Sabrina Otegui / Basauri, Bizkaia. Llegados de la Diáspora, visitamos en su localidad natal a Itziar Ituño, actriz, directora, cantante y música. Fue durante años Nekane Beitia en la teleserie 'Goenkale'. Con el personaje de Lourdes, en 'Loreak', soñó con los Oscar, en la primera vez en la historia que una película en euskera optó al galardón. La fama internacional le llegó de la mano de 'La casa de papel', serie que triunfó en todo el mundo a través de Netflix. A pesar de ello, el éxito y el reconocimiento internacional –recordemos que la serie recibió el premio Emmy en la categoría de mejor drama– no han hecho mella en Itziar Ituño, ni socavado sus bases, su compromiso para con Euskal Herria y el euskera, y su deseo de seguir viviendo en Basauri. Quizás por todo ello, al solicitarle esta entrevista, Itziar no solo la aceptó gustosa, sino que afirmó que charlaría "con gran ilusión para los lectores de EuskalKultura.com”. Mila esker, Itziar, hain oroitzapen ona utzi digun solasaldiagatik!
-El 8 de septiembre del pasado año se institucionalizó y celebró por primera vez en todo el mundo el Día de la Diáspora Vasca. En tu caso, ¿qué sabés de la Diáspora? ¿Tuviste alguna posibilidad de conocer este movimiento que vive y mantiene la cultura vasca más allá de sus frontera geográficas?
-Bueno, sé que se llama a la Diáspora la ‘Octava Provincia’, pero no sé muy bien cómo funcionan las cosas allí o cómo ven Euskal Herria desde la distancia. Hace unos años la Euskal Etxea Artea de Mallorca invitó al grupo Dangiliske, del que formo parte, a participar de un espectáculo para los vascos que residen allí. Pero ese fue mi único contacto. No sé cuánta gente es, no sé qué tanta implicación hay… ¡Ah! ¡Sé que algunas en euskal etxeas hay unos frontones enormes y que organizan muy buenas fiestas vascas y conciertos!
-Fueron muchos los vascos que cruzaron el Atlántico para afincarse en América. ¿Tenés alguna de esas historias en tu familia?
-¡Sí! Hace muchos muchos años un tío de la amama Jesusa se fue a Argentina, a un lugar llamado Gonzales Chaves. Su nombre era Felipe Fernández de Las Heras del Ors; él tenía una casa allí, era jugador y un día apareció muerto… Luego de la Guerra Civil le llegó a la amama una nota en la que le informaban que había heredado esta casa… Pero ¡imaginate lo que significaba para la abuela pensar en Argentina! ¡Tan lejos! Ella era navarra, siempre vivió en su pueblo… En seguida la vendió, seguramente por tres monedas… Ahora yo le digo a mi madre, un poco en broma, un poco en serio… “Ama, ¡te imaginas si tuviéramos un casita en Argentina!”
-Vos a través de tus trabajos te has acercado a la Diáspora… La película ‘Loreak’ se ha proyectado en muchas euskal etxeas y con ella se escuchó euskera y se pudo ver una versión actual del País Vasco.
-Sí, hoy en día es más fácil llegar a la gente y es más fácil que la gente conozca tu trabajo. Por ejemplo, nos ha pasado algo muy lindo con el grupo Ingot. Hay una banda argentina que se llama ‘Patagonia Revelde’ (sic) que ha hecho una versión en castellano de nuestro tema ‘Zeugaz’ (Contigo). El cantante del grupo, Fran, un tipo muy majo, había visto ‘Loreak’ y ‘La casa de Papel’ y al escuchar ‘Zeugaz’ le gustó tanto que la grabó en castellano [aquí video de Zeugaz en castellano, con participación de Itziar]. Y me la mandó en un CD, en una versión acústica, con una carta escrita a mano. Fue algo que me emocionó muchísimo, por eso me puse en contacto con ellos. Son de esas cosas curiosas y lindas que a veces te regala la vida.
-Gracias también a las nuevas tecnologías hay gente que se ha acercado a estudiar euskera a los centros vascos por vos, por haberte conocido en 'La Casa...' y ser fieles seguidores tuyos...
-Es increíble la influencia que tienen las redes sociales... Tengo una cuenta de Instagram, en la que escribo en euskera y castellano, a veces en inglés y portugués. Y fíjate que me llegan regalos o fotos transcribiendo frases en euskera que yo alguna vez puse en mi cuenta. Que el euskera se difunda me parece siempre algo bueno, no importa cómo.
-En tu caso, además, sos un lindo modelo para los ikasles, ya que sos euskaldunberri.
-Sí, soy euskaldunberri y muy orgullosa de ello. Estudié en AEK de Basauri con diecinueve años. En mi época no había muchas opciones sobre todo si tus padres no eran euskaldunes. Mi madre estaba empezando a estudiarlo en la gaueskola (escuela nocturna) después de la dictadura, y me matricularon en el modelo A, todo en castellano. Y en un momento empecé a sentir una contradicción interna por ser vasca y no hablar euskera. Entonces me apunté en el euskaltegi y en dos o tres años me saqué el EGA.
