Osasuna Memoria. Hace exactamente un siglo, un grupo compuesto por intrépidos hombres y mujeres se unieron en Estella para fundar el Izarra. Impulsar el fútbol local, el ciclismo, la pelota y la cultura vasca fueron los objetivos fundacionales del club. En este contexto de celebración, un acercamiento a la memoria histórica siempre es oportuno.
Tras el golpe de Estado de 1936, se inició la guerra civil, la represión, la dictadura franquista, la censura y la limitación de libertades sembrando un germen de desmemoria, como si nada hubiera ocurrido, que perdura hasta hoy. Sin embargo, en la trayectoria del club, marcada por ascensos y descensos de categoría, inicios y finales de temporada, por el vaivén de jugadores, entrenadores y directivos, así como por las decenas y cientos de goles marcados a favor y en contra, se teje una historia rica en recuerdos inolvidables y sinsabores, como los de muchas víctimas protagonistas de los hechos que vamos a narrar aquí.
Carrera ciclista como prólogo de la Guerra Civil
Miles de espectadores se amontonaban por las calles de Estella y sus alrededores aquel domingo, 5 de julio de 1936. Se disputaba la edición del Circuito Ciclista organizada por el Club. En la recta final venían destacados tres corredores; uno de ellos, José Lisarri, el Rojo, corredor del Izarra Beti Aurrera, venció al sprint en loor de multitudes: era el héroe local. Según P. M. de I., cronista de La Voz de Navarra, “el entusiasmo es indescriptible”. Lisarri se confirmaba como ídolo y la organización era elogiada por la prensa.
Dos semanas más tarde, cuando Lisarri y un grupo de deportistas navarros viajaban en tren a Barcelona, dispuestos a participar en la Olimpiada Popular, en las calles de la ciudad condal comenzaban a cruzarse los primeros disparos. Mientras, en su ciudad, Estella, según relataba Diario de Navarra en la publicación del 22 de julio, “el entusiasmo que se respiraba ayer era algo imposible de narrar”. Esa misma mañana, Emilio Mola, el Director del golpe, visitó la ciudad y desde el balcón consistorial se dirigió al público. Se iniciaba así una verdadera cacería humana, la caza del rojo y la guerra civil.
Día de Reyes...
Antes de entrar en harina, regresemos a los inicios del club; a su nacimiento, como un regalo de una fecha señalada. El 6 de enero de 1924 se constituye con los colores blanquiazules y, haciendo honor a su nombre, brilla en su escudo una estrella.
De la mano del Centro Navarro (Napar Etxea), asociación “explícitamente cultural, implícitamente política, como gran parte de los casinos de entonces”, según Valentín Arteta, nació el Izarra. En 1936, el Centro, de marcado carácter nacionalista, pasaría a denominarse Euzko Etxea.
Ambas entidades compartirían locales en el primer piso de los números 38 y 39 de la Plaza de Los Fueros. Como ya hemos señalado, el foot-ball era la principal actividad, pero también el ciclismo, la pelota y la cultura vasca fueron las señas de identidad. Varios socios del Izarra estaban afiliados al PNV, y hubo también quienes fundarían organizaciones republicanas de izquierdas. Aquella convivencia resultó según parece, salvo en periodos electorales, llevadera y enriquecedora.
Otra característica destacable de este club era la presencia de mujeres. Un hecho no demostrable en otras asociaciones deportivas navarras. En un listado aparecen 80 nombres femeninos (exp. Archivo General de Navarra). Traemos aquí el testimonio de Elisa Juániz Berzal, vecina de Estella, que recuerda en una entrevista titulada “Estella, rica en memoria” los años de posguerra, “con las amigas íbamos siempre al fútbol, había mucho ambiente, se llenaba el campo, y también íbamos a otros campos, a Bilbao, a las Arenas, se iba mucho, y también venían aquí”.
Izarras también hubo otros: uno en Iruña que no estaba federado y otro en Eibar. Fue precisamente debido a esto, y a instancia de la Federación Guipuzcoana, por lo que se decidió cambiar el nombre a Izarra Beti Aurrera en septiembre de 1927.
