Baradero, Argentina. No es extraño observar altibajos en el devenir de las euskal etxeas. Ocurre con cierta frecuencia que en algún centro, después de un período de gran movimiento devengan temporadas de poca acción y viceversa. En estos momentos la euskal etxea Aurrera de Baradero, en la provincia de Buenos Aires, no dispone de gran actividad; sin embargo, sí cuenta con al menos un par de personas que no están dispuestas a dejar de apostar al futuro y mantienen con vida la institución y con ella, el referente de la cultura de Euskal Herria en la ciudad.
Neska de Elorduy, actual presidenta, y Griselda Esconjaureguy, secretaria de la institución, han trabajado duro para que los descendientes de vascos estuvieran presentes en los festejos por el 400° aniversario de Baradero. Su remarcable empeño hizo además posible reunir a una buena cantidad de público –entre ellos el intendente local, Aldo Carossi, secretarios gubernamentales y prensa– en las actividades que llevaron a cabo.
Cabe destacar la elaboración y presentación del libro ‘Nuestros Aitonas”, ceremonia que tuvo lugar en el salón del Hotel Edelweiss. Según expresa Esconjaureguy a EuskalKultura.com, durante la misma “se vivieron momentos de gran emoción –llegando incluso hasta las lágrimas– al recordar las historias de nuestros abuelos. Fue muy emotiva la canción ‘El abuelo’, de Alberto Cortez, interpretada en esta oportunidad por Fernando Cristóbal Beyer. Con esa canción, que llegó hasta lo más profundo del corazón de todos los presentes, abrimos este acto tan significativo”.
Como parte de la presentación, además, quienes contaron cada una de las historias que conforman el libro explicaron qué los llevó a querer formar parte de la publicación. “Se observó así la unión de familias”, explicó la secretaria del centro Aurrera. Recordemos que ‘Nuestros Aitonas’ fue editado por la euskal etxea y que está dividido en las siguientes partes: información sobre Euskal Herria, la ikurriña, poesía y el Padre Nuestro en euskera; la historia de las familias vascas de la ciudad y por último, un archivo fotográfico.
El programa auspiciado por el centro vasco se llevó a cabo a fines de julio, de tal manera que el día martes 28 de julio se presentó asimismo la publicación “Una charla entre vascos”, en un acto acompañado por familias de la colectividad y que fue descripto por sus organizadores como una “actividad interdisciplinaria que combinó música y literatura”.
También fue parte de los festejos por el cuatricentenario la plantación de un roble. Este árbol, “símbolo de los vascos”, se plantó en la esquina de las calles Perito Moreno y Saavedra a modo de homenaje al primer horno de ladrillos instalado en la zona por el vasco José Golonechea (sic).
Para concluir con los festejos, integrantes de la euskal etxea visitaron el Hogar de Ancianos de Baradero y celebraron San Ignacio, con un homenaje en la Plaza Colón. La ceremonia consistió en enterrar una caja con información sobre la casa vasca actual y con la consigna de que sea desenterrada dentro de un siglo. De esta manera, Aurrera cerró su participación en los actos de la ciudad con un mensaje a las generaciones venideras.