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El Centro Vasco de la localidad de Las Flores, en la provincia de Buenos Aires, funciona desde su fundación en la casa donada por el descendiente de navarros Paulo Vidaurreta. Durante el festejo del 22º aniversario de la institución, la euskal etxea inauguró el salón de actos y descubrió una placa con el nombre de quien cedió el espacio para garantizar el desarrollo del Centro.

Las Flores, Argentina. El pasado sábado, 27 de enero, el Centro Vasco florense celebró un nuevo cumpleaños aunque esta vez con una actividad especial. Acompañados por una nutrida cantidad de socios y junto a hijos y nietos del homenajeado, autoridades del Loretako Euskaldunak inauguraron el Salón de Actos y lo bautizaron con el nombre de ‘Don Paulo Vidaurreta’. Durante el acto se descubrió una placa recordatoria, hubo un espectáculo de música vasca a cargo de los artistas Paula Marcus y Agustín Roca, y el lehendakari Federico Inchauspe dirigió unas palabras al público.

Informan desde la Euskal Etxea que el nuevo salón permitirá al Centro un mejor desarrollo de sus actividades. Sobre la personalidad de Don Paulo Vidaurreta, la vice presidenta del Loretako Euskaldunak, Mónica Arrazubieta, explica que el benefactor del centro nació el 27 de enero de 1902 en la localidad de Rosas, Partido de Las Flores, y que fue el quinto de diez hermanos, hijos del pamplonés don Francisco Vidaurreta y de Sabina González, "oriunda de Castilla La Vieja". En segundo grado dejó la escuela para empezar a trabajar en tareas rurales, especialmente en tambos, a lo que dedicó toda su vida. Con 23 años, y tras fallecer su madre, quedó al cuidado de tres de sus hermanas. En el año 1937 se casó con Juana Isabel Rivarola, con quien tuvo cuatro hijos: Ana María, María Otilia, Paulo Jesús y Mario.

En palabras de Arrazubieta, “Don Paulo era un vasco argentino de pura cepa, dedicado con pasión al tambo. Siempre le entusiasmó la yerra, y después de un buen almuerzo, jinetear novillos, pialar terneros, y para ponerle el sello vasco, una partidita de mus. Fue socio de la Cooperativa Agraria, también uno de los primeros de la Sociedad Rural y Primer Presidente de la Cooperadora de la Escuela 27. A fines de la década del ’70, dejó el campo para venir a vivir a la ciudad, a esta casa que hoy es sede del Centro y en la que vivió hasta el último día de sus 85 años. Él supo trasmitir el sentir vasco a sus hijos, a Oti y Lito, quienes al ceder esta casa, siguieron emulando sus valores, su modo de pensar y de actuar en la vida”.

Durante el 2018 el Centro Vasco de Las Flores continuará con sus habituales actividades recreativas y de difusión de la cultura vasca en la ciudad y en la zona.