diáspora y cultura vasca
26/04/2010
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Buenos Aires, Argentina. La fecha del aniversario del bombardeo de Gernika es una de las fechas que figura en rojo en el calendario de buen número de euskal etxeas de todo el mundo. Son cada vez menos los supervivientes del bombardeo que quedan en las diferentes comunidades vascas repartidas por el mundo, pero aún quedan gente testigo directa de la matanza, que año tras año conmemora aquella aciaga jornada. No podrá hacerlo ya en Estados Unidos, donde residía desde 1951, el amigo Félix Bilbao, gudari que desde Ondarroa, desde la ermita de Zamalloa, fue testigo del paso de los aviones que arrasarían la villa; a los 93 años, Félix fallecía el pasado 3 de abril en San Francisco. Sí lo harán, tal como ha reflejado la prensa de su lugar norteamericano de arraigo y residencia, Salt Lake City, el matrimonio formado por Madalena y Jaime Sangroniz, tal como cuenta el testimonio que sobre el bombardeo ha reflejado el Salt Lake Tribune.
Desde diversas colectividades vascas nos llegan programas y también escritos alusivos a la fecha de hoy, en las que diferentes personas reflexionan al hilo de la efemérides. Desde Villa Mercedes, en la argentina provincia de San Luis, la euskal etxea local señala que conmemorará la jornada "colocando una placa en el Retoño del Roble de Gernika [que brota en la ciudad] como símbolo internacional de la Paz y de la Libertad en la Plaza San Martí de nuestra ciudad. Para ello fue dictada una declaración del Honorable Concejo Deliberante declarando "Patrimonia histórico cultural" al mismo".
Desde FEVA y en el stand que la federación tiene instalado en la recién iniciada Feria del Libro de Buenos Aires, ayer y hoy se han sucedido los momentos en que se ha recordado el aniversario, "con baile de aurresku de honor, txistularis, proyección de documentales, palabras alusivas, y la entrega del documento A 73 años Gernika", elaborado por Xabier Olaizola para FEVA (ver al final del artículo). Por su parte, en Mar del Plata, el Centro Vasco Denak Bat, invita a diversos actos de homenaje conmemorativos, incluyendo la proyección de un documental, según desmenuza el programa que ilustra esta nota.
Incluimos a continuación tres escritos que han llegado a la redacción de EuskalKultura.com de tres autores diferentes, escritos en conmemoración de la jornada: de la mano de Xabier Olaizola, desde Buenos Aires; de Sergio Rekarte, desde General Villegas; y de César Arrondo, desde La Plata.
CUANDO EL CORAZÓN DE LA NACIÓN VASCA FUE ASESINADO
Por Sergio Rekarte
Si existe en el País Vasco un lugar que simboliza la libertad de un pueblo, es precisamente Gernika, la villa vizcaína donde en su dilatada historia cuenta con una marca de horror y sufrimiento. Ese punto de encuentro con la tragedia tiene fecha concreta: 26 de abril de 1937
En ese fatídico día, la ciudad fue bombardeada por los aviones de la Legión Cóndor alemana, que como tropa auxiliar de los militares sublevados contra la República española contribuyó al triunfo del fascismo encarnado en el caudillo Francisco Franco.
Gernika, en esa jornada, fue completamente destruida y cientos de inocentes personas murieron en una lluvia de bombas, metralla y fuego. El bombardeo de Gernika fue el primer ataque aéreo indiscriminado contra una ciudad indefensa y su población civil, y como tal, un anuncio de futuras tragedias que culminaron en la destrucción de Pforzheim, Dresden, Hiroshima o algo más cercano a nuestros días, en las aldeas vietnamitas arrasadas por el napalm, en las ciudades de Irak bombardeadas de forma indiscriminadas o en los poblados indígenas de las selvas centroamericanas. Incluso, nosotros, argentinos, tenemos por desgracia nuestro propio Gernika cuando aviones navales bombardearon la Plaza de Mayo en el año 1955 y masacraron a cientos de ciudadanos con la intención de derribar un gobierno.
