Joseba Etxarri. Estibalitz Ortega Omar estudió Ciencias de la Información en la Complutense y cuando se decantó más profundamente por la parte audiovisual compaginó el doctorado con labores de ayudante de profesionales de la talla de la navarra Ana Díez, en una época en que adquirió experiencia realizando cortometrajes y comerciales. Así llegó a Canal Plus, empresa en la que lleva ya casi veinte años de los 46 que desvela su carné de identidad. Estibalitz vive y se siente a gusto en Madrid, aunque Laudio-Llodio sigue bien presente en su vida, como lugar y refugio familiar al que retorna cuando puede, "cinco o seis veces al año, en Navidades, Semana Santa, verano y otro par", con sus dos hijos y su marido, Santi, madrileño, al que sus hijos llaman papá con la misma naturalidad con que a ella le llaman ama. Esa naturalidad, los valores familiares, la responsabilidad en el trabajo y en la vida, la buena onda y el trasmitir con su ejemplo a sus hijos la importancia de compartir y cultivar haberes como la amistad y la generosidad caracterizan a esta vasca en Madrid, vasca madrileña, con la que compartimos unos momentos de conversación.
Has desarrollado toda tu carrera profesional en Madrid, como realizadora de TV.
-He tenido mucha suerte, toco madera (hace el gesto) y desde que terminé los estudios nunca me ha faltado el trabajo. Estando aún en la Facultad tuve la fortuna de colaborar en trabajos de algunos de los profesores, como Ana Díez, ganadora de un Goya, y de otros, y de entrar en Canal Plus, donde al poco me contrataron como realizadora en el programa Magacine; llevo aquí desde entonces, con un breve paso de dos años por Cuatro, pero dentro de la misma Casa, y finalmente en Deportes, nuevamente en Canal Plus, los últimos nueve años.
Sobre todo en cine y deportes...
-Me gusta el cine, por lo que trabajar viendo películas y sumergida en ese mundo constituyó todo un regalo. Hoy los deportes son los que me dan de comer y me siento también a gusto, no los practico, pero obviamente los sigo.
Los cicloturistas más veteranos recordarán a tu padre, José Ortega Azpuru, un gran aficionado al ciclismo.
-Fue un gran txirrindulari. Corría muchas pruebas como cicloturista y randonneur, pero enfermó y falleció de cáncer hace casi seis años, con 67. Cuando murió era la persona en el mundo que más veces había participado en la mítica Luchon-Baiona, una prueba no competitiva de 320 km y un desnivel acumulado de subida de 5.300 metros, que incluye puertos como el Aspin y el Tourmalet. He crecido viendo mucha bici, yendo en familia, principalmente a Francia, a seguir el Tour..
Llegaste a Madrid para realizar tus estudios y te quedaste.
-Los terminé, encontré trabajo y a quien hoy es mi marido, y me quedé. Vivo bien, tengo mi vida hecha aquí y estoy a gusto. Madrid es una ciudad que me ha tratado con respeto. No creo en los estereotipos, pero sí me ha pasado que la gente, cuando se da cuenta de que eres vasco, por el nombre o el acento, nos atribuye una seriedad que siempre halaga. Vagos hay en todas partes, pero creo que te aceptan bien como trabajador cuando saben que eres vasco. Por otro lado, en casa, cuando tenemos unos días libres nos vamos a Laudio. Aita y ama ya fallecieron, pero mis hermanos y yo mantenemos la casa y cuando voy allá yo sigo diciendo que "voy a casa". Nos juntamos a menudo y tengo la suerte de tener mucha familia, primos, tíos y amigos y mantenemos todas esas relaciones; también mis hijos, Leire, de 14, y Aitor, de 12, han crecido en ese ambiente. Hablan algo y entienden el euskera. Tienen primos de su edad y desde pequeños cuando vamos allí ven Euskal Telebista y viven en un entorno vascoparlante.
Habéis mantenido el contacto.
-Cómo no, me sale de manera natural. También es cierto que hoy día es mucho más fácil. Hace no tantos años ir allá suponía 5 o 6 horas de coche y por teléfono era una llamada interprovincial, una conferencia. Hoy día sigo manteniendo el contacto diario con mis hermanos y también por WhatsApp con mis primos y amigos. Yo estudié en el Colegio de los Josefinos de Urduña y los amigos de la cuadrilla de aquella época mantenemos el contacto y nos mantenemos al día sobre nuestras vidas. Precisamente ahora en noviembre nos reuniremos para comer en Bilbao.