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Buenos Aires, Argentina.  Ana Paula Segurola cuenta con una relevante trayectoria internacional. Realizó sus estudios en Uruguay, Brasil y Francia y se ha presentado en conciertos y en festivales tanto de América como de Europa. Junto a ello reserva, sin embargo, el tiempo necesario para ser en Buenos Aires la anfitriona de los conciertos de la Universidad Vasca de Verano, proyecto impulsado por el Colegio Euskal Echea, y asumir la responsabilidad de la dirección Artística del ciclo de conciertos de órgano de esta misma institución. Le preguntamos cómo surge su relación con la colectividad vasca. 

"Mi contacto con la colectividad vasca consiste principalmente en la relación que he desarrollado en los últimos años con Euskal Echea y la Universidad Vasca de Verano, y ésta surgió a través del Dr. Enrique Aramburu. Apasionado por el órgano y su música, Enrique se me acercó luego de un concierto que ofrecí en 2008 con motivo del “re-estreno” del órgano de la capilla del colegio San José, en Buenos Aires. Ese año coincidió en otros conciertos en los que yo actué, y me convocó para tocar en la clausura de la Universidad Vasca de Verano. Guiado por el amor a la música de órgano, y convencido de la necesidad de difundir la música vasca y de poner en valor el instrumento que posee el colegio, me comentó en 2010 su deseo de crear un ciclo de conciertos en Euskal Echea. Con gran ilusión le presenté una propuesta, que fue aprobada por el Consejo Directivo de la institución, y el ciclo es ya una realidad que transita su segundo año de vida, con cada vez mayor impacto en la comunidad educativa de Euskal Echea y en el ambiente musical de la ciudad. Es un nuevo espacio, y personalmente creo que constituye un aporte significativo, a nuestro medio musical en general y en particular al circuito organístico. Claro que tenemos aún un gran desafío por delante, concretamente devolver la voz al magnífico órgano Walcker del colegio Euskal Echea de la sede Llavallol".

Ciclo en el Euskal Echea

El camino iniciado con el auspicio de la Asociación Euskal Echea acercó a la concertista a un nuevo mundo, el mundo de la euskaldunidad vinculado a la música. Sin embargo, y tal como ella mismo explica, el programa del ciclo no se limita a obras vascas: "Mientras que en los conciertos de la UVV la elección del repertorio responde al propósito de difundir la música vasca, en los conciertos que integran el ciclo anual la propuesta es difundir ese repertorio en un contexto más general, integrado al repertorio comúnmente llamado ‘universal’. Es así que la música de los compositores vascos del siglo XVIII (Oxinaga, Larrañaga, Lombide, entre otros) comparte el programa con obras de Scarlatti, Bach o Händel, por ejemplo, o con repertorio latinoamericano del mismo período; y compositores como Gorriti o Guridi comparten la velada con sus contemporáneos ingleses o franceses".

Hallazgo de obras vascas

“El concierto de junio fue bastante especial en ese sentido. Por un lado, todas las piezas procedían de archivos americanos, tanto la música para órgano como la vocal. Dentro de este repertorio --que a mí me interesa especialmente conocer y difundir, apunta-- había piezas con un indudable parentesco con Euskal Herria, ya sea por haber sido compuestas por un músico americano de origen vasco (el caso de las sonatas de José Eulalio Samayoa, Guatemala, 1780-1855), o por tratarse de música de compositores vascos que llegó a América por diversos caminos. En esta última categoría ubicamos el ‘Zorzico’ que forma parte de un manuscrito que se conserva en la sala del Tesoro de la Biblioteca Nacional Argentina y cuyo origen desconocíamos hasta que a partir de una investigación de Gabriel Schebor ahora podemos afirmar que se trata de una canción del azkoitiarra Conde de Peñaflorida".

"También Unis aux concerts (tema y variaciones, 1882) es música de un autor vasco, y forma parte de una colección de variaciones sobre cánticos religiosos compuestas por J. A. Abbadie, organista de Notre Dame de Bétharram, de quien pocos datos hemos podido conseguir hasta el momento. Este manuscrito fue hallado en Buenos Aires en 2006 por el organero Enrique Godoy y confiado a Euskal Echea para su conservación y difusión. En diciembre de 2011 tuve el honor de presentarlo al público en dos conciertos, gracias a la iniciativa de Euskal Echea, al apoyo de su Consejo Directivo, al entusiasmo de Enrique Aramburu y al valiosísimo auspicio de la Secretaría de Cultura de la Nación", explica la artista uruguaya.

