diáspora y cultura vasca
11/06/2008
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México
DF, México. El libro de investigador alavés Josu Ruiz de Gordejuela ha tenido una buena acogida en México, respaldada por el apoyo de la comunidad vasca local a la gira de presentaciones realizada por el autor en el país norteamericano. El libro, titulado 'Los Vascos en el México
Decimonónico, 1810-1910', reúne datos sobre los más de 5.000 vascos que emigraron a México entre los años
1810 y 1910 y estudia su contribución a la historia de este país.
El autor ha realizado varias presentaciones de su obra ante investigadores mexicanos y la comunidad vasca local. La primera de ellas tuvo lugar el pasado 5 de junio en el el Centro Cultural de España de México DF. El acto contó con la participación del autor, al que acompañaron Cristina
Torales Pacheco, profesora de Historia de la Universidad Iberoamericana, y José María
Urkia Etxabe, presidente de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País de
Gipuzkoa.
[De izquierda a derecha, Cristina
Torales Pacheco, profesora de Historia de la Universidad Iberoamericana, Josu Ruiz de Gordejuela, autor del libro, y José María
Urkia Etxabe, presidente de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País de
Gipuzkoa]
[Josu Ruiz de Gordejuela (a la derecha de la imagen) fue saludado por numerosos amigos vascomexicanos]
[El escritor e investigador vasco tuvo la oportunidad de firmar libros y saludar a los presentes (conjunto de imágenes VascosMexico.com)]
También en Mazatlán y en la Euskal Etxea de DF
La siguiente cita llevó al autor a la localidad de Mazatlán, en el estado de Sinaloa, una ciudad con gran presencia histórica vasca. La presentación tuvo lugar en el Teatro Ángela
Peralta, donde Ruiz de Gordejuela estuvo acompañado por Carmina Ramírez, catedrática de
la Universidad Iberoamericana en México DF e Investigadora Nacional del INAH (Instituto Nacional de
Antropología e Historia). La conferenciante expuso datos sobre la importancia
que tuvieron los vascos en el desarrollo económico y social de México durante
la época de la Colonia y después de la Independencia.
Por su parte, Luis Antonio Martínez Peña, doctor
en Historia y catedrático de la Universidad Autónoma de Sinaloa, citó anécdotas
y sucesos del siglo XIX relacionados con los vascos asentados en
Mazatlán de esa época, como la familia
Echeguren, que durante más de medio siglo fue la dueña de las
empresas más prominentes de este puerto y controló gran parte del comercio, la
industria y la minería. A la
conclusión, los asistentes pudieron realizar preguntas y comentarios al autor, que además firmó varios ejemplares.
La última presentación tuvo lugar ayer mismo en la Euskal Etxea de México DF, en la que la comunidad vasca local brindó una cálida acogida al autor. A continuación reproducimos el discurso íntegro que Josu Ruiz de Gordejuela debió haber pronunciado en Mazatlán, pero no llegó a hacer por falta de tiempo (texto facilitado por el autor a Jaione Arrieta Galarraga y publicado originalmente en la web www.vascosmexico.com):
LOS VASCOS EN EL MÉXICO DECIMONÓNICO,
1810-1910
Como todos ustedes comprenderán pretender resumir en unos minutos un libro de 830 páginas es prácticamente imposible. Pero a pesar de esta limitación temporal quisiera al menos que al finalizar mi participación tuvieran una idea general de esta monografía. Si lo lograse sin duda será al interés y atención por ustedes prestada, y si no fuera así, toda la responsabilidad será del que les habla.
El libro que tienen ante ustedes es el fruto de varios años de investigación del colectivo vasco en tierras mexicanas durante el siglo XIX. Su presencia numérica en relación al conjunto de extranjeros, sus características especiales, aún presentes hoy día, la pervivencia de los viejos modelos de relación y sociabilidad, la fácil asimilación de las nuevas políticas mercantiles, y principalmente, la notable impronta que dejaron en sectores muy concretos y de alto valor estratégico en la economía y sociedad mexicana, especialmente en la industria y el comercio, hacen de este grupo étnico-cultural merecedor de un estudio general.
