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Así se refirió el diario La Nación a la Semana Vasca 2005, concluida ayer hace un mes: 'Euskadi en Necochea'

14/12/2005

Dantzaris del Centro Vasco 'Kotoiaren Lurra' del Chaco durante la Semana Vasca de Necochea (foto euskalkultura.com)
Dantzaris del Centro Vasco 'Kotoiaren Lurra' del Chaco durante la Semana Vasca de Necochea (foto euskalkultura.com)

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'Se celebró en esta ciudad (Necochea) la Semana Nacional Vasco Argentina, el mayor encuentro de esta colectividad que difundió el ganado lanar y la lechería en el país'. Así comenzaba el artículo que publicó el diario La Nación a fines del pasado mes de noviembre, al poco de concluir la Semana Nacional Vasca 2005. En la confianza de que el reflejo del evento en la prensa argentina resultará de interés, sobre todo a aquellos que no tienen acceso regular a ella, reproducimos aquí el reportaje que firmó Carolina Buus en las páginas del citado rotativo porteño.
El viernes 4 de noviembre el sol salió como cada mañana sobre Necochea. Al amanecer, las playas se tiñeron de rojo y la luz del día descubrió en el cielo celeste e inmenso unas nubes blancas, radiantes. La ciudad despertó con un aire especial, difícil de describir, y el verde de la naturaleza se apoderó del paisaje. Desde temprano y con los primeros destellos, se iluminaron los colores de las dos banderas que durante la semana flamearon en las calles e impregnaron con su espíritu a toda la población. La Semana Nacional Vasco Argentina había comenzado.

Todos los años, desde 1972, algunos descendientes de aquellos pastores que difundieron el ganado lanar y la industria lechera por las pampas argentinas y otros que simplemente adoptan su cultura y no titubean en dar 'palabra de vasco' al asumir un compromiso, se reúnen para celebrar la Semana Nacional. Este es el mayor encuentro de una colectividad que dejó sus caseríos en los valles de los Pirineos para poblar los campos bonaerenses y dedicarse a la producción agropecuaria.

Del 4 al 13 de noviembre, Necochea fue sede de los festejos, siguiendo la tradición que se repite cada cinco años. Hasta esta localidad bonaerense llegaron delegaciones de centros vascos argentinos, chilenos, uruguayos y estadounidenses, además de las visitas oficiales de integrantes del Gobierno Autónomo del País Vasco y de habitantes de esa pequeña región de los Pirineos europeos, sobre el mar Cantábrico. En total participaron 1900 personas, de las cuales 200 eran extranjeras.

'Cuando acordamos con la Federación de Entidades Vasco Argentinas (FEVA) que nos hacíamos cargo de la organización, comenzamos a trabajar con los grupos del centro, que son increíbles, y no menos de 200 personas se pusieron en movimiento', contó Felipe Muguerza, presidente del Centro Vasco Euzko Etxea de Necochea. Y añadió: 'La Semana Nacional significa mucho esfuerzo humano y económico, pero es fantástica'.

Con la bota de vino colgada al hombro, la boina negra o roja sobre la cabeza y el pañuelo alrededor del cuello, en triángulo hacia atrás, fueron llegando los vascos y contagiando las tradiciones del pueblo más antiguo de Europa. Su lengua, el euskera, tiene más de siete mil años y es la única en su continente que no desciende del tronco indoeuropeo.

Los últimos tres días de la Semana Nacional convocan a la mayor cantidad de gente. El sonido del pandero y el acordeón, conocido como la trikitixa, se va expandiendo por el aire y se apodera de las calles tranquilas de Necochea, contagiando la alegría de su música. En la Velada Artística, sobre el escenario montado en el gimnasio del Colegio Danés --uno de los más grandes de la ciudad-- 25 cuerpos de bailes y un sinnúmero de "dantzaris" (como gustan ser llamados) presentan sus coreografías y lucen orgullosos los trajes típicos de los abuelos que tanto hicieron por el crecimiento de la nación argentina. Las romerías de la noche, con comidas tradicionales y en un ambiente de camaradería, atraen a la comunidad entera.

'Hay 153 centros vascos en el mundo [90 en la Argentina], y el de Necochea es uno de los más importantes, está muy entroncado en la vida social de la ciudad', explica el director de Relaciones con la Colectividad y los Centros Vascos del gobierno de Euskadi, Josu Legarreta Bilbao.

