La primera experiencia internacional para la agrupación coral nacida en el seno del centro vascoargentino Gure Etxea de Tandil resultó un rotundo éxito tanto en el plano artístico como en el personal. El coro dirigido por Martín Tumbarino se presentó ante públicos masivos y disfrutó de actuar valiéndose de tecnología de punta. En el plano personal, los artistas tandilenses disfrutaron de viajar al exterior y estrechar lazos con sus pares brasileños.
Tandil, Argentina. La expedición, formada por el coro Gure Abestiak y el grupo Surcanto, ambos de la localidad de Tandil, visitó entre los días 19 y el 26 de julio distintas localidades del Estado de Santa Catalina, Brasil, para ofrecer un programa de conciertos. La delegación argentina se hospedó en la Villa Católica Divino Leiro, ubicada entre Florianópolis y Camboriú, desde donde la familia Montiel gestionó la invitación y el viaje de los tandilenses.
En palabras de Martín Tumbarino, director del coro, “ya desde nuestra primera presentación, en el predio de la Villa, experimentamos algo único: fue amplificada y tuvimos a nuestra disposición una tecnología en sonido que jamás antes habíamos tenido. Además, cantamos ante más de mil personas. La excelente experiencia se repitió en la segunda presentación, esta vez en el Santuario de Santa Paulina, donde volvimos a disponer de la posibilidad de actuar con un sonido único y donde el concierto fue grabado también bajo excelente calidad. Y como si esto fuera poco, terminado el recital el sacerdote bendijo nuestras voces”, detalla Tumbarino.
Debido a las condiciones climáticas, una de las presentaciones de los grupos debió suspenderse, pero sí hubo un "cierre perfecto” para los viajeros. Al terminar el último concierto en un local del centro y tras el brindis de despedida, los cantantes del centro Gure Etxea caminaron por las playas de Camboriu cantando Boga Boga.
“El viaje unió dos naciones y unió a niños, jóvenes, adultos y a abuelos. Permitió a un grupo amateur cantar en escenarios como si fuera profesional. Permitió viajar y, a muchos, salir por primera vez del país. La experiencia grupal nos enseña a pensar fuera de uno mismo, a tener en cuenta a los compañeros. Todo constituyó una experiencia inolvidable e inspiradora para nuevos proyectos, en pos de la difusión de la música vasca y específicamente de la música coral”, concluye Tumbarino.