caminando por aquellos mismos montes verdes que yo recorría y me ejercité pensando cómo serían sus vidas. Es dificil conocer cosas que ocurrieron tan atrás en el tiempo, pero estar en el lugar, conocer a la gente y sus costumbres me ayudaba.
Preguntáis qué significa para mi "ser vasco". El euskera modificó completamente mi percepción anterior. No necesito saber de dónde procedían mis antepasados, porque ellos no pueden ayudarme a ser parte de su pueblo. Soy vasca porque hablo vasco y el llegar a tierra vasca y ser capaz de vivir en vasco con los vascos me hizo sentir parte de aquel país.
Cuando vuelva a casa seguiré enseñando euskera, apoyando a esta lengua que amo. Este es el modo que tengo de devolverle al euskera una pequeña parte de todo lo que me ha dado. No obstante, no lo haré de manera totalmente altruista, sino porque creo que al crecer algún día el número de vascohablantes en Uruguay ello me brindará mayores posibilidades de vivir y de realizarme en euskera.