El inicio de la Insurgencia en 1810, fecha elegida para dar inicio a nuestro estudio, significó la ruptura con un tiempo pasado en el que las relaciones entre súbditos y colonia estaban forjadas por el dominio colonial. Si la presencia vasca en el último cuarto de siglo XVIII fue de gran importancia al ocupar gran parte de los altos cargos de la administración novohispana y conformar el grupo de comerciantes más influyente de la Nueva España que llegó a controlar el Consulado de México, con el “Grito a Dolores”, el papel que tocó jugar a los descendientes de los vascos no fue menos importante para el futuro de la nueva nación. La presencia vasca procedente de Euskal Herria ─ término elegido para designar el origen de los vascos de ambos estados (español y francés) y que es utilizado en todo momento con carácter étnico-cultural y que en ningún momento se pretende hacer una lectura política con criterios actuales ─ a pesar de su escasa incidencia numérica jugó un papel prioritario en el México decimonónico. Creo oportuno reclamar un espacio propio dentro de la historiografía española, francesa y mexicana, ya que los emigrados allí asentados además de su condición francesa o española actuaron, tal como se podrá apreciar a lo largo de este libro, anteponiendo su condición de vascos a la hora de emprender nuevos negocios o de contraer matrimonio. Ahora bien, esto no significa que los vascos emigrados a México durante este siglo no se identificasen como súbditos españoles; de hecho ocurre todo lo contrario, fueron los primeros en reclamar ayuda a la Corona y los primeros en organizar diversos comités de ayuda cuando España lo solicitaba.
Pero la pregunta que se hacen, especialmente en México es, ¿quién es considerado por vasco?
Uno de los errores más graves que ha cometido la historiografía vasca en relación a este asunto ha sido considerar vascos a todos aquellos que tuvieran apellido “sonoro” independientemente de dónde hubieran nacido o de los vínculos que tuviese con Euskal Herria. El criterio que hemos utilizado para resolver esta duda ha sido doble. Por una parte consideramos vascos a todos los nacidos en el País Vasco, Navarra (la emigración de los navarros de las merindades mas meridionales es prácticamente nula) y País Vascofrancés y asimismo a los descendientes de estos nacidos fuera de este ámbito geográfico que, conscientes de su origen participan de tradiciones e instituciones de carácter asociativo, culturales-religiosas o pertenecen a redes comerciales en donde el factor vasco es determinante.
El desconocimiento del origen de muchos de los empresarios mexicanos ha permitido que hasta ahora algunos de los que así se consideraban en realidad nacieron en España y en concreto muchos de ellos en el País Vasco. Este dato es revelador en cuanto que altera toda la estadística referente al papel jugado por los españoles en el proceso de industrialización mexicano.
La fecha elegida para dar por finalizada esta obra es la 1910. Por una parte se cumplía el Centenario de la Independencia, tiempo suficiente para observar los cambios producidos en la república durante este siglo, y por otra supone el principio de una nueva etapa con el estallido de la Revolución Mexicana en noviembre de ese mismo año.
El interés de la historiografía, tanto española como vasca, se ha centrado más en el estudio de la emigración en masa a las nuevas repúblicas del Cono Sur americanas y en menor medida a la presencia española en México. Así pues, si minoritaria es la producción de títulos con protagonista español, mucho menor es en el caso vasco, y qué decir de la vascofrancesa que es prácticamente inexistente. La posible razón de esta realidad se debe a la confluencia de varios factores como son el mayor interés por la presencia vasca en México durante la colonia, el reducido número de vascos que emigraron a este país durante el siglo XIX y sobre todo un mayor interés por el estudio del exilio vasco a tierras americanas, tras la guerra civil de 1936-39.
La necesidad de conocer los distintos ámbitos en los que los vascos tuvieron presencia y la falta de estudios sobre éstos nos ha obligado a consultar un considerable volumen de fuentes de carácter secundario. Unas y otras fuentes nos han facilitado el descubrimiento de muchos personajes que hasta ahora habían pasado inadvertidos a los investigadores.