Podemos decir que desde entonces Gernika se convirtió en símbolo de los horrores de la guerra de nuestra era. Una acción que mejor representa la barbarie fascista y, por otro lado, la tragedia del pueblo vasco. Un hijo de Gernika, el periodista Manuel Leguineche dijo con certeza: “el bombardeo de Gernika fue el ensayo general para la gran tragedia que se cernía sobre el mundo. Sirvió de laboratorio donde experimentar la masacre planificada”.
Gernika, lugar donde la soberanía de la nación vasca se encarna en el legendario Roble, como bien lo supo expresar el bardo Iparraguirre en sus versos del Gernikako Arbola, el himno de la reivindicación popular de las libertades vascas. Allí, en Gernika, un 26 de abril de 1937 la humanidad toda se sonrojó de vergüenza y un genial pintor, Pablo Picasso supo frente al espanto plasmar en el lienzo la bestialidad de los hombres.
Valga recordar en esta ocasión, las emotivas palabras pronunciadas un 27 de abril de 1997 por Luis Iriondo en representación de los sobrevivientes del bombardeo, para tener cabal dimensión de aquella tragedia, palabras dichas frente a una delegación de autoridades alemanas que habían acudido a Gernika a pedir perdón por lo que había realizado aquella Alemania nazi, y que nos refleja la desolación y desesperación de esas inocentes personas.
“Nos veían como hormigas que huíamos desesperadamente y nos lanzaron una lluvia de fuego, metralla y muerte. Y destruyeron nuestro pueblo. Y aquella noche ya no pudimos volver a cenar en nuestra casa ni dormir en nuestra cama. Ya no teníamos hogar. No teníamos casa…”
Hoy, a 73 años de lo ocurrido en el corazón de la Nación Vasca, sirva tener presente que con el transcurrir de los años, Gernika supo resurgir de las cenizas y el espanto y en donde han brotado innumerables proyectos encaminados a defender la cultura de la reconciliación y del diálogo como resolución de los conflictos. Ejemplo para el mundo y demostración plena que el pueblo vasco potencia la cultura de la paz a los cuatros puntos cardinales.
Lamentablemente, ese convencimiento no ha tenido y tiene en el presente, la reciprocidad en quienes desde el poder de sus gobiernos, tanto de Francia como de España, niegan y boicotean sistemáticamente cualquier posible solución al conflicto político vasco, valga decir, el más extenso en el tiempo en toda la historia contemporánea de Europa, vigente aún con sus secuelas de dolor y angustia. No obstante, y pese a todas las enormes dificultades que la historia supo plantarle en la existencia de este pueblo, es el deseo mayoritario de los vascos a no resignarse, a no bajar los brazos y a seguir luchando en democracia, por la paz, por sus derechos y su libertad.
Sergio Rekarte
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A 73 AÑOS, CON EL CORAZÓN EN GERNIKA
Por Xabier Olaizola, para FEVA
26 de abril de 1937, tras cuatro horas de bombardeo y metralla, cae piadosa la noche sobre Gernika que arde como una antorcha. La vieja Villa Sagrada de los vascos, cuna de sus leyes y libertades ha sido borrada del mapa por la aviación de Hitler y Mussolini al servicio de Franco. El veinticinco por ciento de los habitantes de Gernika han sido masacrados y los restos mutilados de seres humanos y de animales se entremezclan y confunden entre los escombros. Pero el Roble y el Alma permanecen incólumes.
El preludio fue en Durango, Otxandiano y Elgeta, como Gernika, poblaciones abiertas y sin valor estratégico alguno, barridas también por la misma furia asesina con el único objeto de sembrar el terror, de amedrentar y de probar el armamento. Pero el Roble y el Alma permanecen incólumes.
Gernika, como Durango, Otxandiano y Elgeta, era una bucólica villa pastoril pero también un símbolo, una bandera, la cuna de la ley vieja, de la hidalguía de los vascos, fundada en la igual dignidad humana de quienes por compartir una lengua, una cultura y un territorio constituyen un Pueblo. De ahí que el general Mola dijera: “Es preciso destruir la capital de un pueblo pervertido que osa oponerse a la causa irresistible de la idea nacional”. Pero el Roble y el Alma permanecen incólumes.
A 73 años vivimos días aciagos, se promete cumplir el cargo de lehendakari con “ lealtad a la corona “ que es legado de Franco, se suprime del juramento tradicional la referencia al Pueblo, sustituyendo el concepto por la referencia al ciudadano, se omite celebrar el Aberri Eguna, se cierran ilegalmente publicaciones en euskera, se ilegalizan partidos políticos, se perfeccionan pactos inicuos. Pero el Roble y el Alma permanecen incólumes.