Alfredo Stachert, un mecánico suizo afincado en Estella, sería el primer entrenador, y el primer campo de juego, la Pieza del Conde, utilizado también por otros equipos. En el contexto de la fundación de la Federación Navarra y, a través del Sindicato de Iniciativas y Turismo, donde coinciden también algunos socios, se produce la compra de terrenos, el campo de Merkatondoa, en noviembre de 1928; después del Aurrera de Liédena, el campo más antiguo de Nafarroa. Por entonces el Izarra se propuso crear un equipo fuerte que llegara a disputar el Campeonato navarro a Osasuna. Fue a base de talonario, con jugadores de toda Euskalherria, donde asomaban dos jóvenes valores estellicas: Joaquín Azcárate y Cesáreo Leorza.
En noviembre de 1929 la dictadura de Primo Rivera tocaba a su fin, y en esos últimos coletazos golpeó también al club. El régimen persigue el nacionalismo vasco, cierran los batzokis, se producen registros domiciliarios, se requisan libros y documentación separatista. El ejecutor es Modesto Font, secretario del Gobernador civil y declarado futbolero. El Izarra es obligado a abandonar el despacho compartido con el Centro Navarro, hijuela del mismo, bajo la acusación de estar envenenando a la juventud de Estella. Este episodio sumió al club en una profunda crisis, dejándolo al borde de la desaparición.
Renacimiento y golpe
Poco después, en enero del 30, la directiva del CD Izarra solicita el rescate del local, y el ayuntamiento se la niega. Las deudas rondan el entorno del Club. Sin embargo, con el advenimiento de la Segunda República, los centros vascos vuelven a abrir y clubes como el Izarra cogen oxígeno. Fueron cinco años fecundos, llenos de actividad. A partir del 18 de julio de 1936, todo ese impulso se ve irremediablemente frustrado. Por knock out, ahora sí, el Izarra desaparece. No era el fútbol evidentemente, el chivo expiatorio; eran todas las izquierdas y también el nacionalismo vasco. En Navarra los efectos del golpe militar derivaron en un auténtico genocidio programado que afectó a todos los órdenes de la vida.
Conocido es que los militares acuartelados en Estella se sublevaron el día 18, y que, junto a falangistas y requetés armados, organizaron varias columnas y expediciones por la zona con el fin de detener y encarcelar a personas vinculadas con las izquierdas y el nacionalismo vasco, una persecución propiciada en gran medida por acusaciones individuales. Varios integrantes del Izarra padecieron las consecuencias de esta cacería; entre ellos, algunos de sus fundadores.
Comenzando por la cúpula, encontramos a dos de los presidentes del club, el nacionalista Eusebio Irujo (en 1928) y el republicano Máximo Yarza (en 1929), que fueron detenidos y encarcelados. Cada proceso judicial finalizó con la condena al pago de 500.000 y 200.000 pesetas respectivamente, sentencias dictadas por el Tribunal denominado de Responsabilidades Políticas, que buscaba sufragar los gastos de guerra para los franquistas y el reparto del botín entre los vencedores.
La familia Irujo-Ollo
Eusebio, además de presidente del Izarra, era farmacéutico, siguiendo la tradición familiar. Junto con sus hermanos, abogados e ingenieros, formaban un referente del nacionalismo vasco y de aquel primer Izarra del que eran socios y propietarios. Manuel, Pello, Juan Ignacio, Delfín, Andrés y Josefina vivían en la Plaza Santiago de Estella, nº 61-62.
Ciñéndonos sólo al balón, al juego, el más recordado era Andrés, que fue un excelente medio volante y en ocasiones delantero con gran olfato de gol. En su época de estudiante jugó en equipos vizcaínos, donde se granjeó cierto protagonismo. Tras pasar por el Izarra y superada la crisis de finales de 1929, fichó por Osasuna. Su debut con los rojos fue una victoria contra el Zaragoza; después vinieron partidos contra el Arenas de Getxo y Tolosa, donde la crítica le salvó de algunas derrotas del equipo.
