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El humor gráfico que hizo sonreír a nuestros abuelos; José María Unsain analiza el humor gráfico vasco en el primer tomo de una nueva colección editada por Etor-Ostoa (en Gara)

04/09/2005

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Donostia. Bajo el título «Euskal Herria emblemática», Etor-Ostoa ha iniciado una colección que incluye trabajos de diversos autores sobre temas relacionados con las artes aplicadas, algunos de los cuales hasta ahora poco o nada investigados. Es el caso del humor gráfico en la prensa, tema que José María Unsain aborda en el primer tomo de la colección. El historiador centra su estudio sobre todo en los años veinte y treinta, en los que, coincidiendo con la dictadura de Primo de Rivera y la II República, el chiste gráfico y la caricatura conocieron un enorme desarrollo. Su trabajo descubre un plantel de excelentes dibujantes y, sobre todo, un material muy interesante como reflejo de una época, cuyo humor evidencia que no es tan lejana.

«El humor gráfico de las capitales vascas no es comparable al de los grandes centros editoriales, con mayor tradición, pero eso no quiere decir que no existieran trabajos de interés e incluso de mucho interés», afirma José María Unsain. Y, como muestra, cita los nombres de de artistas como Eduardo Lagarde, “Kili-Kili”, Pedro Antequera Azpiri, José Arrue o Juan Zabalo “Txiki”, que realizaron un trabajo «de notable calidad».

Pero el interés de los chistes y las caricaturas va más allá de su mayor o menor calidad gráfica, hace notar el historiador, porque es éste un tipo de material «muy interesante como reflejo de los acontecimientos sociopolíticos y de la vida cotidiana de una época».

Una época no tan lejana, a juzgar por el tipo de humor. «En el campo político, por ejemplo, ayer como hoy, uno de los mecanismos más básicos consiste en llevar los rasgos del adversario al extremo. No obstante, la virulencia del humor de hoy no alcanza, probablemente, las cotas que alcanzó durante la II República, cuando algunos de los chistes eran una premonición de la guerra que se avecinaba», señala Unsain.

Aunque el humor gráfico está presente ya en publicaciones de las últimas décadas del siglo XIX, su «gran momento» llega en los años veinte y, sobre todo, habida cuenta de la fortísima censura de la dictadura de Primo de Rivera, en los años treinta del siglo XX, coincidiendo con la II República.

«Todos los partidos utilizaron el humor gráfico como arma y casi todos los medios, diarios o no, se sirvieron de chistes gráficos, con mayor o menor intensidad, para editorializar o subrayar una determinada interpretación de un acontecimiento», afirma Unsain.

Sin duda fue el nacionalismo, sobre todo el PNV, quien más uso hizo de este arma, con “Kili-Kili” en el órgano oficial del partido, “Euzkadi”, y “Txiki” Zabalo en “El Día”, el diario donostiarra que animaba “Aitzol”. El nombre de “Txiki” ha quedado ligado a las candorosas ilustraciones de “Xabiertxo”, pero, en su faceta menos conocida de humorista gráfico durante la República, su lápiz no resultó siempre tan amable.

Unsain destaca como «particularmente interesante» el papel de José Arrue, que ya en 1908 empezó a desarrollar una crítica de izquierda y liberal en “El Coitao”, donde colaboraban personalidades como Unamuno, «a quien el artista pagaba con sus propios dibujos». Ya durante la República, Arrue publicó en “Acción Vasca” y “Tierra Vasca”, de ANV, practicando un humorismo de crítica social en el que el PNV con frecuencia salía malparado.

Mención aparte merece el semanario independentista “Jagi-Jagi”, que a veces no era sino una recopilación de chistes e historietas. «Entre 1933 y 1935 fue retirado cinco veces y denunciado tres, ­puede leerse en el trabajo de Unsain­. Su salida revestía caracteres de espectáculo cómico. Cada sábado llegaba la Policía a las inmediaciones de Gran Vía 46, de Bilbao, para entorpecer su difusión. Para burlar la vigilancia, las gentes de Jagi recurrían a trucos, como esconder los ejemplares en las cestas de las vendedoras de pescado. Algunos eran tan pintorescos como arrojarlos por la ventana atados a centenares de globos». «En la agresividad de su humorismo se aprecian en ocasiones marcados rasgos de xenofobia», hace notar Unsain.