Y, con la ayuda de Dios, prevalecerán.
Xabier Olaizola
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POR NUESTROS MUERTOS EN GERNIKA
Por César Arrondo
El 26 de abril se cumplirá el 73 aniversario del bombardeo que la aviación de la Alemania nazi realizó sobre la ciudad vasca de Gernika, que la destruyó en un 70 %, quedando solamente en pie el edificio de la estación de trenes y la Casa de Juntas. Según las estadísticas del gobierno vasco las víctimas fueron 1.654, mientras que el informe oficial emitido por el gobierno franquista da cuenta solamente de unos 12 decesos.
¿Por qué Gernika? Una primera reflexión nos llevaría a la conclusión de que la ciudad de Gernika forma parte del área de resistencia republicana del norte, la cual, intentaba penosamente contener el avance de los insurgentes fascistas que se habían levantado en el norte de África en julio de 1936, al mando de Francisco Franco. Pero indudablemente la elección de Gernika no fue al azar, sino que la operación tuvo como objetivo principal minar la moral de los gudaris y de un pueblo aguerrido y patriota, porque Gernika, constituye uno de los símbolos más preciados de los vascos, por su legendario roble, que representa la tenacidad y firmeza nuestro pueblo.
Gernika hoy no debe constituir solamente una fecha del calendario anual, que nos obliga a recordar ese luctuosos hecho histórico, sino que además, debe ser motivo para que se realice una profunda reflexión de cara al futuro de nuestra Nación. En tal sentido, pensemos íntimamente, en aquellos gudaris que ofrecieron sus vidas por sus ideales patrióticos, sin anteponer ningún interés personal, al de la defensa de su Patria, Euskal Herria. En este sentido, nosotros que somos los herederos de ese heroísmo impregnado de solidaridad y entrega por un ideal nacional, debemos ese día hacer un ejercicio de reflexión, teniendo en claro que no hemos sido actores de los horrores de la guerra, ni del bombardeo de Gernika, y que hoy vivimos con las comodidades diarias de nuestro tiempo. En tal sentido, el día 26, cuando quedemos en la soledad que el final del día trae, y nos enfrentemos a nuestro juez inapelable, nuestra conciencia, debemos preguntarnos ¿Qué hicimos hoy por los derechos y la libertad de nuestra Nación?, y ¿Qué estamos dispuestos a hacer por ellos en adelante?
No debemos olvidar que Gernika ha sido sinónimo de la lucha y de la resistencia heroica de nuestro pueblo, el cual de ninguna manera estaba dispuesto a perder su libertad. En este sentido, como un homenaje a estos patriotas vascos, debemos poner fin a nuestra indiferencia y falta de compromiso con el país, que se resume, en haber pedido esos gestos solidarios y de entrega que nuestros antepasados mostraron hace 73 años atrás. En tal sentido, no nos puede resultar indiferente, y aceptar sin más que nos gobiernen quienes pretender ir destruyendo las señas particulares de nuestra identidad cultural, quienes niegan nuestro derecho a decidir, quienes hoy defienden un estatuto obsoleto, que antes criticaban, imponiendo a nuestro pueblo el día 25 de octubre como fiesta nacional, cuando la fecha en cuestión, es sinónimo de la perdida de nuestras leyes viejas y nuestras instituciones nacionales.
Debemos ser consecuentes con nuestros símbolos, como por ejemplo el “Roble de Gernika” y quizás este 73 aniversario del genocidio, constituya una buena oportunidad, para comenzar a tejer los mimbres necesarios entre la militancia abertzale, a partir de acordar un proyecto de unidad en la acción, colocando los intereses de de Euskal Herria por sobre toda intencionalidad política partidista, para que podamos comenzar a transitar un “sendero patriótico” que nos permita cristalizar los objetivos soberanistas de la Nación vasca. Creo humildemente, que es el mejor homenaje que podemos realizar por nuestros muertos en Gernika.
Prof. César Arrondo
Instituto de Relaciones Internacionales (IRI)
Universidad Nacional de La Plata (UNLP)
Argentina
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