Diáspora y Aberri Eguna

(por Daniel C. Bilbao, periodista y miembro en Argentina de la asociación Diáspora Vasca. Artículo publicado el 06-04-2003 en el diario Gara)

Los abuelos que emigraron y se dispersaron por el mundo dejaron atrás caseríos, familia, amigos, pero también una patria. Esta idea de patria estaba muy clara en los años de la guerra civil española, alentada por los vascos nativos, exiliados, que cuando pronunciaban esa palabra estaban diciendo «tierra de los padres», lugar de los amigos, paisajes entrañables. Con los años y el devenir de nuevas generaciones, la categoría «patria vasca» ya no contiene las mismas esencias, distanciándose de lo estrictamente afectivo para asumir un carácter más racional y elaborado. Para nuestros abuelos, no necesitaba explicarse.

En aquellos años, el concepto «patria vasca» era asumido de una manera similar en Euskadi como en la diáspora. La característica de cuasi transplante del componente social mayoritario de la diáspora, la presencia fuerte de la primera generación, permitían compartir los mismos elementos y valores a la hora de definir la tierra de los ancestros.

La actualidad de la diáspora es distinta. Tres o cuatro generaciones se han sumado. La «tierra de los padres» es otra; familia y amigos son el entorno cotidiano; Euskadi-Euskal Herria no es un lugar que expulsa hijos de la pobreza sino un país progresista y convocante. Necesariamente, la mirada hacia el país de los ancestros ha de ser distinta. Distinta la comprensión de los afectos y más elaborada racionalmente la imagen y la relación con esa sociedad.

Los medios técnicos, las nuevas pautas culturales, las mejores condiciones sociales de algunos sectores, han facilitado contactos e intercambios que incrementaron el conocimiento mutuo. Si muchos años atrás se podía medir la relación en términos de afecto y compromiso, hoy podemos decir que los parámetros son el interés y la solidaridad. Si bien la información llega a círculos limitados de esos 4.500.000 vascos y descendientes extendidos por el mundo, hay una base que permite avanzar en otro sentido, superador de la solidaridad: el compromiso.

La unilateralidad informativa de los grandes medios, que distorsiona la realidad de Euskal Herria, ha servido, al menos, para poner en claro en la diáspora que existe una situación de conflicto político que enfrenta a los vascos con el Estado español y el Estado francés. Esta comprensión, está imbricada en una historia que nos remite a los abuelos y nos lleva a las raíces ancestrales. Por eso, en determinadas condiciones, la solidaridad da un salto de calidad y se convierte en compromiso.

En distintos países se trabaja estos días para unificar un pronunciamiento común ante el Aberri Eguna de este año, un pronunciamiento que ratifique el compromiso de la diáspora con Euskal Herria. La asociación Diáspora Vasca prepara un documento que presentará a euskaletxeas y demás grupos representativos de la colectividad donde se expresen convicciones tales como que sin soberanía no hay democracia, sin independencia no habrá paz verdadera y duradera.

Desde la distancia, vemos con pena la incapacidad de realizar un acto único porque se priorizan mezquindades partidarias y estratégicas. Udalbiltza ofrece la posibilidad de encontrarse todos en Amaiur, sin diferencias partidarias. Aún tienen tiempo de no defraudar a la diáspora.

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