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Begoña Miñaur/EuskalKultura.com. A Amagoia Guezuraga la afición por la genealogía le viene de casa. "Mi amuma tenía diez hermanos y en un pueblo pequeño como Zamudio todos somos un poco de casa: primos, tíos, padrinos...", cuenta.

Amagoia hizo un master en derecho nobiliario, y en su trabajo de fin de carrera realizó un estudio de los linajes de todos y cada uno de los escudos que decoran la iglesia del pueblo. Para la investigación fue preguntando a familiares y vecinos, y poco a poco, tirando del hilo, fue siguiendo el rastro de cada familia, en un proceso apasionante que la enganchó.

En esa investigación, sin embargo, se perdía la pista de quienes emigraron al extranjero, y en los últimos años Amagoia se ha dedicado a seguir ese rastro. Los resultados los publica en la revista local "Orain". Allí cuenta qué fue de los vecinos que se fueron y dónde terminaron: Eusebio Uriarte Lazpita (México), Maria Josefa Aurrecoechea Fano (Powell, EEUU), Leoncio Zarate Echeverria (Salt Lake City, EEUU), Ramon Goicoechea Zugazaga (Buenos Aires), Francisco Echevarria Echeandia (Blackfoot, Idaho, EEUU)... La lista es larga, pero quien desee consultarla puede encontrar la revista "Orain" online, aquí.

Genealogía, puente entre países

Amagoia cuenta que sus paisanos y los descendientes de los zamudioztarras emigrados que ha contactado por internet agradecen mucho este trabajo. "La genealogía es un puente entre dos lugares, porque crea nuevas relaciones entre los de aquí y los de allá", explica.

"Para mí es muy interesante ver cómo han mantenido la identidad vasca. Pelayo Aldana, por ejemplo, fue a Boise hacia 1906 y en su lápida en el cementerio, en Idaho pone "Pelayo Aldana Basque". Los nietos de estas personas a lo mejor ahora sólo saben tres o cuatro palabras en euskera, pero sí saben de dónde vienen", asegura. 

Asociación Antzinako

Amagoia es miembro de la asociación de genealogistas vascos Antzinako, a la que invita a sumarse a todo el que tenga interés en este mundo. "Quienes busquen sus raíces familiares deben empezar preguntando a los de casa: los apellidos de los abuelos, los documentos que pueda haber por casa, partidas de nacimientos... Los testamentos también son muy útiles", añade.

Después de dar ese paso llega el momento de consultar registros. Ese puede ser también el momento de sumarse a Antzinako. La cuota anual es de 10 euros, y da acceso a los archivos e investigaciones de los otros socios, que además, están dispuesto a ayudar al recién llegado con su experiencia y conocimientos. Quienes deseen apuntarse, pueden ponerse en contacto con Antzinako escribiendo un e-mail  aquí.

Amagoia destaca el trabajo voluntario de los socios, que, por ejemplo, están subiendo a la red poco a poco los registros de los pueblos de Navarra (los de la CAV están en Dokuklik).

Si deseas saber más, visita la web de Antzinako.