Altzuza, Nafarroa. 'El proceso de escritura del libro fue una catársis', rememora Arantzazu Ametzaga en su casa de Altzuza, una manera de superar el dolor por la pérdida de su esposo, Pello Irujo, compañero de vida durante más de medio siglo. 'Recuerdo que Joseba Azkarraga (consejero de Justicia del Gobierno Vasco) me envió una nota de pésame con una foto de Pello bajo un cartel de Radio Saharaui, y al verlo regresé a aquellos primeros años de casados en los que se puso en marcha la emisora', explica a EuskalKultura.com..
El libro resultante de este proceso, 'una historia íntima' de lo que fue aquella aventura, ha sido publicado por el Departamento de Justicia dentro de una colección dedicada a la memoria histórica, y su primera edición ya se ha agotado. El núcleo de la emisora fueron Pello Irujo, Iñaki Anasagasti, Alberto Elosegi, Xabier Leizaola, José Joaquín Azurza y Jokin Intza, miembros del grupo EGI de la comunidad vasca de Caracas. El proyecto nació en respuesta a la necesidad de una voz que mantuviera informada de la actualidad política a la comunidad vasca, tanto a quienes vivían en Euskal Herria como en el exterior, pero durante muchos años no se pudo poner en marcha debido al costo económico. 'Hasta que Jokin Azurza consiguió a buen precio unas torres y una emisora que desmanteló una petrolera', explica Arantzazu. La radio comenzó a emitir en 1966.
La propia Ametzaga colaboró escribiendo algunos textos, pero no como locutora. 'Como locutora no servía, porque con mi acento se habría descubierto desde donde emitíamos y el secreto tenía que ser total. Pello sí hacía de locutor, tenía una voz bella y un acento del país que no se podía identificar', cuenta la autora. La emisora se hallaba en una hacienda llamada La Virginia, a 30 kilómetros de Caracas, pero se inventó el mito de que se emitía desde un barco que navegaba por los mares del mundo para que los franquistas y sus aliados no pudieran descubrirla y clausurarla.
Agradecimiento a Venezuela
'La embajada española en Venezuela siempre andaba detrás, buscando la emisora, pero el gobierno venezolano solía comentárselo a nuestro contacto con ellos, Xabier Leizaola, y nos dejaban tranquilos', recuerda Ametzaga. 'Tenemos mucho que agradecer al gobierno venezolano, y a muchos otros gobiernos latinoamericanos, por cómo nos recibió y nos trató a los miles de vascos que llegamos exiliados'.
Radio Euzkadi obtuvo mucho eco en Euskal Herria, donde los oyentes estaban ansiosos de saber qué ocurría, sin la censura de los medios franquistas, y también en la Diáspora. 'Sí eramos conscientes del eco que tenía. Los oyentes enviaban talones de apoyo por correo a París, donde estaba el Gobierno Vasco, y Manuel de Irujo se los hacía llegar a Pello', comenta. El impacto de la emisora fue tal que durante los años 60 muchos de los Aberri Eguna de Euskal Herria fueron convocados a través de ella, desde Venezuela.
Agur de despedida en 1977
Tras años de dedicación, finalmente en 1977 la emisora se despidió; un final feliz, ya que con el fin del franquismo y el regreso de los exiliados a Euskal Herria su labor no resultaba tan necesaria. 'Pello Irujo llevó a cabo la última emisión desde el Amaya', recuerda Arantzazu. El final fue feliz, sí, pero 'él estaba llorando: habían sido 13 años de trabajo empedernido, muy emocionante, y decidió decir tan sólo 'Agur', que es hola y adios en euskera, y desde Venezuela también dijeron sólo agur'.
El libro recupera ahora el esfuerzo y las aventuras de aquel grupo de vasco-venezolanos que se lanzó a elaborar a diario un boletín informativo de media hora en euskera y castellano, y que nunca faltó a su cita con el resto de 'txaluperos'.
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Enlaces relacionados
Palabras de Arantzazu Ametzaga en la presentación del libro
-En el blog de Iñaki Anasagasti