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¿Son lenguas españolas el catalán, el gallego y el vasco?

17/01/2005

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El articulista --escritor, traductor y secretario de Euskaltzaindia-- realiza una reflexión sobre la actuación que ejerce el Gobierno español en la tarea de protección y desarrollo de la lengua vasca que le encomienda la Constitución española. Al hilo del referéndum que sobre la Constitución europea se celebrará en el conjunto del Estado español el próximo 20 de febrero, denuncia que el Gobierno de España hace dejación de defender los intereses lingüísticos y culturales de los ciudadanos vascos (y catalanes y gallegos) y su actuación sólo toma en consideración a los ciudadanos y a la comunidad monolingüe castellana. Critica asimismo al Gobierno francés por lo que califica de 'política de exterminio' respecto al euskera y el apoyo que esa política recibió de manos del gobierno de José María Aznar, manifestando su temor a que el actual gobierno de Zapatero la continúe.
Por Xabier Kintana Urtiaga (en la foto)

Sin duda alguien pensará maliciosamente que se trata de una pregunta meramente retórica, y más de uno se apresurará a recordarme que el artículo 3º de la vigente Constitución española indica que: "1) El castellano es la lengua española oficial del Estado (...) 2) Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas comunidades autónomas de acuerdo con sus estatutos. 3) La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección", ante lo cual resulta evidente que sobra la pregunta arriba formulada. Pero, a mi juicio, las cosas no están tan claras.

Dejo de lado el hecho, nada casual, de que el castellano se cita expresamente en el texto, mientras los demás idiomas de España no se mencionan por sus nombres. Tampoco insistiré en la circunstancia de que varios de esos idiomas españoles se hablan, además, en otros países, como Francia, Andorra y Portugal. No niego, tampoco, que la lengua catalana, vasca y gallega estén reconocidas como oficiales por los estatutos de autonomía de esas comunidades, ni que sus respectivas academias gocen de la ayuda del Estado, aunque - todo hay que decirlo -, a diferencia del envidiable caso de la Real Academia Española, dichas ayudas se vean con frecuencia sustancialmente mermadas por las decisiones arbitrarias de partidos políticos que, irónicamente, ignoran el mandato del texto constitucional que dicen defender, para anteponer sus motivos ideológicos neocentralistas.

Quisiera creer en la sinceridad del texto constitucional, pero no puedo. Me resulta imposible de entender que algo declarado "patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección" pueda ser tratado con tanto desdén y torpeza. Todos estamos acostumbrados a ver las reacciones que suscita en el alma hispana cualquier decisión de la administración americana para relegar el español en los Estados Unidos. Protestas airadas, campañas mediáticas, gestiones diplomáticas, organización apresurada de congresos en defensa del idioma presididas por sus majestades, etcétera. Sin embargo, nada de esto ocurre si lo marginado es alguna de esas otras modalidades lingüísticas , supuestamente, también españolas.

No es ningún secreto para nadie que en el siglo XXI ninguna lengua puede soñar con la pervivencia si no cuenta con protección estatal. El castellano, pujante en España y en los países latinoamericanos en los que es oficial, sin esas ayudas estatales, desfallece en muchas zonas de Norteamérica, bajo el todopoderoso inglés, al igual que lo hizo antes en Filipinas ante la concurrencia de un idioma menos brillante, pero oficial, como es el tagalog. Igualmente, la preocupación de los franceses por el futuro de su lengua en Canadá, les ha llevado a contemplar la independencia de Quebec como única garantía para la pervivencia de los francófonos americanos.