Y no es para menos. Cuando el 12 de octubre de 1881 se firmó el acta fundacional del pueblo, siete de los once suscriptores eran de apellido vasco, y Necochea, nombre que tomó del general de la independencia descendiente de una familia que poseía un solar a 93 kilómetros de Pamplona, significa en lengua ancestral 'la casa de Ignacio'.

Garantía para el futuro

Durante el transcurso de los festejos se inauguró el Paseo de los Robles, en la ribera del río Quequén, con el Puente Colgante de marco. En una emotiva ceremonia, el intendente comunal, Daniel Molina, expresó: 'Este espacio, que ha sido recuperado para el uso público, merecía tener el auspicio de quienes tanto han contribuido a fundar Necochea y levantarla'. Y concluyó: 'Que el Paseo esté cuidado por el Centro Vasco es una garantía para el futuro del lugar'.

Esta es la sexta vez que una Semana Nacional llega a las playas que tuvieron como primer balneario a La Perla del San Sebastián Argentino, de don Julián Azúa, en 1885. Siguiendo el espíritu de los pioneros vascos, se realizó por primera vez el Congreso de la Juventud, entre el martes y el jueves pasados, donde se discutieron temas en torno de la identidad y del futuro de la colectividad. 'Fue espectacular, vinimos desde varios lugares, incluso de Uruguay, y trajimos nuestros proyectos', comentó Antonella Veroli Mujica, de Macachín, provincia de La Pampa, tataranieta de vascos, que llevaba un lauburu --ícono de los pastores, que representa a las fuerzas de la naturaleza-- tatuado en su piel.

'Hace catorce años estuve en Necochea por primera vez, en un gran Congreso de los Centros Vascos de La Argentina, y ahora, para las mismas fechas, me llena de honra volver y hablar de proyección de futuro con los jóvenes', relató Legarreta Bilbao.

La cultura criolla también dio su nota y al finalizar el Congreso de la Juventud los participantes disfrutaron de un asado en el Establecimiento El Tupungato. Las delegaciones del País Vasco y Kepa Junkera, el ganador del Grammy latino a la música folklórica en 2004, disfrutaron de una tarde de campo donde no faltó el fútbol ni las partidas de mus, el juego de cartas más tradicional de Euskadi.

'En las actividades que se realizan en la calle y sobre todo en el Centro Vasco, me siento como si estuviera en casa, el ambiente es muy parecido al que se puede respirar en algunos pueblos de Euskal Herria', afirmó Josetxo Ibazeta, que llegó desde San Sebastián exclusivamente para participar de las fiestas.

El legado cultural

'Este es un acontecimiento muy importante y nos venimos preparando todo el año para disfrutarlo como una navidad', resaltó Roque Grillo, hijo de vascos e integrante del cuerpo de bailes del centro de José C. Paz, del que participa junto con su esposa, su hija y su nieto.

Por su parte, Ricardo Esnaola, miembro de la Comisión Directiva de Necochea, afirmó: 'El Centro Vasco me permite trasladarle a mis hijos cosas que considero muy valiosas, como la posibilidad de demostrar que se puede compartir una fiesta entre varias generaciones'.

Los anfitriones --abuelos, padres e hijos-- trabajaron sin descanso, emulando a sus antepasados que llegaron perseguidos por las guerras carlistas o la guerra civil española, para engrandecer a ambas patrias. Hipólito Zubillaga Iturralde es uno de ellos, tiene casi 90 años y por problemas de salud no participó de la Semana Nacional como le hubiera gustado, llevando su música con el txistu --una flauta de madera-- y el tamboril. Pero todavía recuerda: 'El presidente José Antonio Aguirre (el primero tras la autonomía conseguida en 1936, que continuó con su mandato en el exilio, en París) decía que los vascos que veníamos a América debíamos comportarnos como personas de bien y no ensuciar el nombre que habían dejado los que llegaron antes'.

La boina y las alpargatas, atuendos típicos de los criollos que poblaron las pampas, son herencia de los inmigrantes que abandonaron los caseríos vascos y símbolo del importante rol que desempeñaron en la sociedad argentina, donde el 30 por ciento de los presidentes que se sucedieron a lo largo de la historia patria tienen apellidos con raíces en la franja de los Pirineos, repartida entre los estados español y francés. 'Esto es sensacional, la Semana está muy bien organizada, la gente es muy solidaria y ves una boina y comenzás a charlar porque sabés que tenés las mismas raíces', afirmó Alejandra Goicoechandia, del Centro Vasco de Las Flores.

