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'Nuestra proyección internacional es una de las grandes cuestiones pendientes', afirma Garaikoetxea al programa radial vascoargentino Presencia Vasca

15/01/2004

Carlos Garaikoetxea y el periodista paranaense Federico Borrás en un momento de la entrevista, realizada en Iruña-Pamplona (foto U.E.E.)
Carlos Garaikoetxea y el periodista paranaense Federico Borrás en un momento de la entrevista, realizada en Iruña-Pamplona (foto U.E.E.)

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Para el ex presidente del Gobierno Vasco, Euskal Herria atraviesa su momento más difícil en un cuarto de siglo. Convocadas elecciones al Parlamento español para el próximo mes de marzo, Garaikoetxea sólo vaticina dificultades en la cuestión vasca si el Partido Popular continúa al frente del gobierno de España. Preguntado sobre la diáspora, el político pamplonés subraya que constituye una asignatura pendiente y señala la necesidad de profundizar en la labor de conexión entre los vascos de ambos lados del Atlántico.
Presencia Vasca. Quien fuera el primer lehendakari luego de la restauración del Gobierno Vasco tras la dictadura franquista dialogó en su despacho de Iruña-Pamplona con Federico Borrás Alcain en una entrevista exclusiva que emitió el pasado fin de semana el programa radial entrerriano Presencia Vasca.

[Garaikoetxea fue elegido presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV) al final de la dictadura franquista, y presidió el gobierno provisional vasco de los años 1979-1980. Le tocó dirigir los destinos de la Comunidad Autónoma Vasca como presidente (lehendakari) en dos legislaturas (1980 y 1984). Fue parlamentario navarro, diputado europeo en dos mandatos, y miembro del Parlamento Vasco en cinco oportunidades. Presidió la Alianza Libre Europea (partidos de naciones sin estado) y en 1987 fundó Eusko Alkartasuna, partido político que encabezó hasta 1999]

¿Como está siguiendo la actualidad política vasca?

Más que siguiendo, estoy viviendo muy intensamente esta situación, aunque no con el protagonismo político que en su día me correspondió. Si debo calificar la situación, diría que es muy complicada. Como siempre, estamos entre dos extremismos: el de un gobierno español reaccionario en todos los campos, no sólo en lo referente a las demandas autonómicas, sino en el orden educativo, penitenciario o socio económico. Por el otro lado, tenemos la provocación y las facilidades a la manipulación política que ofrece el extremismo de ETA. Esto nos crea a los vascos en general, y a los nacionalistas vascos en particular, una situación muy difícil. Desde hace un cuarto de siglo, éste es el momento más difícil que yo haya observado.

A usted le tocó negociar el Estatuto de 1979, cuya reforma impulsa ahora el Gobierno Vasco. A la luz de la actitud del actual gobierno español, ¿es éste el momento más indicado para negociar un nuevo marco jurídico para el pueblo vasco?

Yo creo que es el momento adecuado por dos razones. La primera es que la reforma o la contrarreforma de facto de ese Estatuto, la han venido desarrollando los gobierno españoles en los últimos años. De manera que la contrarreforma no la hemos llevado a cabo nosotros, la han hecho ellos prevaliéndose del monopolio de la fuerza del Estado, haciendo de su capa un sayo en la interpretación del Estatuto, con la complicidad del Poder Judicial español.

Por otro lado, hubo en aquel entonces un compromiso político que fue muy difícil, ajustado, en unas circunstancias históricas y políticas muy especiales, como lo era el intento de superar una dictadura y soslayar los peligros de involución nuevamente hacia la misma. Hoy se justifica que en otro momento histórico que no tiene nada que ve con aquél, en el marco de una Europa que puede vigilar esas tentaciones involucionistas, es hasta cierto punto lógico que aquel pacto sea revisado. Fue un acuerdo muy condicionado por las circunstancias, que hoy son muy diferentes. Aunque no hubiera habido esa contrarreforma, igual sería lógica una revisión.