Música vasca desde la perspectiva de una artista americana

Sin duda, este contacto con la música de Euskal Herria ha llevado a Ana Paula Segurola a escuchar la música vasca desde otra perspectiva, e incluso a sacar algunas conclusiones: “Dentro del repertorio organístico, algunas características invitan a la reflexión. Si nos referimos a la música del siglo XVIII, creo que el repertorio vasco, tanto desde un punto de vista formal como melódico y armónico, no presenta características que lo diferencien notablemente del repertorio de la Península Ibérica, por ejemplo. Tampoco hay diferencia en la calidad de la música. Sin embargo, es mucho más conocida actualmente, al menos fuera de España, la música del Padre Antonio Soler que la del Padre José Larrañaga, por ejemplo, o la del resto de los compositores vascos del período. Esto me lleva a confirmar mi idea, basada en fenómenos similares en otros países y en otras épocas, de que la 'consagración' de un compositor y su posibilidad de trascender su entorno y su tiempo dependen muchas veces de circunstancias de diferente índole, pero casi siempre extra-musicales".

"En la música del siglo XIX se da un fenómeno que considero muy interesante: la especial relación entre la música y los instrumentos para los que fue concebida. No es que esta relación no existiese antes, o no exista siempre, sino que en el País Vasco es muy notable el hecho de que la música para órgano deba adaptarse a los recursos que ofrecen los órganos barrocos españoles --y esto la diferencia de otras músicas europeas de la época-- hasta que una nueva estética se imponga y marque una nueva tendencia en la organería, que hacia fines del siglo tendrá un impulso muy fuerte. Muchas veces se ha dicho que en la obra de Felipe Gorriti vemos esta evolución, que es a la vez causa y efecto de la evolución del arte de la organería".

Autores vascos en Argentina y autores vascoargentinos

“En Argentina se conoce la música vasca, pero claro que hay mucho más por conocer aún; el problema es que no nos resulta fácil el acceso a las partituras. Si pensamos en músicos de origen vasco, el primer nombre que viene a la memoria es el de Juan Pedro Esnaola, pianista y compositor argentino de reconocida trayectoria, que vivió entre 1808 y 1878. En lo que respecta al repertorio organístico, algunos autores vascos son bastante conocidos. Es el caso de Jesús Guridi, por ejemplo. De Felipe Gorriti se conocen algunas obras, así como algunas de Hilarión Eslava, contenidas en recopilaciones de música para órgano que circularon por aquí hace algunos años. También se conoce parte del repertorio del siglo XVIII. Pero como dije antes aún hay mucho trabajo para hacer en lo que a conocer y hacer conocer respecta. Y desde Euskal Echea intentamos realizar nuestro aporte; por eso nos resultan especialmente valiosos los trabajos de investigación, recopilación y publicación, como el de Esteban Elizondo, así como otras iniciativas de este tipo que se realicen en el País Vasco y puedan llegar hasta nosotros”, reflexiona Ana Paula Segurola mientras se prepara para retomar el ciclo de conciertos el próximo 10 de agosto, esta vez, acompañada y acompañando al coro Lagun Onak de Buenos Aires, al txistulari local José María Gutiérrez y al organista José Luis Bella.

La concertista y docente Ana Paula Segurola nació en Uruguay, en la localidad de Soriano. Es organista, clavecinista y fortepianista. En lo que a su formación, respecta, cabe destacar que es licenciada en Órgano en la Facultad de Artes de la Universidad de la República, Uruguay (con la profesora Cristina García Banegas). Ex-alumna de Eduardo Gilardoni (clave) y de Raquel Boldorini (piano), y asistió a cursos de clave y bajo continuo en la Universidad de Campinas (São Paulo, Brasil) con Edmundo Hora. Es egresada de los cursos de clave e interpretación de la música barroca de Ilton Wjuniski en la Fundação M.Tagliaferro en São Paulo (Brasil). Ha asistido a master-classes con Jacques Ogg, José Luis González Uriol, Rosana Lanzelotte, Alessandro Santoro, Françoise Lengellé e Huguette Dreyfus, entre otros. También ha sido becaria de la Fundación Mercedes Olivera y del Centro Cultural de Música (Uruguay), y de la Académie musicale de Villecroze (Francia).

Además de su actividad como solista, ha participado en la producción de las óperas barrocas como “San Ignacio”, de Domenico Zipoli (Buenos Aires, dir. Gabriel Schebor), y “La   liberazione de Ruggero dall'isola d'Alcina”, de Francesca Caccini (Gijón, dir. Roberto Gini), por mencionar algunas. Integra, asimismo, los grupos de cámara “La rosa púrpura del Plata” (dedicado al repertorio latinoamericano) en Argentina, y “L'Accademia dei Filomusi” en Uruguay, y un dúo con Gabriel Schebor, con quien grabó el CD “Pour ung plaisir”. Se ha presentado en conciertos y festivales de Europa y América y en 2010 y 2012 ha realizado giras por Suiza, Alemania, Inglaterra y Finlandia, con el auspicio de la Cancillería Argentina.