Los estudios más recientes se centran en el estudio de españoles que se insertaron en la vida económica y social del país en sus esferas más altas. De este modo conocemos elementos importantes del pequeño grupo de destacados comerciantes y prestamistas vinculado con los diferentes gobiernos, o bien de los empresarios que invirtieron en la minería o en la naciente industria y que poco a poco ampliaron y diversificaron su área de influencia hacia otras actividades o sectores de la economía mexicana del siglo XIX. Sin embargo, es aún escaso el conocimiento que tenemos del grupo. Como dice Pérez Herrero los rostros de estos se desdibujaron con el paso del tiempo y los archivos apenas nos permiten delinear una tenue imagen colectiva. A estas dificultades hay que añadir el hecho de que en muchas ocasiones tan sólo conocemos su condición de españoles por lo que en ocasiones nos hemos visto obligados a indagar en su pasado para determinar su origen.
Los datos sobre población disponibles para el México decimonónico son heterogéneos y contradictorios, y el manejo de las cifras se torna aún más complicado cuando se trata del estudio de los movimientos migratorios.
La estructura de este libro se fundamenta en tres partes significativamente diferentes: la primera titulada DE EUSKAL HERRIA A MÉXICO es un análisis profundo del grupo desde distintas perspectivas en donde se presenta por primera vez la emigración vasca a México desde su inicio en Euskalherria, mostrando elementos culturales e históricos en base a un criterio “cronovital” en el que van de la mano la sucesión de los acontecimientos y las experiencias vitales del emigrante.
El primer capítulo titulado Claves del “vasquismo” del siglo XIX analizamos elementos tales como Los Fueros, La casa, La identidad vasca, además de aspectos como se presenta México en el imaginario español y Los vascos en el imaginario mexicano, es decir cómo fueron vistos estos emigrantes por los mexicanos y a su vez qué se conocía de México en nuestra tierra.
El capítulo siguiente abarca el proceso migratorio, profundizando en las causas de la emigración secular vasca que tradicionalmente se ha pensado que ha sido el resultado “in extremis” de una coyuntura socio-económica en crisis. Crisis de todo tipo, primero demográfico, debido a una población emergente que no encuentra lugar en un espacio tan limitado como el vasco y con unos medios de producción tan escasos; y segundo alimenticias, que ha obligado a los vascos a emigrar para poder sobrevivir. Es indudable que estos investigadores no se han percatado del hecho de que emigrar, y sobre todo la emigración a tierras lejanas en el Antiguo Régimen y durante el siglo XIX a la república de México, resultaba muy costoso. Por tanto, no emigraba quien quería sino quien podía. A estas causas habría que sumar la obligatoriedad del servicio militar que supuso un acicate para que muchos jóvenes abandonaran clandestinamente su patria.
La reglamentación de la emigración durante el s. XIX, tanto en Francia, México y España es estudiado en el tercer capítulo. Aportamos interesantes experiencias como la emigración de ferrones guipuzcoanos a México a mediados de siglo, único caso de emigración vasca de un colectivo profesional.
El capítulo IV está dedicado a los últimos vascos en la colonia y especialmente centrado en el papel jugado por los vascos en la historia política del México independiente, entre los que destacan varios próceres de la nación.
Sirva como ejemplo un párrafo del ilustre pensador y político mexicano, hijo de navarro, D. Lucas Alamán, que como contemporáneo de los hechos supo reflejar en su obra la Historia de México un conocimiento profundo de los acontecimientos que sucedieron en México en el proceso de independencia describe, el papel jugado por sus iguales:
“Entre los incidentes casuales que intervienen en los más grandes sucesos, es un hecho digno de notarse, que todos los conquistadores de América y en especial de Nueva España, eran naturales de Badajoz y Medellín en Extremadura, y todos los que causaron la ruina del imperio español establecido por aquellos en el nuevo mundo, procedían de las provincias vascongadas, y aún de un pequeño territorio de ellas: el padre de Allende era de Gordejuela en el señorío de Vizcaya, y los de Aldama y Abásolo de Oquendo en la provincia de Álava, no lejos de Vitoria, lugar muy inmediato de Gordejuela, y si a esto se agrega que Bolívar procedía del mismo obispado de Vitoria, e Iturbe del reino de Navarra, parecerá claro, que las provincias meridionales de España estaban destinadas a producir los hombres que habían de unir la América a aquella monarquía, y las del norte los que habían de separarla de ella” .
A continuación centramos la atención en la presencia vasca en México, aportando interesantes conclusiones del grupo humano y su distribución a lo largo de la República.