¿Le genera una expectativa favorable para Euskadi el nuevo escenario político en Cataluña?

Si existiera coherencia en el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y éste ganara las elecciones, cosa que parece bastante difícil, sí podría haber una expectativa para que al menos existiera un diálogo, una negociación, que es el procedimiento civilizado a través del cual hay que resolver estas cuestiones. Esto es a lo que se niega Aznar (José María) y el gobierno de la derecha, que empieza por no hablar, negándose a dialogar con el representante legítimo del pueblo vasco. Insisto en que la situación es muy compleja porque no es fácilmente previsible una victoria del PSOE en las próximas elecciones, y aun en tal supuesto, habría que ver si es coherente con la actitud abierta en Cataluña por su partido federado o si se inclina hacia las posturas centralistas tradicionales de sus varones en otros territorios de España.

A pesar de los condicionamientos existentes en la época en que a usted le tocó asumir la presidencia del gobierno vasco, pareciera que existía a la vez un mayor respeto a la figura del lehendakari y al pueblo vasco por parte de la clase política española. ¿Qué ha cambiado en estos años para que ese respeto se perdiera en muchos dirigentes políticos de Madrid?

Existen diversos elementos que han influido en este cambio. Uno de ellos es que en la época de la transición en España había un cierto respeto a la cuestión vasca. Los propios protagonistas de la transición, como Adolfo Suárez, que provenían del franquismo, tenían un cierto afán de redimirse de su pasado, dando respuestas que en el caso de Suárez fueron bastante valientes. Pero sobre todo había una consideración del problema vasco como algo muy específico, con una reivindicación nacional inequívoca. En cambio, luego se produjo en mi opinión el enorme error de hacer una distribución del Estado en comunidades autónomas simétricas, creando problemas donde no los había, y rebajando la respuesta a las situaciones de Euskadi y Cataluña, donde si había una reivindicación nacional.

Se hizo aquello que se dio en llamar el café para todos, que significó igualar para abajo. Se pasó de una respuesta a las demandas nacionales de autogobierno, a una mera descentralización regional del Estado; Esto, unido a otros elementos, como el descrédito y la capacidad de manipulación contra el nacionalismo vasco que ha traído la estrategia violenta de ETA. También el carácter reaccionario de gobiernos como el actual han degradado mucho la relación entre Euskadi y las autoridades del gobierno español. Quizás éste es el momento más crítico de ese proceso degenerativo.

El próximo mes de marzo habrá elecciones para renovar el parlamento español, y consecuentemente, el gobierno del Estado. ¿Genera este proceso electoral alguna expectativa favorable para el nacionalismo vasco?

Las expectativas en este momento no son muy alentadoras. Inexplicablemente desde mi punto de vista, la derecha española del Partido Popular parece que va ganando puntos. Quizá a ello contribuya la torpeza y los errores inmensos de la principal fuerza de oposición, el PSOE, del que cabría esperar quizás una respuesta más acorde con su tradición más demócrata. De manera que se avecina un período difícil si no hay un cambio en la dirección del Partido Popular.

¿El fin de ETA está próximo, tal como han afirmado por estos días algunos políticos, algunos de ellos nacionalistas vascos?

Yo creo que a veces hay declaraciones que son de rigor, que suenan bien, pero que no sé si son muy fundamentadas. Pienso que el propio gobierno español no tiene un interés excesivo en que desaparezca por completo ETA. Subrayo lo de por completo, porque teme mucho más a una nueva situación política en la que todas las fuerzas nacionales vascas, desde planteamientos cívicos democráticos y absolutamente pacíficos, pudieran unir sus fuerzas que hoy aparecen divididas porque no podemos aceptar la estrategia vulneradora de los derechos humanos de ETA. El gobierno teme más a esa situación que resultaría de la desaparición total de ETA, que al hecho de soportar el goteo doloroso y humanamente tan reprobable de la violencia.

Desde su experiencia en la política: ¿Qué rol le puede caber a la diáspora vasca en el actual proceso político vasco?