Otro de los hermanos, Juan Ignacio, socio del Ateneo navarro y domiciliado en Iruñea. también jugó de txuri-urdin (ver foto), y el resto fomaron parte de las Juntas en el patronato de Merkatondoa. A partir de julio de 1936, la familia Irujo fue víctima de la dura represión. La casa familiar fue asaltada por un pelotón de requetés, y todos los miembros y sus esposas e hijas fueron detenidos y encarcelados, salvo Manuel y Andrés que se hallaban de camino de Tolosa. Eusebio, como sus hermanos Juan Ignacio y Delfín, pasó varios años preso. Pello, militante de EAE-ANV, fue conducido a Ezkaba, y fue condenado a muerte. Las propiedades y bienes fueron decomisados y subastados, y los Irujo multados y sancionados con grandes sumas de dinero. Josefina fue condenada al pago de una de las mayores cantidades en Navarra, 250.000 pesetas, y otra socia, María Puy Irujo, a 100.000 pesetas. Ambas formaban parte de Emakume Abertzale Batza de Estella.
Por mediación de Cruz Roja Internacional, las mujeres de la familia fueron liberadas tras varios meses internas en varios conventos de Pamplona en 1936. Los hermanos Irujo fueron canjeados en 1938 y salieron al exilio a Capbreton. Tras la ocupación alemana, tuvieron que partir a América. Eusebio fue delegado del Gobierno de Euskadi en la República Dominicana, donde se encargó de la organización de los papeles y los viajes de exiliados hacia Venezuela. Manuel, uno de los dirigentes y referentes en EAJ-PNV, fue diputado, ministro del Gobierno de la República y presidente del Consejo Nacional Vasco en el exilio de Londres. Tras cuarenta años de exilio, Manuel regresó a Estella en 1977 y acordó con el Club, el ayuntamiento la titularidad y el nombre con el que fue bautizado el campo de fútbol: Merkatondoa.
Andrés, el otrora jugador izarrista, exiliado en Argentina, montó la editorial Ekin junto a Ixaka López Mendizabal y fundó el Instituto Americano de Estudios Vascos, impulsó distintas iniciativas culturales y políticas. En unos de sus libros, Los vascos y la Segunda República, al referirse a Fortunato Agirre, el alcalde de Estella, señaló: “aquel gran hombre, al que el gobierno republicano impidió salvar la República, contradicción de trascendentales consecuencias, fue víctima del cumplimiento de su deber y de la estólida incapacidad de aquel gobierno”. Conocedor como era de las reuniones de los conspiradores liderados por Mola en el Monasterio de Iratxe, Fortunato informó al Gobierno republicano de Madrid para proceder a su arresto, y recibió la orden de no hacer nada. Por tratar de impedir el golpe y la guerra fue detenido el 19 de julio.
Padre y alcalde asesinado
Fortunato Agirre vivía junto con su mujer, Elvira, tres hijos, un hermano y una sirvienta, en la calle Carreteras, 6, 2º. Además de alcalde de Estella, Fortunato, propietario del Garaje mecánico Aguirre, dedicado a la venta y distribución (Barreiros...), era un hombre muy popular en la Ciudad del Ega. Socio fundador del Izarra, había sido vicepresidente y también secretario del Club. Su vinculación con el fútbol venía de atrás, de cuando vivía en Iruñea, donde había participado en la fundación de Osasuna. Elvira, por su parte, era socia del Izarra y de Emakumes. Estaba embarazada cuando su marido fue asesinado, el día de San Miguel de Aralar, junto al cementerio de Tajonar. Fortunato no llegó a conocer a sus hijas (Mikele y Mirentxu), que nacieron tres meses después.
Máximo Yarza, el presidente del Club en 1936, era republicano y propietario de un comercio de ultramarinos. Contaba 52 años cuando fue detenido y encarcelado en el Fuerte de Ezkaba. Casado con Silvestra, vivían en el mismo edificio donde estaban ubicadas las oficinas del Centro Navarro y el Izarra. En 1931 constituye junto a otros compañeros el Círculo Republicano Federal de Estella, siendo presidente y un año después accionista del diario Democracia. Ese mismo año fue víctima de una campaña de acoso y boicot dirigida contra él y otros republicanos de Estella como Leandro Nagore o Antonio Odria. Sectores ultracatólicos y conservadores distribuyeron octavillas en buzones de Estella, señalándolos y amenazándolos por su actividad política. La noticia alcanzó repercusión incluso en la prensa madrileña.