Desde un principio ha sido mi intención hacer énfasis en el aspecto humano y de relaciones tanto laborales como personales de los vascos en esas tierras, con la intención de presentar antes ustedes el aspecto quizás menos conocido, y más olvidado, me refiero al sacrificio que tuvieron que pagar estos jóvenes por hacer fortuna.
El siguiente texto del líder liberal Lorenzo Zabala es suficientemente ilustrativo de la vida semimonástica que muchos jóvenes padecieron:
“Iban consignados a algún pariente que había hecho allí negocio, y entraban en su noviciado. Por la mañana temprano se vestían para ir a la iglesia a oír la misa diaria. Después volvían a casa a desayunar con el chocolate; abrían el almacén y se sentaban a leer algún libro de devoción después de arreglar las cuentas. Almorzaban a las nueve y a las doce cerraban sus tiendas para comer y dormir la siesta. A las tres se rezaba el rosario y se abría después de este rezo la tienda hasta las siete de la noche en que se volvía a rezar el rosario y se cantaban algunas alabanzas a la Virgen… Los dependientes seguían por lo regular a sus amos, y muy pocas veces se separaban de ellos. Las conversaciones se reducían al precio de los efectos que no ofrecía muchas variaciones… No había papeles públicos, no había teatro, no había sociedad, no había bailes, ni ninguna de esas reuniones en que los hombres se ilustran por las discusiones, o de las que los dos sexos procurando agradarse mutuamente, refinan el gusto, endulzan sus costumbres y perfeccionan la naturaleza” .
Las condiciones de estos emigrantes no cambiaron demasiado a lo largo de la centuria. Durante la primera década del siglo pasado un joven baztanés llamado José Manuel Berecoechea Indavere, vino a México cuando contaba tan sólo 14 años para trabajar en la Casa Aguirre de Tepic. Se le encomendó la tarea de vigilar la descarga de sacos de maíz, frijol y otros productos agrícolas; y recordaba José Manuel que los principios fueron extremadamente duros y que “se quedaba dormido entre los sacos después de mucho llorar por la soledad que sentía”. El sacrificio no fue en vano y años después ocupó el empleo de administrador de la casa Aguirre, y junto a su hermano menor Mariano, fueron dueños de los ranchos Los Sauces y Rancho Nuevo.
Para finalizar esta primera parte nos adentramos en uno de los elementos más definitorios del vasco en México, me refiero a la necesidad de asociarse entre ellos. En un recorrido que se inicia en el siglo XVII hasta la Revolución Mexicana, en donde estudiamos en primer lugar la Cofradía de Aranzazu y su espléndido Colegio de las Vizcaínas, La asociación vasca de San Ignacio hasta llegar a la fundación del Centro Vasco en 1907, sin olvidarnos de la participación de las elites vascas en la dirección del Casino Español, la Juntas Patrióticas surgidas en México en apoyo a una España en guerra con Cuba y Puerto Rico y la decisiva participación en la fundación de la beneficencia española. Creemos interesante asimismo el estudio, que se realiza por primera vez, de la prensa nacionalista en los primeros años del siglo XX con la aparición de su primera publicación Euzkotarra: Jaun-Goikua eta Lagi-Zarra es decir Los vascos: Dios y Leyes Viejas.
La segunda parte de este libro lleva el título Los vascos en la economía decimonónica mexicana. En primer lugar se muestra la impronta dejada por los vascos en la economía mexicana desde finales de la colonia hasta los años centrales del siglo XIX en el conjunto del país, mostrando cómo los acontecimientos históricos fueron modelando al comerciante vasco hasta derivar en un personaje que navega entre dos aguas: la continuidad en el ejercicio de sus labores comerciales y crediticias, como habían estado realizando durante la colonia, y por otro lado, la asimilación de nuevas fórmulas de relación entre las fuerzas productivas propias del protocapitalismo mexicano.
En esta segunda parte presentamos a los hombres de negocios que se enriquecieron con el agio, con intereses que llegaban a superar el 40%, entre los que destacaron un conjunto de vascos como Lorenzo Carrera, Anselmo Zurutuza, Juan Antonio Beistegui y Joaquín Errazu, entre otros.
Al margen de estas prácticas usurarias, la iniciativa empresarial de los vascos se manifestó tempranamente, encontrándose entre los pioneros de la industrialización textil mexicana a Lucas Alamán, Esteban Antuñano, el vasco francés Manuel Olasagarre, la familia Martínez Negrete, y José Antonio Castaños .