En primer lugar, permítame decirle que para los que hemos tenido el privilegio de conocer a una parte de la diáspora vasca, probablemente sea uno de los elementos más estimulantes que hemos tenido los que tuvimos la responsabilidad de dirigir a este país. Desde mi primer gobierno, siempre creí que debemos obtener sinergias de ese potencial enorme de un colectivo lleno de prestigio y de honorabilidad que tenemos a lo largo y ancho del mundo, especialmente en Hispanoamérica. En este sentido, creo que tenemos una asignatura pendiente. Hay que seguir trabajando en la labor de conexión con la diáspora que iniciamos en un gobierno que tuvimos que construir desde la primera piedra. Debemos ser un poco comprensivos en esto. Teníamos urgencias enormes en el propio solar de Euskal Herria. Pero creo que tenemos una esperanza y una labor pendiente importantísima.

¿Le quedó alguna asignatura pendiente como lehendakari?

Acabo de señalar una de ellas. Uno se lamenta de los errores que ha cometido, especialmente cuando uno ha sido lehendakari joven de una Euskadi joven. Tuvimos que empezar de cero, comenzando por montar hasta nuestras propias sedes y despachos. Mantener una máquina ya construida en movimiento es más o menos complicado, pero otra cosa es montarla. Además, por razones obvias, la dictadura no nos permitió ni siquiera la experiencia previa de haber sido siquiera concejal, por lo que naturalmente era una tarea complicada. Yo tuve la suerte de tener en mis dos gobiernos unos compañeros fantásticos. La gente se tiraba entonces sin red a la política, porque eran momentos de gran ilusión. Grandes profesionales dejaban sus despachos o cátedras, y formamos un equipo fantástico. De modo que yo no puedo reprochar a mis dos gobiernos, incluso en el provisional previo de concertación, de dejar muchas cosas pendientes. Se hizo un trabajo enorme, y el mérito fue de ese equipo. Sin embargo, creo que nuestra proyección internacional es una de las grandes cuestiones pendientes. Allí habría que gastar energías y recursos con gran prodigalidad. La causa del pueblo vasco se juega hoy desde luego en el Estado español, pero si no tenemos gente que nos vea en nuestra realidad, y no en la imagen manipulada que se refleja desde el Estado español, utilizando la violencia de ETA, describiéndonos como un país absolutamente estigmatizado, y generando una animadversión donde había una gran consideración hacia el pueblo vasco.

Yo siempre cuento la anécdota que cuando era estudiante, y me pedían en París o Londres la nacionalidad, yo decía que era vasco, porque como vasco era muy bien considerado en aquellos años de la negra dictadura franquista. Años después, estando en el parlamento europeo, pedí en un hotel de Bruselas que me hicieran la reserva en el hotel de Estrasburgo, donde teníamos divididas nuestras sedes. La recepcionista del hotel, que era una señora que me quería mucho me dijo: ´Señor Garaikoetxea, le he hecho la reserva y no les he dicho que es vasco ...´ (risas del entrevistado al recordarlo). Aquello coincidía con uno de esos episodios, que tienen gran repercusión internacional. Hay un refrán que dice que las mujeres honradas no tienen historia. Los episodios de vida normal y pacífica, como es este país cotidianamente, no tienen repercusión. Pero cuando hay un atentado, se proyecta una imagen del país que es absolutamente irreconocible. Mucho más si se manipula desde el poder político español para desacreditarnos todavía más.

Le agradecemos su atención, y le deseamos un pronto regreso a la Argentina, donde ha sembrado muy buenos amigos.

Muchas gracias. Eso es algo que me ilusiona mucho también, porque tengo además del respeto y admiración por la gran Nación Argentina, amigos del alma y compañeros de ideales políticos que son para mí de los más estimados.

[Presencia Vasca es un espacio radial que se emite bajo la conducción de Federico Borrás Alcain todos los domingos de 12 a 13, por FM Universidad, emisora perteneciente a la Facultad Regional Paraná de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Paraná, en la argentina provincia de Entre Ríos]


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