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El Gobierno Vasco homenajeó a los refugiados vascos internados entre 1939 y 1945 en el campo francés de Gurs

29/05/2006

Un curso en la barraca de internamiento en  Gurs
Un curso en la barraca de internamiento en Gurs

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El Gobierno Vasco rindió homenaje el pasado sábado en la localidad francesa de Gurs, en el límite entre el Bearn y Zuberoa, a los más de seis mil quinientos republicanos vascos que pasaron por ese campo de refugiados entre el 5 de abril de 1939 y el 31 de diciembre de 1945. Participaron del acto la portavoz del ejecutivo, Miren Azkarate, y el consejero de Asuntos Sociales, Javier Madrazo, y varios parlamentarios, entre ellos Rafael Larreina, de Eusko Alkartasuna, hijo de uno de esos refugiados, además del alcalde de Gurs y del electo vasco y consejero de Aquitania Frantxoa Maitia, entre otras autoridades.
En el transcurso del acto se descubrió una placa conmemorativa, obra de Nestor Basterretxea, y se plantó un retoño del Árbol de Gernika. En sus palabras Azkarate destacó que existe 'el deber de recuperar la memoria de los que lucharon por la libertad y la democracia', según recoge Efe. Madrazo por su parte afirmó que este reconocimiento debe servir 'para que no se borre en el tiempo el nombre de unos refugiados que no perdieron nunca la dignidad ni la solidaridad'. Gurs, señaló, 'es una referencia en el mundo que nos ayuda a trabajar con más voluntad por la paz entre los pueblos. Este encuentro es la prueba de ello, gentes distintas, con proyectos diferentes, con proyectos políticos y vitales propios, somos capaces de reunirnos en un acto conjunto'.

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GURS, UN CAMPO DE CONCENTRACION JUNTO A EUSKAL HERRIA

Al menos 6.555 vascos estuvieron internados en el campo de concentración de Gurs, situado a escasos kilómetros de Zuberoa. Las autoridades franceses encerraron allí a los refugiados de la guerra de 1936. El Gobierno de Lakua celebró ayer un acto oficial que permite recuperar esta historia tan poco conocida.

A escasos kilómetros de Ospitale-Pia (Zuberoa), en la carretera que une las localidades bearnesas de Navarrenx y Oloron, se encuentra el pueblo de Gurs, que durante el periodo comprendido entre 1939 y 1945 albergó un campo de concentración. En el campo de Gurs fueron internados en una primera etapa (desde abril de 1939 hasta mayo de 1940) los refugiados que habían cruzado la muga del Bidasoa huyendo de las tropas franquistas y que terminaron presos allí.

Así, según se recoge en la obra “Le camp de Gurs”, de Claude Laharie, en este campo fueron internados al menos un total de 6.555 vascos. Además, por el campo bearnés pasaron 26.641 judíos originarios de Alemania, Polonia y Austria ­territorios que entonces eran parte del III Reich de Adolf Hitler­, 19.022 refugiados republicanos de otros puntos del Estado español, 6.808 voluntarios de las Brigadas Internacionales originarios de 52 países, 1.470 franceses ­que militaban en organizaciones comunistas, socialistas y anarquistas que combatían contra el régimen colaboracionista de Vichy­, y también 63 gitanos.

Desde el campo de Gurs, además, salieron desde agosto de 1942 a febrero de 1943 seis convoyes ferroviarios que transportaron a 3.907 judíos al campo de exterminio nazi de Auschwitz. El campo siempre fue administrado directamente por las autoridades francesas, ­hasta el año 1940 por el Ejército y posteriormente por civiles dependientes del Gobierno colaboracionista del mariscal Pétain­ y estaba formado por parcelas de 200 metros de largo y cien de ancho llamadas îlots (islotes), en las que se colocaban unos 30 barracones. En total, en Gurs se levantaron 382 barracones, con una capacidad total de unas 18.500 personas.

Barracones

Fueron precisamente los internados vascos, los primeros pobladores del campo de Gurs, quienes levantaron los barracones. El Gobierno Vasco disponía de una infraestructura de asistencia a los internos. Era el único gobierno que tenía presencia en Gurs, ya que el resto de la asistencia se limitaba a organizaciones judías francesas toleradas por el Régimen de Vichy y colectivos protestantes como los cuáqueros o YMCA. Se calcula que, en total, fueron unas 64.000 las personas que pasaron por el campo de Gurs mientras éste permaneció operativo.

Este tipo de barracones que levantaron los presos vascos había sido inventado por el Ejército francés en la Primera Guerra Mundial. En un principio, estaban destinados para instalarse cerca de la artillería enemiga y servían para acoger, por unos pocos días, a los soldados que llegaban de los cuarteles y esperaban ser enviados a las trincheras a combatir a los alemanes. Estaban construidos con delgadas tablas de madera y cubiertos con tela embreada y no tenían ni ventanas ni ninguna clase de ventilación. No protegían del frío y la tela embreada se deterioraba fácilmente, por lo que el agua de la lluvia pasaba al interior sin problemas.

En su interior no había ninguna clase de muebles, y los internados dormían sobre sacos llenos de paja tirados por el suelo. Esta circunstancia, unida a que la comida era escasa y de pésima calidad, no había servicios sanitarios y no existía ni agua corriente ni ninguna clase de saneamiento provocó que muchos de los internados encontraran la muerte en Gurs. Un millar de personas, en su mayoría judíos alemanes, están enterrados en el cementerio del campo.

Condiciones lamentables

El hecho de que el campo no tuviera un drenaje adecuado y que, al tratarse de una zona en la que llueve muy frecuentemente, el terreno se convirtiera en un permanente barrizal tampoco contribuyó a mejorar las condiciones de vida de los internados en Gurs. Tras la «Liberación», el campo de Gurs acogió a detenidos por participar en el mercado negro, colaboracionistas franceses y prisioneros de guerra alemanes.

El campo de Gurs, tan cerca pero tan poco conocido en Euskal Herria, fue clausurado finalmente el 31 de diciembre de 1945. Una parte de los barracones, los que aún eran utilizables, fueron vendidos en subasta; el resto se quemó por razones de higiene.

En ese terreno se plantó un bosque y la zona quedó abandonada, hasta el punto que en 1957 el alcalde de la ciudad alemana de Karlsruhe, de donde eran originarios muchos de los judíos que fallecieron en Gurs, decidió que su ayuntamiento se encargaría del mantenimiento del cementerio ante la pasividad de las autoridades francesas.

Así, el Estado francés cedió por un periodo de 99 años el cementerio a las asociaciones judías de los länder de Baden y Palatinado. Tras los trabajos de restauración llevados a cabo, el campo de Gurs se abrió de nuevo en marzo de 1963. Las ciudades alemanas de Karlsruhe, Friburgo, Mannheim, Heidelberg, Pforzheim, Constanza y Weinheim mantienen económicamente la conservación del cementerio judío desde entonces.

Desde 1985 existe un monumento dedicado a los fallecidos republicanos, que están enterrados en un sector especial del cementerio de Gurs.

(publicado el 28-05-2006 en Gara)


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