Mirari Artime. Loren Arkotxa nació en el caserío Arteta de Ondarroa en 1945. Eran nueve hermanos, de los que dos chicos y otras tantas chicas habían emigrado a Australia. Asus 17 años, era un joven inquieto que, a pesar de la oposición de sus padres, también decidió irse a Las Antípodas.
«Australia nos acogió con los brazos abiertos y le debo lo que soy, aunque los inicios fueron muy duros», ha reconocido en la inauguración de la exposición abierta en la galería de la Alameda en la que se divulga la historia de los vascos que emigraron a ese país de Oceanía y de sus descendientes.
Nada más aterrizar, Arkotxa, percibió que todo era diferente y sorprendente; desde el olor y el paisaje hasta el calor tropical sofocante del norte de Queensland. Se asentó en Ingham, donde trabajaba una de sus hermanas, y comenzó a cortar caña de azúcar.
«Los primeros momentos fueron muy duros, hasta el punto de que si hubiera podido hacer auto-stop para volver a casa, habría regresado», señala visiblemente emocionado.
El que fuera Alcalde de la localidad costera durante dos legislaturas por la izquierda abertzale (EH), le gustaba su trabajo de cortar, cargar y plantar. «Aún sigo disfrutando al recordar lo que viví allí durante seis años», indica. «Cuando sueño con que cortaba caña y me despierto, me siento feliz. Era duro pero me gustaba», afirma.
El entonces joven ondarrés tan sólo tenía un problema; sentía pánico por las serpientes y las alimañas. «El día que una planta carnívora me enganchó en el brazo si hubiera empezado a correr, habría llegado al caserío», bromea.
«O cuando me advirtieron que tuviera cuidado con los cocodrilos o mi hermano me dijo; mira lo que hay ahí y creyendo que era un trozo de madera era una serpiente», ha detallado en el acto al que también han acudido representantes del Gobierno vasco, del Ayuntamiento y la asociación Euskal Australiar Elkartea, responsable de la muestra.
Otros trabajos
Como el trabajo de caña era temporal, de cuatro a cinco meses, el resto del año se dedicaba a otras tareas. En el estado de Victoria trabajó con su hermano Esteban talando con motosierra árboles en el bosque. En Camberra movía materiales con una grúa en la construcción de la Casa de la Moneda donde se fabrica el dólar australiano.
En Mount Isa estuvo en las minas de cobre y plomo «aunque no me dejaron trabajar bajo tierra porque llevaba gafas» y en Bird Town, en el golfo de Carpentaria, estuvo contratado para la empresa del ingeniero vasco Joe Goikoetxea en la construcción de un aeropuerto.
Al mecanizarse el corte de caña, se marchó a Canadá. Tenía 23 años cuando cambió de rumbo en compañía de su amigo Tomás Ugarteburu natural de Berriatua. Se instalaron en British Columbia donde ejercieron de leñadores en profundos bosques donde incluso convivieron con osos.
«Nosotros aportamos nuestro esfuerzo, nuestra cultura y costumbres y a cambio recibimos y aprendimos muchísimo, lo más valioso; toda la madurez que necesitamos para vivir», ha manifestado.
«Fue un intercambio, una diversidad que no debemos olvidar cuando en nuestros pueblos recibimos a los emigrantes a los que tenemos que acogerlos con los brazos abiertos porque buscan una oportunidad en un entorno muy difícil», recalca Arkotxa quién también subraya el valor de la muestra abierta al público hasta el próximo día 4.
La colección de diez paneles llenos de fotografías y textos puede visitarse en horario de seis a ocho de la tarde, de lunes a viernes. Los fines de semana las puertas también estarán abiertas desde las 12.00 hasta las 14.00 horas.