Pues bien, si el vasco, el gallego y el catalán son idiomas españoles, parece lógico pensar que su situación fuera de las fronteras del Estado debería interesar y, en su caso, preocupar a la ciudadanía española, y muy especialmente a sus gobernantes. Sin embargo, ante la evidente política parisina de exterminio de las lenguas distintas del francés, entre las que se encuentran el vasco y el catalán, el Gobierno español jamás ha hecho ninguna gestión para impedirlo, ni hemos escuchado media palabra de protesta, cuando lo lógico hubiera sido elaborar planes y establecer acuerdos para su fomento y desarrollo en esos territorios. Es más, a la vista den las numerosas movilizaciones de los ciudadanos del País Vasco de Francia a favor de un departamento propio dotado de autonomía administrativa, único medio para la supervivencia de la lengua y de la cultura vascas en Iparralde, el presidente del Gobierno español, José María Aznar, se apresuró a pedir públicamente a su homólogo francés, que no accediese a dicha petición, y que negara a los vascos de Aquitania algo, que, según él y sus compañeros del PP, ha sido y sigue siendo muy beneficioso para los vascos peninsulares o para los habitantes de Cantabria o de Murcia. Lo que demuestra el gran amor que sentía el presidente de todo el pueblo español por una lengua constitucionalmente tan española como la vasca.

Pero hay más. La Constitución Europea habla de lenguas oficiales de la Unión, entre las que, inicialmente, estarían incluidas el gallego, el vasco y el catalán, por gozar territorialmente de oficialidad en España. Sin embargo, el actual Gobierno francés, que en contra de todas las recomendaciones internacionales, se ha negado reiteradamente a reconocer oficialmente su pluralismo lingüístico y, por tanto, no tiene ningún problema legal con sus lenguas regionales , no obstante, actuando como un perro del hortelano zafio y palurdo, presionó para que en la Constitución europea no se incluyesen otras lenguas que las oficiales para todo el Estado, en un claro gesto de hostilidad hacia los catalanes, vascos y gallegos. La respuesta del Gobierno del PP no podía ser otra: lamentar con lágrimas de cocodrilo las gestiones francesas, y ceder a sus presiones, sin mover un dedo en favor de ese "patrimonio español objeto de especial respeto y protección". Y a la vista de los hechos, dejando de lado gestos y talantes hasta ahora completamente estériles, me temo que el actual Gobierno del PSOE pueda ir por los mismos derroteros.

Una de las razones por las que muchos vascos no votamos a favor de la actual Constitución Española fue precisamente el desigual tratamiento lingüístico que se consagraba en su texto, distinguiendo, por un lado, a unos ciudadanos de primera, los castellano-hablantes, revestidos derechos idiomáticos plenos, y por otra a otros ciudadanos minusválidos, los catalanes, gallegos y vascos, a los que sus grandes hermanos les niegan muchos de los privilegios que ellos mismos se han concedido para si. Y como en esta época de igualitarismo legal pocas cosas irritan más a los mortales que sentirse humillados gratuitamente por sus convecinos, los recelos y enemistades entre las distintas naciones del Estado no han hecho otra cosa que crecer en la misma medida que se ha ido acrecentando socialmente la conciencia de dignidad humana.

Ahora se nos va a presentar otro plebiscito: el de una Constitución Europea que mantiene y consolida esa misma situación de injusticia. Somos muchos los vascos, catalanes y gallegos que nos sentimos defraudados. Vemos claramente que el Estado central no nos representa, que no nos toma en consideración, que solamente le interesan nuestros votos, pero no quiere defender nuestros legítimos intereses lingüísticos y culturales, con un claro favoritismo hacia las comunidades monolingües castellanas. Ante esta situación, ¿con qué autoridad moral se nos va a pedir que votemos sí a una Constitución que nos ignora y margina? ¿Con qué razones nos pueden mover a refrendar ese texto en las urnas quienes con su absoluta pasividad y desinterés por nosotros han contribuido a la supresión de nuestras lenguas nacionales en la Carta Magna europea?

Me viene a la memoria aquel hermoso poema de Gabriel Aresti dedicado a Tomás Meabe, versos, que no se si los socialistas vascos habrán recordado con motivo de su homenaje:

"Cierra los ojos muy suave, / Meabe, / pestaña contra pestaña: / Solo es español quien sabe, / Meabe, / las cuatro lenguas de España".


Enlaces relacionados

El artículo original, en euskera
En Erabili.com

Artículo del mismo autor sobre la Constitución europea
En Erabili.com (en euskera)



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