Durante esta segunda mitad los vascos van a ser un elemento fundamental en el desarrollo económico de México. Es por ello que nos ocupemos de los vascos en los distintos espacios geográficos y profesionales a lo largo de la república haciendo especial hincapié en cuatro regiones mexicanas en donde esta presencia ha sido más determinante. Aunque limitado por lo fragmentario de las fuentes, se ha procurado integrar datos económicos, información sobre las casas comerciales más importantes y materiales biográficos de los hombres de negocios vascos más destacados.
Para una lectura más cómoda hemos dividido la república de México en cuatro regiones en virtud de la impronta vasca en la economía mexicana, dedicando un capítulo a cada una de ellas. En primer lugar hemos analizado los estados centrales de México, Morelos, Puebla y el Distrito Federal.
Buena parte de los especuladores y dueños de casas mercantiles que invirtieron en la industrial textil de los años treinta y cuarenta dejaron paso tras su fallecimiento en el transcurso de la década de 1860 a una segunda generación de empresarios fabricantes-financieros. Supieron mantener niveles suficientes en la producción y venta de las manufacturas e hicieron posible la refinanciación de sus empresas al tener una participación de capital en las primeras instituciones financieras del país.
Durante los últimos años del porfiriato, la sociedad mexicana atravesaba un periodo de cambios, en donde el capitalismo moderno se imponía a viejas fórmulas económicas. La demanda interna motivó que la inversión en la industria textil aumentara significativamente y en este aspecto se le sumaron condicionantes tales como los incentivos gubernamentales, el crecimiento de la población y de los medios de comunicación, especialmente en el número de kilómetros de red ferroviaria.
Empresarios vascos como Pío Bermejillo, su sobrino Benito Arena Bermejillo o Santos López de Letona sobresalieron en la industria textil mientras que otros naturales de Euskal Herria dedicaron sus esfuerzos en la explotación de ricas haciendas como la de Goicoechea, San Nicolás Obispo, La Laja o la famosa San Vicente Zacualpan, escenario de la violencia antiespañola desencadenada a mediado de centuria, consecuencia en parte de la explotación que sufrieron los naturales del lugar por parte de los nuevos capitalistas. A finales de esta los vascos y más precisamente, los baztaneses y carranzanos, llegaron a controlar el comercio de las harinas en esta región. Personajes como Juan Martín Irigoyen, Pablo Iriarte y el renombrado fundador de la fábrica cervecera Corona Braulio Iriarte destacan entre los del primer grupo. De entre los segundos quiero recordar las palabras de un carranzano que triunfó en este negocio Antonio Gil y que son importantes para entender la filosofía del trabajo de estos harineros y que bien pudiera ser el mismo criterio para el resto de los vascos:
“Los tratos eran de palabra y la palabra valía tanto o más que la firma… Había que trabajar siempre en lo que uno pudiera y entendiera; que había que gastar menos de lo que se ganaba, y que nunca había que pedir fiado por una cantidad más de la que se tenía…”. Los jóvenes emigrantes carranzanos tan solo portaban en su maleta, como relata Antonio Gil, “dos mudas de ropa, cartas para jugar al mus, los papeles amarrados a un atado al cuerpo, una Biblia y una navaja”. Alejandro Arriola añadía a su vez que “la mayoría sólo lleva una carta de recomendación y presentación y un consejo de los padres “vete a América, y ante todo sé bueno y honrado”.
La segunda región a la que dedicamos nuestro estudio lo conforman los estados del Pacífico mexicano: Jalisco, Michoacán, Nayarit y Sinaloa.
En el estado tapatío la presencia de la familia Martínez Negrete se convertirá durante este siglo en un importante motor de la economía regional. En asociación con los Bermejillo o con los hermanos Fernández del Valle entre otros, fundaría la Compañía del Ferrocarril de Guadalajara a San Pedro. Asimismo participó activamente con otros importantes vascos como Camarena, Urrea, Arzapalo y Gavica en la dirección de importantes fábricas textiles como La Experiencia, Jauja, La Escoba y Río Blanco.
