A pocas semanas de las elecciones regionales, la mayoría conservadora en la Cámara alta ha rechazado la inclusión en la Constitución de la Carta Europea de Lenguas Regionales o Minoritarias, como habían aprobado los diputados.
Lo ha hecho elevando una pregunta previa al Ejecutivo sobre el texto sometido a votación, lo que en la práctica supone el rechazo del mismo.
El presidente francés, François Hollande, se había comprometido durante la campaña electoral a introducir en la Constitución la Carta Europea de Lenguas Regionales o Minoritarias.
La ratificación de ese texto precisa una reforma de la Carta Magna, puesto que el Consejo Constitucional estimó en 1999 que las disposiciones de la carta iban contra los artículos 1 y 2 que establecen que el francés es el idioma único del país.
Para reformar la Constitución es preciso que haya una mayoría de las dos cámaras reunidas de forma conjunta en sesión plenaria extraordinaria.
Francia firmó la Carta Europea en 1992, pero desde entonces no ha podido ratificarla por los problemas que genera su encaje constitucional.
Durante el mandato del anterior presidente, Nicolas Sarkozy, se reconocieron el euskera, el corso y el bretón como "patrimonio de Francia".
La Carta Europea obliga a los Estados signatarios a reconocer esas otras lenguas como expresiones culturales, lo que podría tener implicaciones en materia de enseñanza, judicial o administrativa.