Cristina Martínez Sacristán. Un tren atraviesa el pueblo de Legorreta (Gipuzkoa). En realidad, las vías son la arteria del municipio, confirman dos jóvenes veinteañeras que viven allí. Una metáfora para llevar y traer una hilera de flash-backs y testimonios en la película Hurrengo geltokia, ideada por Ion Diaz y Oroitz Jauregi, para recoger un documento de lo que supusieron la guerra civil, la posguerra, el franquismo, una transición que no terminaba de transitar... El escenario para hablar de todo ello, y visionar el documental, fue este sábado en una zona muy berlinesa, en Prenzlauer Berg, donde todavía Berlín sabe a grafiti, a ideas, a mixtura, a lucha por la libertad.
La capital alemana, tan rehecha a retales, por partes, duplicada, multicultural y llena de creadores y personas soñadoras, también sigue la estética del tren y del metro por todos sus barrios... Otro emblema coincidente para que el pequeño cine Lichtblick Kino mostrara a los hijos e hijas de Legorreta cantando, contando, recordando y, al final, en un montaje sin palabras, emocionados, la mirada lejana y humedecida, al rememorar la represión, los tiros, las torturas, la muerte. Un periodo muy oscuro, en el que, narran, las niñas y los niños tenían que estar separados, los maestros obligaban a no hablar “en vascuence”, te podían detener por albergar una máquina de escribir en tu casa, te podían desnudar y meter la cabeza en un recipiente con agua por... pues por lo que alegaran que habías hecho.
La Euskal Etxea de Berlín viene organizando eventos en euskera y alemán, de forma que en Alemania conozcan mejor la cultura vasca. Y también su pasado, su Historia y su persecución. Así lo explicaba el sábado a Deia Constanze Lindemann, experta historiadora que, además, impulsó la fundación de dicha casa vasca: “Había que dar voz a los supervivientes del Bombardeo de Gernika, había que contar que el pueblo había sido totalmente destruido. Solo había habido asociaciones vascas por muchos años. Teníamos mucho material histórico y había que darle visibilidad, que las instituciones alemanas se involucraran”. Y llevan tiempo trabajando en colaboración con Gernika.
Su amigo Ingu Drostil expuso en la ronda de preguntas a Ion Diaz, finalizada la proyección, que “cuando estuve en Gernika algunos euskaldunes me dijeron que el Gobierno español aún no había pedido perdón”, indicó con preocupación. Fabian, un médico alemán, comentaba a este diario: “Me recuerda a lo que pasó con los judíos. ¿Qué piensan los vascos de lo que les hicieron? ¿Han perdonado a los españoles?”
LEHENENGO GELTOKIA. Antes de acudir al cine de Prenzlauer Berg, Ion Diaz, Oroitz Jauregi, el cámara Antton Altuna, su hija Mara, el lector de Leipzig Unai Lauzirika y otros legorretarras que han participado directa o indirectamente en el filme comían en un libanés cercano. La estampa multicultural y alegre poco tenía que ver con las duras historias que son recordadas en Hurrengo geltokia. Claro que el Berlín actual tampoco tiene que ver con aquel controlado y silenciado en los tiempos más oscuros del nazismo. Ni el esquilmado por el muro...
El hecho de presentar en Berlín esta semblanza personalizada de la huella que dejan una guerra y una dictadura tenía interés para sus creadores, si bien antes pasaron por Londres, por el London International Film Makers Festival, y seguirán mostrando su obra en lugares estratégicos.
Ion, también profesor en la UPV y en Mondragon Unibertsitatea, y Oroitz no habían trabajado antes juntos. Todo empezó porque Jabier Larrauri solía contar historias tomando un café o un vino en el bar. Se había convertido en el transmisor oral de la memoria histórica de Legorreta, y después en uno de los más contundentes narradores en Hurrengo geltokia. Esto hizo pensar a Ion que habría que realizar esta producción, más allá de “la anécdota”, y que guionizó al alimón con Oroitz, filmando Iban Zunzunegi. Una música melancólica y con final esperanzador acompaña la cinta; el autor, Jabier Muguruza, que nuevamente ha mostrado su sensibilidad para traducir los sentimientos.
Con similitudes con La pelota vasca, donde Julio Medem trató de plasmar las aristas y visiones en torno al llamado “conflicto vasco”, la cámara va y viene en esta producción, pasando por el hambre de la guerra, los juegos de los niños a pesar de las trincheras, los enfrentamientos sindicales con la patronal años más tarde, el franquismo más lacerante en todos los aspectos de la vida, los primeros pantalones en mujeres... Mujeres acusadas de ir provocando por no usar faldas, hombres imposibilitados para cantar en su lengua.
BIGARREN GELTOKIA Fue interesante que en Berlín estuvieran habitantes de Legorreta de diferentes generaciones. Así, Mara y Maddi --hija de Karmele Gaztañaga-- comentaban que, en Legorreta, ya no se hablaba del franquismo o de lo que sucedió en la guerra como en generaciones anteriores. Por supuesto, Karmele o Nekane --esposa de Jabier Larrauri-- sí tienen vívidos los recuerdos de la extorsión, de la clandestinidad, de la violencia para amedrentar. “A mi ama le tenían prohibido andar con Karmele”, afirmó Ion Diaz en el debate posterior al visionado.
Mara y Maddi, en su veintena de años, y Josune, en sus 40, coinciden en que esta película resulta un “documento” de la época, que servirá “para concienciar de lo que ocurrió”. Ese era uno de los objetivos de Ion y Oroitz: realizar un documento para el Ayuntamiento de Legorreta. Pero ahora están yendo más allá, dando a conocer esta realidad al mundo.
Con sus propios medios, los autores tradujeron al inglés la película, y así está circulando por diferentes foros. Para “orgullo del pueblo”, afirmaban el sábado las legorretarras. Hicieron entre todos las entrevistas y Ion, acostumbrado a la investigación, avanzó con los datos.
El exsindicalista José Elorrieta, padre de Irati --una de las organizadoras de los eventos en euskera en Alemania--, evitó la cámara de fotos, pero sí mostró su alegría a Deia al valorar los “diferentes temas” abordados por la película, desde “la lucha de clases, la guerra, la iglesia, la separación entre hombres y mujeres...”, en relatos “anónimos, aunque sean personas identificables”. Elorrieta ve un conjunto “coral”, que resulta “cercano” para los espectadores.
Estitxu es donostiarra y lleva 24 años en Berlín. Por ello, conoce bien a la directora de la Euskal Etxea, Ainhoa Añorga, ahora de vacaciones. Su marido, Andreas, es alemán y dice no hablar euskera --“es muy difícil”--, aunque entiende a Estitxu cuando habla con su hijo Erik Beñat. El resto de temas los comentan en alemán. Era la primera vez que acudía a un evento de estas características. En el caso de Alazne, guía en Berlín desde hace una docena de años, sí frecuenta estas convocatorias, especialmente con un amigo guipuzcoano.
Ion, amigo de profundizar, aportó al debate la imagen de “dos Españas: una de ricos y otra de pobres”, que actualmente “está muy mal. Políticamente, en los medios de comunicación...”. Y ahí se habló de quienes fueron a otros países a luchar contra Hitler, para ver si lograban derrotar a Franco, “y no lo lograron”. Ion lo explicaba en euskera, Lourdes Izagirre en alemán, había quien preguntaba en alemán y Lourdes traducía, y viceversa.
(Publicado en Deia el 26-10-2016)