Donostia-San Sebastián. Nueva entrega del blog que escribe en EuskalKultura.eus Arantzazu Amezaga, navarra nacida en Buenos Aires, criada en Montevideo y que formó familia en Caracas, arropada siempre por el entorno vasco de la Diáspora. Escribe evocando uno de esos miles, de esas decenas de miles de episodios de nuestra historia, de la historia de los vascos de la Diáspora que guarda en su privilegiada memoria, que forman parte de su acervo, de las que le tocó ser testigo si no protagonizar.
Todos sus relatos son adecuados para la víspera del 8 de septiembre, Día de la Diáspora Vasca, y también este. Así comienza:
Las chiquilinas de mi colegio en Montevideo, en el patio del recreo, hablábamos de los antepasados. Había quienes remontaban su familia a los tiempos de los charrúas, acordando un pasado vago e ilimitado con Tabaré, poema épico de Zorrilla de San Martín, que en versos bellos se habla del amor de Tabaré y la española Blanca, explicando el mestizaje. Otras hablaban del tiempo del héroe de la Independencia, José Gervasio Artigas, quien dirigió el Éxodo del pueblo de las mil carretas desde la asediada Montevideo a las Misiones, hacia el norte. Había quien hablaba de un antepasado vasco dinamitero de la Guerra Grande, mediado el S.XIX... pero casi todas comentaban de abuelos más recientes, emigrantes de Europa. Alguna mencionaba un abuelo pastor vasco; pero ninguna de ellas podía decir que sus padres llegaron al Rio de la Plata, el Paraná Guazú, pasajeros de cuatro barcos y en plena 2ª Guerra mundial...
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