El año pasado, el programa de cine Basque Film Series, que organiza la Basque Educational Organization de San Francisco, cumplió diez años. En un inicio Philippe Acheritogaray, su impulsor, no tenía pensado darle continuidad, pero su éxito ha traido que se haya asentado con dos programas al año: uno en primavera y otro en otoño. Acheritogaray elige las cintas y desde hace un tiempo invita a diferentes personas a que presenten las cintas. Pedro Oiarzabal, Xabier Irujo, Oscar Alvarez, Emily Lobsenz, Marcia Barinaga… son algunos de quienes han colaborado, si bien desde el año pasado, Aitor Iñarra, coordinador, junto con Itxaso Cayero, de las clases de euskera de NABO, es quien se pone ante el micrófono.
Ander Egiluz Beramendi, EE.UU. El 25 de julio se cumplirán diez años de la llegada de Aitor Iñarra (Donostia, 1971) a San Francisco. Desde entonces, ha trabajado en distintos ámbitos, entre ellos, como actor, el cine, habiendo aparecido, incluso, junto con Clive Owen y Nicole Kidman, en la película Hemingway and Gellhorn (2012).
Este año repites como presentador del Basque Films Series; la próxima película la presentarás este 10 de abril. ¿Cómo está siendo la experiencia?
-Muy bonita. Tengo plena libertad para presentar los temas como quiero y como me interesa el aspecto social e histórico más que el técnico, es de lo que hablo en las presentaciones. Por ejemplo, el año pasado, al presentar la comedia Bypass, que se desarrolla en Bilbao y en la que se habla del sistema de salud del País Vasco (Osakidetza), comparé el sistema vasco con el de los EE.UU.
-Preparando charlas así, además de enseñar, también se aprende, ¿no?
-La verdad es que sí, estoy aprendiendo mucho, y a la gente le están resultando interesante. El año pasado dimos una película sobre la Segunda Guerra Mundial y hablé de cómo quedó Francia tras el conflicto y, como la mayor parte de los vascos de aquí son de Iparralde, el tema suscitó mucho interés.
Tras los filmes llega el tiempo del debate. ¿Es fácil hacer que la gente participe?
-La verdad es que no (ríe). Al principio les cuesta bastante y yo les animo con preguntas. Pero hay gente que siempre espera hasta el final para acercarse y felicitarme o hacerme algún comentario.
Hay trabajos más espinosos, sobre todo si toca en alguna medida el mundo político, como será el caso el 10 de abril, con el documental 'Jostunak', que trata el tema del derecho a decidir de los vascos. ¿Te cuesta preparar este tipo de presentaciones?
-Es cierto que muchos vascos de EE.UU. han tomado distancia respecto al conflicto vasco, pero también es verdad que desde que ETA dejó las armas se escuchan más opiniones, ya sea en los bertsos de los bertsolaris llegados de Euskal Herria, o en los conciertos, o en las conferencias. Está claro que no es lo mismo presentar Bypass que presentar Gazta zati bat, porque la segunda película es mucho más emotiva. Y lo mismo ocurre con Jostunak, porque es un tema muy bonito. Es esperanzador ver a la sociedad civil actuar, sin tantas tensiones. Además, me he dado cuenta de que a la gente le gusta conocer mi punto de vista, porque les acerco cuestiones que, de no ser así, ven como lejanas.
¿Qué tipo de público suele acudir a este programa?
-El perfil del público es muy variado. Es cierto que, en general, a los documentales suele venir gente de más edad. Y como el llegarse hasta el Basque Cultural Center toma su tiempo, no es un plan al que se acerque la gente de la zona, sino más bien los vascos. No obstante, también hemos tenido gente de origen ruso o alemán. Por ejemplo, tras proyectar Una esvástica sobre el Bidasoa, se me acercó una mujer alemana, de unos ochenta años, y me dijo que en su grupo cultural no hacen cosas tan interesantes como estas que hacemos nosotros. Es bonito ver la variedad de gente que acude.