Joseba Etxarri. No siempre en el último siglo los vascos del Oeste americano han contado con un cura que les atendiera en inglés y euskera. Para ello "para atender a la comunidad vasca en su propia lengua" pidió hace más de un siglo el obispo Glorieux de Boise a su homólogo de Vitoria-Gasteiz un cura vasco. Y así llegó en 1911 a la capital idahoense aita Bernardo Arregui. Desde entonces, las comunidades vascas de EEUU han dispuesto, intermitentemente, de un capellán euskaldun. Con esa tarea llegaron a Idaho en el último siglo Patxi Aldasoro, Santos Rekalde y Juan Mari Garatea. Y a California los padres Luro, Chalet, Copentipy, Sallaberemborde, Cachenaut, Etcheverry, Elizagaray y Tillous. Tras el fallecimiento en marzo de 2009 del eskiularra (Zuberoa) Martxel Tillous nadie esperaba en Estados Unidos un nuevo capellán al servicio de la comunidad euskaldun. Pero lo inesperado se ha producido y desde fines del pasado año Idaho cuenta con un pater cuya labor principal es atender a la comunidad vasca, parte importante de la feligresía católica de un buen número de poblaciones del Oeste.
-En un momento de escasez de curas, con una edad media entre ellos francamente alta, algunos hablan de un pequeño milagro al poder contar en Boise con un cura euskaldun de 61 años, con un currículo y un bagaje cultural y académico realmente notables.
Ya sé que pocos imaginaban hace unos meses que aita Tillous tendría un sucesor, pero lo cierto es que se ha dado un conjunto de circunstancias que han hecho posible que haya podido incorporarme a Boise con la tarea principal de apoyar a la comunidad vasca en sus necesidades espirituales.
-Hasta fines del año pasado daba clases en la Universidad de Lovaina ¿Cómo llega usted a Boise?
Se dio la coincidencia de que hace poco más de un año, viajando en coche desde Lovaina a Bidania (Gipuzkoa), mi localidad natal, dejé atrás Burdeos y me puse a buscar en el dial alguna emisora vasca. Coincidió que localicé una de Iparralde en la que comentaban que se cumplían entonces equis años desde el fallecimiento del último capellán vasco en Estados Unidos. Eso me dio qué pensar y me dije a mí mismo ¿por qué no yo? Me quedaban pocos años para la jubilación y siempre había tenido ilusión, no por regresar a corto plazo al País Vasco, pero sí por quizás servir a los vascos en algún otro lugar. Pensé que si esperaba a retirarme a los 65 años de la Universidad podría ser ya tarde para dar ese paso, de modo que escribí a NABO, la federación norteamericana de centros vasco y más tarde me puse en comunicación con el Obispado de Idaho, hasta que en mayo del año pasado, en un hueco en mi agenda, me desplacé una semana a Boise para conocer in situ el lugar y la gente y que ellos me conocieran también a mí.
-Veo que hubo feeling y aquello funcionó.
Aquel viaje confirmó lo que hasta entonces no era sino un pensamiento o una mera posibilidad. En Boise percibí que la idea tenía sentido y que hay aquí labor que realizar y personas en la comunidad vasca dispuestas a sumar esfuerzos. El recibimiento fue extraordinario y John Ysursa, profesor de la Boise State University, integrante de la comunidad vasca local, y creyente activo y comprometido, me preparó un programa intenso en el que conocí al obispo de Boise, a personas clave tanto en la comunidad local como en la vasca, conocí también el lugar y su entorno natural y me presentaron las actividades que se realizan hoy día.. Posteriormente pude convencer a mis superiores y compartirlo con mis hermanos.
-Impresiona su currículo. Es usted doctor en Teología, antropólogo, experto en religiones comparadas, tiene tres licenciaturas, habla diez idiomas desde el euskera hasta el chino, pasando por el francés, inglés, español, coreano, italiano, holandés o tailandés... Creo que ha oficiado ya alguna misa para la comunidad coreana de Boise. En realidad se lo rifan.
A lo largo de mi vida, en diferentes fases, he vivido y me ha tocado visitar muchos países en diferentes zonas del mundo, sobre todo, aunque no solo, en Asia. He vivido en Inglaterra, estudiado en Canadá e impartido clases y cursos en muchos lugares. Una buena parte de mi experiencia vital y trabajo social se ha desarrolladio en países como Corea, Tailandia o China, y en esos casos lo primero que toca es aprender la lengua de cada país. Ahora he iniciado una nueva fase de mi vida y mi dedicación principal se refiere a la comunidad vasca, sin perjuicio de otras labores en las que sin duda también colaboraré.
-De momento ya ha crecido en torno a usted en Boise la asociación vasca Artzai Ona (Buen Pastor).
Se trata de un grupo vasco creyente y participativo en cuyo seno estamos debatiendo y planificando la acción pastoral en Idaho y los estados aledaños. Llevo aún muy poco tiempo aquí, pero tengo claro que mi objetivo es sumar y colaborar a dinamizar la vida religiosa de los vascos de aquí, prestando especial atención a los jóvenes, y a los enfermos y personas de edad.
-Este próximo sábado celebrará usted con toda solemnidad una primera y especial misa en euskera en la catedral de Saint John.
Sí, la hemos preparado con el máximo cariño con la ayuda de un buen número de integrantes de la comunidad vasca local. Será a las 14:30 de este 14 de marzo. Intervendrá el coro Biotzetik y participarán muchos fieles euskaldunes. Estamos ilusionados y esperanzados, con muchos planes y quiero desde aquí llamar a la participación, a las sugerencias y a sumar ideas y propuestas que nos enriquezcan como vascos y como creyentes. Resido en Boise, de momento en la casa rectoral junto al colegio St Joseph, es posible contactarme a través de Artzai Ona y me hallo al servicio de todas aquellas personas que me quieran contactar.