Pero no sólo el nacionalismo, sino «todos», insiste el historiador, utilizaron este arma. Por ejemplo, “La Gaceta del Norte” practicó un humorismo «de derechas», en el que destacó Gerardo Fernández de la Reguera, “Frag”. El socialismo fue, quizá, el sector que menos lo hizo.

Aunque fue durante la República cuando el humorismo gráfico alcanzó mayor auge, la «cosecha» de la década anterior, a pesar de la censura de Primo de Rivera, fue también interesante. Unsain destaca los dibujos de Eduardo Lagarde y Pedro Antequera Azpiri en “La Voz de Guipúzcoa”. Antequera practicó un humor en el que, entre otras cosas, criticaba la política internacional, ya que no podía criticar la del Gobierno español. Durante la Guerra, continuó colaborando desde Madrid con la prensa republicana, lo que, tras el triunfo de Franco, le constaría la cárcel, al igual que a Arrue.

Unsain ha basado su estudio en la prensa de Bilbo y Donostia, aunque también ha realizado «catas» en la de Nafarroa y Araba. Precisamente en Gasteiz se editó entre 1868 y 1869 “El Mentirón”, la más antigua de las publicaciones periódicas con humor gráfico que ha localizado. «Es obra de gran interés y poco conocida», asegura.


Poca consideración cultural

En realidad, poco o nada conocidas son todas las publicaciones satíricas, muchas de las cuales incluían humor gráfico, editadas desde la segunda mitad del siglo XIX. «Este tipo de publicaciones, a veces efímeras, no ha tenido demasiada consideración cultural, y prueba de ello es que se conservan muy pocas en las hemerotecas. Eso ha llevado a veces a pensar que no existían, y, sin embargo, he encontrado referencias de hasta cuarenta títulos, sólo hasta el siglo XX. Otra cosa es que, luego, en bibliotecas y colecciones, apenas haya podido consultar ejemplares de una docena». De “El Látigo” (Donostia, 1865), por ejemplo, semanario satírico que incluía caricaturas, no ha podido localizar ninguno. Mejor suerte ha corrido con el bilbaino “El Chimbo” (1876-1878), dirigido por el pintor Anselmo Guinea, o los donostiarras “La Galerna”, “El Thun Thun” o “El Aurresku”, donde conocidos autores, como Victoriano Iraola, Antonio Arzak, Pepe Artola o Marcelino Soroa publicaron en euskara y castellano.

En estas publicaciones aparecen con frecuencia colaboraciones, no siempre gráficas, de reputados artistas e intelectuales. Singular es el caso de “El Coitao” (Bilbo, 1908), donde, además de José Arrue, colaboraron Gustavo y Ramiro de Maeztu, Unamuno o José María Salaverría. ¿Pueden considerarse trabajos «menores»? «Se valoran como tal, pero yo no diría que lo son. Son publicaciones de gran valor histórico como reflejo de una época, con la particularidad de que a menudo abordan aspectos que no recogía la otra prensa», subraya Unsain.


HISTORIA DE LA HISTORIETA

M. A./Donostia. El primer tomo de “Euskal Herria emblemática” se abre, a modo de introducción, con una serie de materiales gráficos del siglo XIX, recopilados por el editor, Enrique Ayerbe, continúa con el trabajo de José María Unsain sobre el humor gráfico y concluye con un texto del mismo historiador sobre otro tema poco conocido: los antecedentes del cómic.

Las historietas más antiguas que ha encontrado Unsain son las realizadas en “El Mentirón” de Gasteiz, entre 1868 y 1869, por Ricardo Becerro de Bengoa, cuando aún no era la figura de la cultura y la política alavesas que llegaría a ser. También en Araba, Ignacio Díaz de Olano, futuro pintor de obra reconocida, publicó historietas en “El Danzarín”, en 1889. La primera historieta en euskara que ha hallado el historiador es obra del polifacético euskaltzale Victoriano Iraola, quien la publicó en “Baserritarra”, en 1907).

«En realidad ­explica el propio Unsain­, este texto es una introducción a un trabajo más amplio sobre la historia del cómic en Euskadi, que he realizado en colaboración con Carlos Borra y que está también incluido en el proyecto ‘Euskal Herria emblemática’».

(publicado el 04-09-2005 en Gara)


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