¡Buenos días, Sabrina! Háblanos acerca de ti.
Me llamo Sabrina Otegui y soy argentina, nacida en una ciudad llamada Pergamino y mudada a Buenos Aires con 18 años, a realizar mis estudios en la UBA (Universidad de Buenos Aires). Estudié en la facultad de Letras, cursando la carrera de Letras y, posteriormente, me especialicé en Lingüística. Actualmente doy clases de semiología allí y en otra universidad llamada UMET, así como clases de euskera.
Tu apellido es Otegui, ¿de dónde viene tu familia?
Mi bisabuelo nació en Tolosa. No sé mucho sobre la historia de la familia, pero sé que emigró a Argentina en los años 1880. Allí, en Pergamino, tuvo 12 hijos, el más joven mi abuelo, Segundo Otegui. Hoy en día tengo familia en Tolosa, pero solo conozco a algunos de ellos.
¿Qué te impulsó a aprender euskera?
Hace unos veinte años, cuando estaba terminando la carrera, en la asignatura de Dialectología hicimos unos ejercicios para conocer el idioma indoeuropeo. Nos pusieron algunos ejemplos a modo de distracción, y uno de ellos era el euskera. En mi familia siempre me hablaban de los "primos de España", nunca de Euskal Herria o del euskera; y cuando el profesor mencionó ese idioma, le pregunté qué era. Él me dijo, "¿con ese apellido no sabes qué es el euskera?", y eso me causó una gran curiosidad. Al día siguiente llamé a la Euskal Etxea para ver cómo podía hacerlo para aprender euskera; y entonces empecé. Desde entonces no he dejado de aprender euskera; ¡y todavía me falta mucho!
¿Cuál ha sido tu trayectoria hasta terminar como lectora en Universidad de La Plata?
Comencé a estudiar euskera en la Euskal Etxea (Centro Vasco) de Buenos Aires, llamada Euskalzaleak, y al cabo de 2-3 años entré en el programa Euskara Munduan y me propusieron formarme como profesora. Dije que sí, y al poco de empezar en el programa comencé a dar clases en la Euskal Etxea. ¡Eso sí que fue un reto!
Después, empecé a hacer visitas al País Vasco para aprender más desde aquí. La primera fue por mi cuenta, estuve unos meses en el barnetegi (internado) de Amorebieta; y la segunda la hice con el programa Euskara Munduan, para pasar la prueba de nivel. Estuve aquí durante seis meses, en el barnetegi Maizpide de Lazkao. Fue una experiencia muy bonita, difícil pero bonita; conseguí el título EGA (equivalente a un C1) y volví a Buenos Aires, a seguir dando clases.
Asimismo, empecé a dar clases a los que iban a ser nuevos profesores dentro del programa Euskara Munduan. Y, para terminar, el año pasado me llamaron de la universidad de La Plata; había un lector que debía volver al País Vasco y no había tiempo para hacer la convocatoria ordinaria. Yo tenía el título universitario necesario y el EGA, por lo que me cogieron.
¿Qué tipo de experiencia estás teniendo?
Hermosa y enriquecedora. Quisiera decir dos cosas sobre esto. Una, que para mí esto es un gran logro y un honor, porque lo que más me gusta es dar clases de euskera; y, si quieres vivir de esto en Argentina, no hay muchas posibilidades, porque por ejemplo en la Euskal Etxea no puedes tener muchos grupos. Por lo tanto, es una oportunidad muy bonita para mí en el ámbito profesional, la oportunidad más importante que he tenido.
Y, segundo, que el alumnado del lectorado está totalmente motivado y hacen un gran esfuerzo para aprender euskera. Hay que recordar que viven en un entorno totalmente hispanohablante y que sólo una vez a la semana se ´sumergen´ en el euskera y en las costumbres vascas. Dar clases en la universidad me permite llegar a gente que no tiene orígenes vascos, y eso es muy importante. Tenemos alumnos/as de este tipo y es bonito ver cómo se sorprenden de las curiosidades que tienen tanto la cultura vasca como el euskera. El ambiente es precioso y lo pasamos muy bien en las clases.