En Tepic estado de Nayarit destacará de manera singular la familia Aguirre quienes dominarán el comercio y la industria de la región desde la segunda mitad del siglo hasta la Revolución en 1910. Tres años antes Pedro de Icaza Aguirre promoverá la creación en su Vizcaya natal de varias instituciones benéficas entre las que destaca la Fundación Vizcaína Aguirre, origen de la actual Universidad de Deusto.
Este capitulo finaliza con un estudio detallado de la presencia vasca en Mazatlán, en donde todavía se puede percibir su herencia y que ha sido gracias a mi querida amiga Teresa Patrón de Letamendi.
El tercer apartado lo hemos dedicado a la Mesa Noroccidental formada por los estados de Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí. En estos territorios los empresarios vascos se caracterizaron por la diversificación de sus actividades económicas. Entre ellos, las alianzas matrimoniales y la incorporación de distintos miembros de la familia a las empresas resultaron fundamentales. Baste nombrar los casos de Martín de Bengoa que incorporó a sus negocios a sus hijos políticos Norberto Gómez de Hornedo y Justo Carresse, y el de Cayetano Rubio y su yerno, Joaquín María de Errazu. Esta relación consolidó la asociación y centralización del capital, en muchos casos a largo plazo gracias a la perdurabilidad de las relaciones sociales y familiares. Pero si hay que destacar un campo de inversión, es la minería la que destaca de modo singular; es por ello que hayamos centrado nuestra atención en personajes tan importantes en este campo como los citados Juan José Bengoa, Joaquín María de Errazu o Martín Bengoa, José Joaquín y Paulo María de Verástegui, Pantaleón Ipiña, Domingo D’Arbel o Vicente Yrizar.
La última área de investigación se ha centrado en los estados de la frontera norte en donde se desarrolló la industria pesada mexicana. Nos referimos a los ricos territorios de CHIHUAHUA, COAHUILA, DURANGO, NUEVO LEÓN Y TAMAULIPAS.
Los propietarios y empresarios españoles en general y en especial los pocos vascos allí asentados se convirtieron en factor determinante en el ciclo de profundas transformaciones que vivió la economía mexicana a partir de 1840 hasta la revolución.
Monterrey con sus plantas fundidoras se convirtió en el motor industrial del México porfiriano destacando familias vascas como Armendáriz, Maiz, Hernández, Muguerza y Larralde, Sarralde, Mendirichaga y Gorostieta.
La comarca lagunera, la fundación de Torreón y la biografía de importantes hacendados de la región, entre los que destacan los hermanos Hernández Luengas, los Arocena, los Palacio o los Azcuaga sirven de colofón al estudio de los vascos en las regiones de México.
Abandonamos México y regresamos al País vasco, y más precisamente a Vizcaya. El penúltimo capítulo de esta monografía la hemos dedicado a la inversión en esta provincia de los capitales logrados en México. Entre los capitalistas más destacados de finales de siglo XIX que hicieron importantes inversiones se encuentran Enrique de Aresti y Torre, Santos López de Letona y Apoita, Los Hernández Mendirichaga, Los Maiz Arzuaga, Quintana Hnos. (fábrica de revólveres en Eibar) y Arenas Bermejillo (La Encartada), por citar a algunos.
Pero no queríamos terminar esta segunda parte del libro sin señalar un episodio de gran trascendencia histórica y que marca el límite temporal de esta historia: la Revolución Mexicana. Episodio que afectó en gran medida a los intereses de los ricos inversores vascos. Para conocer mejor su alcance nos hemos adentrado en las reclamaciones presentadas al gobierno mexicano.
La tercera y última parte de esta monografía es un registro inédito de cerca de 5.000 vascos, procedentes tanto del estado español como francés y que emigraron a México en el periodo comprendido entre 1810-1910.
Todos estos datos que se exponen por primera vez son el fruto de una búsqueda minuciosa en más de una treintena de archivos y en un sin fin de libros y artículos y no sólo los hemos identificad, sino que también aportamos datos significativos de su procedencia, profesión, residencia y datación de su periplo mexicano
Finalmente el lector interesado dispone de un anexo titulado Geografía física y política de Euskal Herria en el que se esbozan las características más reseñables de esta comunidad étnico-cultural. Baste decir que la extensión de toda Euskal Herria es como la del estado de Hidalgo, (no supera los 21.000 Km²).
Y todo ello acompañado de un conjunto de 200 gráficos y fotografías, que ilustran y amenizan este recorrido a lo largo de los cien años entre la independencia y la revolución.