Los colores rojo, verde y blanco de la bandera vasca representan al pueblo y la tierra, amparados por la cruz blanca. Este es el símbolo que levantan con orgullo los habitantes de la diáspora.

Carolina Iribarne es miembro del Euzko Etxea de Necochea y este año cumplió el sueño de visitar la tierra de sus bisabuelos, gracias a un programa del Gobierno Vasco. 'Cuando nos estábamos por ir, Gogui [Felipe Muguerza, el presidente de la institución] nos dijo que íbamos a querer contar lo que vivimos en Euskadi y que no íbamos a poder porque es inexplicable. Y fue así'.

Algo parecido sucede con la Semana Nacional Vasco Argentina. Es que Necochea fue durante una semana la Euskadi argentina.


UN CENTRO ENRAIZADO EN LA CIUDAD

C.B./Necochea. El Centro Vasco de Necochea se fundó el 15 de abril de 1945 con el nombre de Euzko Etxea, que traducido al castellano significa casa vasca. Pero su espíritu ya latía por aquí desde la fundación de la ciudad.

'Cuando vinimos a Necochea nos encontramos con que había mucho ambiente vasco, y con mi hermano Paco, Leoncio Iriberri y otros tantos nos reunimos y empezamos a formar grupos de danzas', recordó Hipólito Zubillaga Iturralde, que llegó a la ciudad en 1937 y durante seis décadas fue el director del Coro Euzko Etxea.

Por entonces, algunos vascos estaban reunidos en la Comisión de San Ignacio de Loyola y todos los años, el 31 de julio, celebraban la fiesta patronal. Este festejo aún no ha perdido relevancia y la mañana de ese día comienza con música y bailes en las calles, recorriendo los hogares de los pioneros para ir juntos a la misa en acción de gracias. Esta tradición se conoce con el nombre de Alegre Despertar y forma parte del folklore de la ciudad aún por estos días.

Así fue como cada vez más vascos y descendientes de aquellos abuelos que habían poblado las tierras de la zona fueron aunando fuerzas para tener su casa propia. Algunos salieron a pedir colaboraciones por la ciudad, se organizaron fiestas y Nicolás Iturralde --el abuelo de Verónica, Directora de los Cuerpos de Bailes-- donó, para San Ignacio, en 1945, una hectárea de campo de su estancia Leku Eder, lugar bonito en euskera (km. 20 de ruta 86). Allí se construyeron los ladrillos de la sede.

'En el Centro Vasco siempre hubo mucho calor de familia, de compañerismo, y eso se va renovando de hijos a nietos', contó Beba Nazar, hija de una inmigrante vasca que comenzó a bailar la jota --la más típica de las danzas-- a los tres años y que durante la Semana Nacional vio bailar a su nieto, Isidro, de cinco. Junto con él, estaba también la bisnieta de Zilda Balsategui: "Uno cree que todavía está viendo a sus chicos, recordándolos, y ya han pasado dos generaciones".

La casa de todos

Desde aquellos primeros ladrillos hasta hoy, el Centro Vasco es algo más que el punto de unión de los vascos. 'Esta es mi casa, me crié acá', resumió Ricardo Esnaola.

De generación en generación y a lo largo de sesenta años, quienes llegaron a estas tierras escapando de las guerras, sus descendientes y muchos otros que simplemente comparten los valores que tanto caracterizan al pueblo vasco tienen entre estas paredes cálidas y acogedoras, que emulan a los viejos caseríos de Euskadi, su hogar.

Grammy vasco

El músico vasco Kepa Junkera, premio Grammy Latino 2004 al Mejor Album Folklórico por su disco K, se presentó en Necochea y tuvo como telonero al grupo local Otxote Osasuna. Junkera lleva 25 años en el mundo de la trikitixa, un acordeón diatónico típico de Euskadi. Sus melodías suenan acompañadas de instrumentos tan antiguos como la txalaparta (tablones de madera que suenan con el golpe de palos) y la alboka (una especie de cuerno utilizado por los pastores), además de guitarra, batería y bajo.

(publicado el 26-11-2005 en La Nación)


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