María Cortés / Hernani, Gipuzkoa. Es conocido por todos que de un tiempo a esta parte el debate de 'deberes sí o deberes no' divide a la comunidad escolar y a los propios padres y madres. Si a este hecho se le suma la dificultad de no conocer el idioma, muchos progenitores se sienten impotentes para poder ayudar a sus hijos con el euskera. Para resolver pequeñas dudas y dar algún consejo, Kike Amonarriz visitó recientemente Biteri para moderar la charla 'Mi hijo estudia en euskera y yo no sé. ¿Cómo le puedo ayudar?' organizada por la asociación Amher. Un buen número de personas, algunas autóctonas y otras inmigrantes, no quisieron faltar a la sesión y escuchar lo que dijo el tolosarra .
Amonarriz comenzó la charla hablando sobre lo realmente importante. «Es fundamental que los niños sepan que nos interesamos, que los apoyamos y queremos ayudarles. Eso sirve mucho más que un padre con EGA que no se preocupa o no sabe en qué curso está su hijo o el nombre de su tutora. La motivación es fundamental. Preocupaos y enseñadles que estáis interesados: preguntad, mirad lo que hacen, hablad con los profesores y cread un clima favorable para el estudio. Con todo esto, la mayor parte del trabajo estará hecho».
Otro de los puntos clave es aprender con ellos y de ellos. «Es bueno apuntar palabras o frases, retener conceptos básicos, escuchar canciones, ver la tele o participar en actividades en euskera. Los idiomas son parte de la cultura de un pueblo y en este contexto, es importante remar a favor de su uso y hacer del euskera la lengua de casa», explicaba el tolosarra.
En el caso del euskera, Amonarriz quiso destacar que la labor de recuperación que ha vivido el idioma es algo muy valioso, aunque quede mucho por hacer. «En este proceso se dan anécdotas curiosas como la que viví en Tolosa en una conversación en un bar con un tabernero que no sabía euskera y un marroquí y un palestino que sí lo sabían y hablaban. También hay otros ejemplos como el de la periodista sevillana Reyes Padros que habla y se comunica en euskera, habiendo aprendido de cero».
Volviendo al controvertido tema de los deberes, según Kike, «es un tema de preocupación generalizado, pero debemos partir de la base de si los niños deben llevarlos a casa o no y en qué cantidad. Como dato curioso, en la mayoría de las familias del País Vasco, un 54%, con hijos en edades comprendidas entre los 16 y los 24 años, ninguno de sus padres sabe euskera. Por tanto, el tema no es solo preocupación de familias inmigrantes que llegan sin tener noción del idioma, sino de madres y padres autóctonos que tampoco lo dominan».
Como nociones básicas, Kike explicó el proceso de aprendizaje social de una lengua que pasa por el uso de la misma, la percepción y la motivación. «Se aprenden los idiomas porque alrededor se usan. Como se usan, el niño los oye y aprende, empieza a soltarse y lo habla. Si hay más de un idioma y se usan todos, se aprenden igual. En los centros escolares se va perfeccionando lo aprendido en casa y van descubriendo la vida a través del idioma. Pero el problema es que en edad adulta el proceso es el inverso: Motivación, percepción y uso. En este punto es importante dejar la vergüenza en casa y que no nos importe meter la pata para ir soltándonos».
A rasgos generales, los deberes pueden servir para sistematizar hábitos de estudio, mejorar el rendimiento académico, resaltar la importancia del esfuerzo, aprender a asumir responsabilidades, preparar exámenes, dedicar tiempo al aprendizaje personal... y todo esto, según aseguraba Amonarriz, «es válido se domine el euskera o no». Por eso, «los padres pueden ayudar a los niños respondiendo a sus dudas en el idioma común entre ellos, para que luego los niños puedan hacer la traducción, aunque a veces sea complicado. Se puede consultar en el idioma natural y, sobre todo, responder a lo que se sabe. Los padres no son profesores y deben llegar a donde pueden llegar. Lo más importante es consultar cualquier duda que se tenga con los profesores y educadores de los pequeños. Pero sobre todo, pensar que lo que parece una gran desventaja, no lo es tanto. Se debe trabajar no tanto en los contenidos, para eso están las ikastolas, sino en las actitudes y aptitudes».