Sabrina Otegui/Buenos Aires, Argentina. Narvarte Arregui comenzó sus estudios musicales a los ocho años, cuando ingresó al Conservatorio Nacional de Música de la Universidad de Chile. Desde entonces, realizó una serie de estudios, tanto teóricos como prácticos, que lo fueron conduciendo a la especialización en viola. "El profesor de viola de la Universidad Católica de Chile me tentó para que me dedicara a ese instrumento porque según él yo tenía las características adecuadas para ejecutarlo, y creo que acertó", cuenta Narvarte Arregi en entrevista con Euskalkultura.com.
Si bien nació en una familia vascochilena donde se respiraba música --es sobrino del reconocido acordeonista Antonio Narvarte Sanz-- el instrumentista hoy asentado en Donostia destaca que fueron sus padres los que lo llevaron por el camino de la música. Su padre, Cástor Narvarte Sanz, profesor que se destaca en el ámbito de la filosofía, y Elena Arregui Recondo, tocaban el piano y sembraron en todos sus hijos el amor por el arte musical. "Yo siempre digo que debo mi carrera a mi madre --agrega Narvarte-- ya que fue ella la que me transmitió la disciplina que la música requiere"
Comienzos en Chile
Narvarte Arregui comenzó su carrera profesional en Chile, donde formó parte de la Orquesta Filarmónica y de la Orquesta de Cámara de la Universidad Católica, hasta que en 1983 se presentó a un concurso convocado por la Orquesta Sinfónica de Euskadi y quedó seleccionado. A partir de entonces, ha participado en todas las giras realizadas por la Orquesta. Desde la primera, por diversas ciudades del estado español y de la que aún recuerda con emoción "todo El Liceo puesto de pie cuando tocamos el Agur Jaunak", hasta hoy, habiendo pasado por Alemania, Suiza, Francia, Brasil, Argentina, Chile, Austria, Inglaterra y Escocia. Narvarte ha tomado parte asimismo en más de 30 grabaciones llevadas a cabo por la EOS.
[En la imagen superior actuación de la Orquesta Sinfónica de Euskadi en Buenos Aires en el seno de la gira que finalizó la pasada semana]
Desde el año en que ingresó a la Orquesta de Euskadi, Cástor Narvarte vive en Donostia y expresa con total orgullo y felicidad que viviendo en el País Vasco se siente en casa. Sabe que ha hecho el recorrido inverso al que hicieran sus abuelos, y recuerda sus historias con emoción: "La familia de mi madre, por ejemplo, formó parte de la inmigración de fines del siglo XIX, principios del XX, que era muy dura. Ellos vinieron acá porque no tenían nada, porque en definitiva mis abuelos Narvarte eran burgueses y viajaron con toda su familia, pero mi abuelo materno era un pastor de Arantzazu que después de haber trabajado en Bilbao se vino a América", comenta.
"Hay que recordar que por el sistema de mayorazgo el caserío lo heredaba un solo hijo", prosigue Narvarte, "y entonces muchos hermanos tuvieron que emigrar y esos viajes fueron muy duros, a tal punto que mi abuela siempre contaba que al cruzar las montañas en burro se le caía la cara --estamos hablando de los Andes-- para llegar a Chile; claro, se quemarían de tal forma que ella sentía eso. De modo que fue una inmigración más 'romántica' desde el punto de vista de lo que es la inmigración, desde el punto de vista en que venían a hacer el país".
Camino de vuelta
Para Narvarte el camino de vuelta fue menos duro y reconoce que tanto su adaptación como las de sus dos hijos fue más sencilla. "Los dos son euskaldunes y se sienten vascos", contó Narvarte, "y no puede ser de otra manera. Si yo me siento así, cómo no lo van a sentir ellos que han pasado casi toda su vida en Euskadi. Nosotros en Chile vivimos lo vasco como si fuera un ghetto', explica. Es la marca del exilio que aspira a volver, pensando que la vuelta será próxima. "Cuando tú crías a tus hijos no les cantas canciones de cuna chilenas, le cantas canciones vascas. Vives mucho y muy fuertemente lo vasco y además todo eso se magnifica desde afuera", añade.
Quizás ésta haya sido la razón por la cual cuando tenía doce años, y en respuesta a una pregunta de su hermana, Cástor Narvarte respondió que su sueño era trabajar en una orquesta de cámara en San Sebastián. "La EOS no es de cámara, pero es sinfónica; con doce años ya tenía este sueño y tuve la suerte y el privilegio de poder cumplirlo. Yo he sentido a veces que mi carácter chocaba en Chile. Sin embargo ahora, puedo estar peleando con el que tengo al lado pero me siento más relacionado, es una cuestión de temperamento".
Activos miembros de la Diáspora vasca en Chile
A la luz de los datos, se hace evidente que el estrecho vínculo de los Narvarte Arregui con lo vasco supera distancias y límites geográficos. De hecho, dos de sus hermanos participan de manera especialmente significativa en la diáspora: José María es presidente de Euzko Etxea de Santiago de Chile y Javier lo es del Zazpiak Bat Basque Club de Reno, Nevada, en Estados Unidos.
Por su parte Cástor se siente feliz de hallarse nuevamente de gira por América y reconoce que el público latinoamericano "es muy cálido, muy expresivo" y que "eso constituye un gran aliciente para un músico". Por otro lado no olvida que gran parte de su formación la realizó en Chile, país en el que comenta que existen músicos excelentes, aunque él afirma sentirse feliz y orgulloso por cómo le ha ido la vida y por estar donde está. "El orgullo --señala-- no es sólo por vivir en el País Vasco, sino también por la forma en que se vive allí, por su calidad de vida. Yo siento, como dice el título de la película Argentina, que allí encontré mi lugar en el mundo".
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Euskadiko Orkestra Sinfonikoa-Orquesta Sinfónica de Euskadi (EOS)
www.euskadikoorkestra.es
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Publicado en EuskalKultura.com el 20 de septiembre de 2007