Tras el golpe de estado, Fortunato Agirre y Máximo Yarza son citados en los expedientes militares abiertos en Navarra, en la causa abierta contra Ángel Merck, Capitán de la Guardia Civil de Estella, detenido la tarde del 18 de julio. Los tres fueron acusados del intento de detención de Emilio Mola y de organizar resistencia al golpe. Así lo afirmaba el Comandante militar estellés Pablo Cayuela.
Lucha de clases en el Izarra
En 1927 Joaquín Azcarate López tenía 16 años. Su nombre figura en las alineaciones del Izarra hasta el año 1933. Sus sobrinas, Joaquina y Ana Mari, recuerdan cómo su padre jugaba al fútbol con el tío Joaquín, que era el virtuoso y cómo en Estella le tenían inquina por su habilidad. También traen a la memoria cómo los partidos, al principio, los disputaban ricos contra pobres en la pieza del Conde.
Joaquín, natural de Arróniz, era carpintero y estaba afiliado a UGT. No constan sus datos en el censo de 1935 aunque sí los de su hermano Jesús y su cuñada Felisa López Sanz, de 26 años. Vivían en C. Obispo Oñate 12, con dos hijos muy pequeños cuando en Torrero (Zaragoza), en una cruel saca, junto a otros 225 navarros republicanos, Joaquín, su tío, jugador del Izarra, fue vilmente asesinado.
Fútbol y letras
Félix Elorz Eraso combinaba disciplinas y aficiones: una, como socio supernumerario del Izarra, y otra, como presidente de la Sociedad Amigos del Libro (Estella, 1932). Amante también del ciclismo, realizó donativos para las ediciones de la Vuelta a Estella organizadas por el Club en 1928 y 1930. Félix, soltero, era médico de profesión. Ejercía en Metauten, a once kilómetros de Estella, cuando, a los 42 años, lo mataron “por sus ideas y ausencias de las funciones religiosas” (sic), según un testimonio recogido por Jimeno Jurío, que pone los pelos de punta, cuando leemos que sus propios amigos de Estella, carlistas, fueron a su casa a matarlo, “Ven, baja, vamos a tomar una copa”. Eran las cuatro de la tarde, del 17 de agosto. Su cuerpo apareció en la cuneta en Zufía.
Su madre, viuda, y tres hermanos vivían en la Calle Navarrería, 44, y otro hermano en la Plaza de los Fueros, 50. Cuarenta años después, Mari Carmen Elorz Goizueta, su sobrina, casada Juan Manuel Arza Muñuzuri, presidía la Diputación de Navarra (1980-1984).
Odria y la cámara de gas
Antonio Odria López (Estella, 1902) era socio supernumerario del Izarra en 1929. No era fácil vivir en Estella en aquella época para según quién. Odria estaba señalado por fundamentalistas católicos, como ya hemos referido, junto a otros republicanos. Sin embargo, aparecen en algunas fotografías tomando café alegre y tranquilamente en la terraza del Círculo, junto al Comercio de Máximo Yarza. Antonino, de profesión pintor (suponemos que de brocha gorda), estaba casado con María Ibarlucea, con quien tenía cinco hijos. Las personas que lo conocieron lo definen como ferviente republicano, de amplitud de miras, gran cultura y amante de la libertad. Pertenecía a Izquierda Republicana de Estella, y durante la guerra, en 1937, combatió en el Batallón Azaña (Ejército de Euzkadi), defendiendo Bilbao de los fascistas. Tras la caída de la capital vasca, la familia, se reagrupó en Barcelona, primero, y en el campo de concentración de Alliers, en el exilio. Tras este, vino un peregrinar por distintos campos. Desde uno de ellos, los soldados alemanes llenaron un tren de presos que llevó a Antonino a Mauthausen. Una de sus hijas, Lucía, recuerda la última imagen de su padre cuando los nazis se lo llevaron a culatazos. A punto estuvieron de llevarse también a su hijo pequeño, Jesús, a quien sus hermanas escondieron en una maleta para salvarle del mismo destino: la cámara de gas. Fue el triste final de Antonino, un 25 de septiembre de 1941, el mismo que el de su hermanastro Josetxo, y una veintena de navarros más.