-¿Qué te ha dado el euskera?
-¡Tanto! En la profesión mucho, casi todo. La mayor parte de mi carrera se ha desarrollado en euskera. Empecé en ‘Goenkale’, de allí al teatro; con el tiempo llegó ‘Loreak’, que me abrió muchas puertas y fue a través de esa película que llegué a ‘La Casa de Papel’. A nivel personal el euskera me dio un lugar en el mundo. Yo antes me sentía vasca pero desde que sé euskera entiendo lo vasco desde otro punto de vista, diría que desde las raíces. En cada palabra del euskera hay alguna clave para saber qué somos y cómo entendemos el mundo los vascos. Y soy euskaldunberri y también eso me llena de orgullo. Los euskaldunzaharrak a veces nos meten complejos, pero ellos no saben el esfuerzo que significa aprender euskera y a la vez qué lindo es ese camino. Hay distintos euskalkis, y entre ellos el de los euskaldunberris es uno más.
-Sin duda tu papel de Raquel Murillo en 'La casa de papel' marcó un antes y un después en tu vida.
-Sí, inicialmente yo sabía que me iba a España a grabar una serie y que ahí terminaba todo. Pero claro, al aparecer Netflix y el boom que eso generó… De verdad no lo esperábamos. La serie fue todo un fenómeno en Argentina, Brasil, en toda América del Sur. De pronto la actitud de la gente cambió, empecé a recibir regalos, cartas, aparecieron los clubs de fans… ¡aluciné! Era algo nuevo para mí, mi entorno siempre estuvo aquí, en Bausauri, y todo eso era nuevo para mí. Me hace gracia… debe ser la falta de costumbre. Hace unos meses en Perú, en Lima, la gente me reconocía en la calle, en los bares… En la Amazonia me reconocían… Y no sé muy bien cómo manejar todo eso… Por otro lado, en lo laboral, no hubo el mismo ‘boom’, no me llamó Spielberg (risas) y sigo bastante parecido a antes, con proyectos de teatro, y tocando con Ingot y Dangiliske.
-¿A qué crees que se debe el éxito de la serie?
-Yo diría que hay varias cosas… el ritmo de la narración, cómo se mueve la cámara… Cada capítulo tiene un anzuelo para que el espectador se quede con ganas de más. Por otro lado, la historia tiene algo de antisistema y eso también la vuelve atractiva. La gente se siente identificada con los atracadores. A mí me tocó estar del otro lado. Siempre me toca estar del otro lado (risas), pero bueno, hacer de negociadora también está bien. El personaje de Raquel Murillo me gusta porque es una mujer fuerte que aún así y por ser mujer es oprimida, todo el mundo quiere pasar por sobre ella. Sufre maltrato y no le creen... Es un tema delicado que fue incluido por los guionistas con esa intención, mostrar cómo una mujer fuerte puede sufrir violencia en su vida personal, mostrar que es algo que le puede pasar a cualquiera. De todos los aspectos del personaje ese fue el que más me costó.
-Te hubiera gustado ser el Profesor?
-Sí, completamente, decir “ahora me toca a mí”, hubiera sido otra historia.
-La serie sufrió un serio intento de boicot en España antes de su estreno debido a tu participación en ella, atacando tus ideas y tu compromiso personal en relación a lo vasco. ¿Cómo viviste ese momento?
-Lo pasé mal. Creo que cuando sucedió quedó a la vista la falta de democracia que hay en el Estado y que sufrimos todos los artistas de una manera u otra. Yo fui una más, simplemente por ser euskaldun y defender las ideas que defiendo.
-¿Cómo ves Euskal Herria en el futuro?
-Creo que en la historia hay momentos en los que se va para adelante y otros en los que se retrocede. La historia es circular, como una espiral, y en este momento, aunque parezca lo contrario, creo que estamos en el reverso del círculo, en el lado más oscuro de la luna, por decirlo de alguna manera. Con el euskera tampoco avanzamos mucho, aunque pueda parecer lo contrario; los jóvenes no lo usan demasiado y no ha salido aún de su situación de riesgo. Como pueblo, seguimos con una gran falta de reconocimiento; nuestros derechos como pueblo originario no se respetan. Y la gente está cansada... Pero bueno, seguro que las cosas cambian. Los vascos sobreviviremos, como hasta ahora, como siempre hemos hecho.
-Hay quien opina que el rol de la Diáspora puede marcar la diferencia en el futuro de Euskal Herria, como recurso importante a la hora de enfrentar distintos desafíos.
-Por eso creo que es tan importante construir puentes entre Euskal Herria y su diáspora. En lo personal, me gustaría muchísimo ir a América del Sur, a Argentina, ir con nuestro grupo Dangiliske a tocar en alguna fiesta, o a hacer teatro en euskera o llevar alguna propuesta cultural a las euskal etxeas. Me haría mucha ilusión, sobre todo porque eso me permitiría conocer a la gente, saber cómo es en realidad, cómo nos ven desde allá. Y como sé que EuskalKultura.com llega a vascos de todo el mundo, quiero aprovechar para mandar un abrazo muy muy fuerte a los vascos y vascas de toda la Diáspora.