En el Lagun Onak de Pergamino fueron los txikis quienes celebraron alrededor del fuego. En la Euskal Etxea se encendieron fogatas para ahuyentar los espíritus malignos, y los txikis pensaron y escribieron en papel sus deseos, que se fueron quemando en la fogata "para que en algún momento, se transformen en realidad". Padres, madres y abuelos acompañaron a los txikis, quienes también bailaron y cantaron en euskera (foto EE)