diáspora y cultura vasca
19/04/2011
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Posadas, Argentina. El Centro Vasco Euskal Jatorri de Posadas, en la provincia de Misiones, celebró el pasado domingo un acto en conmemoración del centenario del fallecimiento del doctor Ramón Madariaga y Hormaza, figura muy ilustre y respetada en la región. Madariaga nació en Plentzia (Bizkaia) el 27 de diciembre de 1851 y se doctoró en Medicina y Cirugía en la Universidad de San Carlos de Madrid.
Llegó a la comunidad posadeña presumiblemente en 1888. Al año siguiente se produjo una violenta epidemia de peste bubónica en la cercana localidad paraguaya de Encarnación, en la que Madariaga destacó por su actuación en la que sobresalió como médico de prestigio y como ser humano. Madariaga volvió a dar muestras de su altruismo y profesionalidad en nuevas epidemias, en los años 1905 y 1907. Falleció en 1911 sin dejar descendencia. Fue, además de un médico dedicado y brillante, un "hombre culto e instruido, fue periodista nato, gran conferencista y fogoso orador", explican desde Euskal Jatorri.
Homenaje en dos actos
El homenaje comenzó en el cementerio La Piedad, donde se ubica el mausoleo erigido por la comunidad posadeña al doctor Madariaga y donde descansan sus restos. Este acto se realizó en forma conjunta con miembros de la Logia Roque Pérez, de la que el doctor Madariaga fue venerable. La segunda parte tuvo lugar en el hall de Hospital Escuela de Agudos Dr. Ramón Madariaga. En el acto participaron socios y amigos del Centro Vasco Misiones, junto con el Subsecretario de Salud de Misiones, Oscar Herrera Aguad, y la Subsecretaria provincial de Hacienda, Lidia Riwaka.
[Mausoleo del doctor Madariaga, en el cementerio La Piedad de Posadas (foto MisionesEE)]
La socia Nilda Brañas habló sobre la figura de Madariaga y cerró su alocución señalando que "al cumplirse una centuria de su fallecimiento evocamos con admiración, gratitud y profundo respeto a quien por sus conocimientos científicos y virtudes personales nos legara el ejemplo de su diáfana conducta ligada a principios éticos de inmortal vigencia". "Su vida, hermosa y ejemplar, se apagó sin estridencias, pero su obra sigue viva, palpitante, porque su personalidad respondió a un arquetipo moral y humano en el que todos deberíamos mirarnos para trasmitir a las generaciones del presente y del futuro la fibra genética de Madariaga cuya textura sin defecciones debe constituir el paradigma de todos los misioneros".
Como cierre del acto se descubrió una placa recordatoria.
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