Como conclusión, podemos decir que el estudio de los vascos en el México finisecular puede parecer a primera vista un ejemplo de “microhistoria” por su relativa presencia humana en este país americano, pero sin embargo es un vehículo de conocimiento de un vasto universo social que trasciende el mero análisis demográfico para profundizar en las múltiples dimensiones humanas y económicas de un colectivo como éste, tan importante en la historia de México.
Quiero terminar mi intervención, mostrando mi agradecimiento en nombre de todos los vascos que hicieron de México su segunda patria, con las palabras de dos hombres universales Miguel de Unamuno y Antonio Machado.
El filósofo bilbaíno se refería a su padre (Félix Unamuno Larraza), que como saben vivió durante varios años en México, del modo siguiente: “Nadie como él representa la fusión del espíritu liberal indiano. Al liberalismo de Vergara, la de los Amigos del País, se unió en mi hogar materno el liberalismo del indiano que fue mi padre. Y es lo mejor que a Méjico debo” .
El poeta sevillano quiso agradecer a México su inquebrantable compromiso con las víctimas de la guerra civil española que tuvieron que huir del horror y encontraron en esta tierra de hombres agradecidos un nuevo hogar.
A Méjico:
Varón de nuestra raza,
équite egregio de las altas tierras
entre dos Sierras Madres,
noble por español y por azteca
te has sentido solícito y piadoso
—su sonrisa paternal, mano fraterna—
el rudo parto de la vieja España
y a la que va a nacer España nueva
acudes con amor. Méjico, libre
libertador que el estandarte llevas
de las Españas todas,
¡te colme Dios de luz y de riquezas!
Enlaces relacionados
Centro Vasco de México
www.centrovascomexico.com
Página web de Vascosmexico
www.vascosmexico.com
El dia 11 de Junio de 2012 hay un error en lo que escribí (Ricardo y su hermano Angel, creo que se llamaba así no son hijos de Josefa Ortiz de Zarate Orozco;sino nietos ,la madre era Lucía Villar Ortiz de Zarate;y el padre Angel Garcia Chavez (creo que es así) . Si leeis esto alguien de la familia,o conocidos de ella; poneros en contacto conmigo Un fuerte abrazo Gregorio Ricardo Ortiz de Zarate Montes
Gregorio Ricardo Ortiz de Zarate Montes, 19/06/2012 19:39
Una tia abuela mia marchó a México desde Bizkaia allá por principios del siglo xx ;se casó con Ricardo Villar .Se llamaba Josefa Ortiz de Zarate Orozco(hermana de mi abuelo Elias)eran de Las Arenas-(Algorta-Getxo);no sé cuando llegaron a México ;tuvieron dos hijos médicos ;uno de ellos es mi padrino,Ricardo;sé que ejerció en Texas (por eso mi segundo nombre es Ricardo.Josefa y su marido tuvieron un negocio en Puebla (no sé de qué) No sé si aún vives ,padrino mio, solo estuvisteis por aquí cuando mi bautizo y creo que otra vez más;tengo aún el traje mexicano que nos regalasteis a mi hermano Elias (fallecido)y a mí y conservo también fotos vuestras .Mi madre Eva tanbién murió,solo queda mi padre Roque (88 años)Yo tengo 55 años estoy casado y tenemos dos hijos de 27 y 23 años respectivamente ,chico y chica Si estás todavia vivo o algún descendiente o familiar lee esto les ruego se pongan en contacto conmigo;me gustaría saber de mi familia allí (os quiero) GREGORIO ORTIZ DE ZARATE Un fuerte abrazo desde Bizkaia
Gregorio Ricardo Ortiz de Zarate Montes, 11/06/2012 21:08
quisiera pedir informacion sobre don benito arena bermejillo de parte de sus descendientes ubicados en leon, gto.
jose luis palacios, 21/03/2011 03:57
Necesitan informacion de Isidro Antonio de Icaza y Caparroso comerciante vasco de los fundadores de la real sociedad y amigos del pais y su hijo Isidro Ignacio Icaza e Iraeta fue uno de los firmantes del acta de Independencia de Mejico y sus decendientes vivimos en Mexico Saludos
francisco icaza herrejon, 22/12/2009 21:59
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