Tandil, Argentina. El Centro Vasco Gure Etxe de Tandil llevó a cabo el pasado viernes, 17 de diciembre, su ya tradicional Pesebre Vasco. La cita fue en la plaza Martín Rodríguez, donde se encuentra el retoño del árbol de Gernika, frente a la sede de la euskal etxea, a la tardecita. Y, después de su inauguración hubo taberna para compartir un bocado y brindar por la Navidad. Este evento anual que llevan a cabo cada año desde el 2000, recibió este año un merecido reconocimiento por parte de las autoridades de la ciudad: fue declarado de Interés Municipal.
Participan en el pesebre los cuerpos de baile de la institución, los alumnos de euskera, el coro, los y las pelotaris, miembros de la Comisión Directiva, familias y amigos de la colectividad. Cada quien tiene un rol en esta representación que fue cambiando con los años. Inicialmenre consistía en un pesebre tradicional y luego lo fueron modificando con el objetivo de reconstruir e incorporar parte del mundo de representaciones del antiguo pueblo vasco.
Así, en la noche del viernes, hicieron su aparición la diosa Mari, los galtzagorri, las etxekoandre, los pastores, las lamiak, así como Ziripot y Otxin. Todos ellos se trasladaron desde los bosques y los montes vascos hasta Tandil para participar en la representación de costumbres y mitos vascos que concluyó con el pesebre viviente y la aparición del Olentzero.
Valeria Aramburu, responsable de la puesta en escena, cuenta a Euskalkultura.eus que el año pasado no pudo hacerse por la pandemia y que este año, por la misma razón, faltó tiempo de ensayo. Sin embargo “nos encantó hacerlo porque con la excusa del pesebre, los miembros de la euskal etxea volvimos a encontrarnos todos los días”. “Es un hermoso motivo para reunirnos y celebrar el fin de año”, concluye.
Además de celebrar la Navidad de una manera única, el Pesebre Vasco cosntituye una ocasión para mostrar el trabajo del año de todas y todos quienes participan, de una u otra manera, en la vida de la euskal etxea.
Zorionak! ¡Felicitaciones!