Otros futbolistas del Izarra murieron en el frente de guerra, luchando, como Alfonso Ángel Larraona Castejón, socio del Centro Navarro. Además de los mencionados hermanos Pérez Arrastio, en el Centro hubo otros socios que fueron también asesinados como Antonio Lisarri, afiliado a la CNT (como Elizalde). Su hermano Martín era jugador del Izarra y murió en el frente en las filas sublevadas.
Más de treinta socios fueron arrestados, encarcelados, inhabilitados, unos y/o se exiliaron, otros, entre los que destacamos a jugadores como Césareo Leorza, Daniel Sainz El Tino, Regino Etxabe o el directivo Salvador Puig.
La cárcel de Estella
El antiguo Palacio de los Reyes de Navarra (hoy Museo Gustavo de Maeztu), albergó alrededor de 150 presos, de los cuales, más de la mitad fueron asesinados, entre ellos, Inocencio Pérez Arrastio, labrador afiliado a Izquierda Republicana, socio del Centro Navarro y también del Círculo Republicano. Vivía con su mujer, María Casas Alsua, y el hijo, Eladio, de un año, en Fray Diego 25, 2º. Estuvo detenido en la cárcel de Estella, a donde su mujer, llevaba la comida, mientras sufría la angustia de la situación junto a su bebe. “Recuerdos y besos al niño, hasta mañana”, la familia conserva una de las notas con las que comunicaba a su mujer a través de unas sencillas palabras sobre la comida. Culpable de ser rojo, Inocencio “salió” de la cárcel el 12 de septiembre con 31 años para ser fusilado en Lacar. Otros dos hermanos también fueron asesinados.
Casos sin determinar...
Apellidos como Vega, Elizalde, Ciordia y Herce, que permanecen unidos a la historia del Izarra, coinciden, a su vez, con el listado de una treintena de personas asesinadas en la localidad. Resulta complicado determinar si son las mismas, en algunos casos por la edad y por el número de personas con el mismo apellido en el último censo, el de 1935.
Ramón Valcárcel Expósito (asesinado a los 38 años), natural de Madrid, militar de alta graduación, puede ser uno de esos casos. Él y su familia, con dos hijos pequeños, estaban censados en la Plaza de Santiago 34, 3º. En 1926 aparece en las alineaciones del Izarra, un jugador de apellido Valcárcel, nadie más aparece con ese apellido en la ciudad del Ega.
En el caso de Vega, jugador de Izarra en 1926, y con anterioridad de los equipos Estrella y Avión, podría ser Miguel Vega Oyaga o, tal vez, uno de sus hermanos. Miguel tenía 36 años (cuando fue fusilado). Natural de Arróniz y jornalero, estaba casado con Josefina Morentín Pascual. La familia vivía en Calle Monasterio Viejo 10 con sus cuatro hijos menores de edad. Su hermano Benito fue presidente durante siete temporadas (años 50, 60 y 70), y su hijo, Miguel Oyaga Morentin, portero en 1957.
Fotografías históricas
Durante la guerra y los primeros años de posguerra el Izarra desapareció, dejó de ser noticia. Ni rastro en prensa. Tuvieron que pasar más de seis años para ver alguna nota. Emilio Urdíroz y Kiko Florenza, sus primeros entrenadores tras el parón bélico, habían sido tachados de rojos, también sufrieron la represión en sus carnes.
Más tarde, en los 50, el equipo volvió a tomar fuerza. En cierta ocasión, Zarra, del Athletic Club, jugó con la zamarra txuri-urdin junto a otros grandes jugadores en un partido amistoso. Con veinte temporadas en 2ª B en su historia reciente convierten al Izarra en el segundo equipo navarro de mayor categoría.
Para terminar, y como homenaje a quienes fundaron el Izarra, rescatamos dos fotos: la primera es una muy simpática, de alegría desbordante, de mediados de los ’40. Aparece Jesús Odria, huérfano de Antonio, residente de la Casa de la Misericordia, celebrando un gol en compañía de su amigo José Torrecilla. La otra, el regreso a Estella, cuarenta años después de exilio, de José Pérez Arrastio, tío abuelo de Eladio Pérez Elizaga, quien –acompañado siempre por el balón– años después debutaría en la máxima categoría del fútbol con Osasuna. El nieto de Inocencio jugó varios años en el Alavés, y por fin en el Izarra.