Eduardo Maruri. Expone su integridad y su propia convicción por ayudar a los desfavorecidos. La religión no es más que un canal para llegar a las personas.
¿Cómo fue tu primer contacto con Trujillo?
Yo llegué a Trujillo la primera vez en el año 1994. En aquella época había en España la prestación social sustitutoria del servicio militar obligatorio; ahora ya no lo hay pero en aquella época si que lo había. Yo gestioné un puesto para hacer este servicio en Cajamarca con Cáritas España; en realidad yo quería estar con Cáritas Trujillo. Todo esto es anterior a ordenarme como sacerdote.
Yo en mi ciudad de España, Bilbao, estaba ya en un grupo de una comunidad religiosa que se llamaba Fe, Justicia y Acción Solidaria, allí había un compañero que estaba en Trujillo desde 1991 y yo sabía que aquí podría trabajar con él, pero el puesto oficialmente estaba en Cajamarca. Mi compañero había hablado con Cáritas Trujillo para que yo estuviera al cargo del Hogar Niño Jesús para menores de la calle y trabajadores y al final sí pudieron facilitar el que yo estuviera oficialmente en el puesto de Cajamarca pero realmente ocupara el puesto de Trujillo, de Cáritas Trujillo.
¿Qué edad tenías entonces?
Veintitrés años. Fue la primera vez que estuve en Trujillo. Estuve sólo un año, como ya he dicho, el de la prestación social sustitutoria. Estuve hasta Octubre del año 1995. Después me fui a El Salvador a la UCA (Universidad Centroamericana) para seguir estudiando unos años de teología. En esta universidad, que es de los Jesuitas, fui alumno entre otros, de Jon Sobrino, durante los cursos que estudié. Comencé a estudiar teología en la Universidad de Deusto, en el año 1993, en Bilbao y en la UCA en El Salvador finalicé dichos restudios.
¿Es condición para ser sacerdote estudiar teología?
Para ser ordenado presbítero o sacerdote necesitas haber hecho los estudios de teología. Otra cosa es que tú puedas estudiar teología, no en todos los sitios pero si en algunos, como la Universidad de Deusto por ejemplo, aunque luego no te ordenes sacerdote.
Aquí en Trujillo, en el Seminario, todavía no hay esa posibilidad abierta pero en otros lugares sí que la hay.
¿Cómo fueron esos años de estudios en la UCA en El Salvador teniendo como profesor a Jon Sobrino, uno de los líderes de la Teología de la Liberación?
Yo me acuerdo que muchos días decía “Vamos a ver si hoy podemos terminar la clase porque estoy un poco flojo” pero ni un solo día terminó antes de la hora. Si, era un hombre muy batallador, en lo teológico y lo social.
¿Y El Salvador?
Es un país muy interesante en algunos aspectos. Cuando estuve en aquellos años salía el país de una guerra civil que había terminado en el año 1992, entonces el país tenía mucha ebullición. Por una parte con muchas ganas de un futuro nuevo pero por otro lado con mucha gente que había estado durante tiempo dedicándose sólo a las armas y a esa gente ¿cómo la reciclas? De hecho, después, el problema de Las Maras que había empezado en Estados Unidos se ha enquistado en El Salvador de forma terrible. Las Maras en El Salvador, en Honduras y en Guatemala, son ejércitos paralelos y son los que condicionan la vida diaria de todas las personas.
¿Y cómo fue tu experiencia en la UCA con estos curas jesuitas tan batalladores y tan concienciados con la pobreza del pueblo?
El efecto es como cuando compras un ordenador y tú lo formateas. Para mí la teología que estudié no fue otra, fue esa, eso supuso una visión más desde la base, una teología de comunidades de base, de pueblo, más que una teología por decir así de la jerarquía, de lo puramente religioso, no, no, fue una teología popular y una teología al servicio del pueblo, de su proceso de avance, de la acción a favor del reino de Dios y de la justicia, todo eso es lo que marca la teología de la liberación.
Durante el tiempo de Juan Pablo II como Papa, estos curas de la teología de la liberación, eran vistos con recelo; después Ratzinger o Benedicto XVI, los mantuvo a una distancia prudencial… pero el Papa Francisco, en la canonización de Monseñor Romero, cuando está saludando a los peregrinos en San Salvador y le comentan de la presencia de Jon Sobrino, fue a saludarle muy efusivamente y le dio la gracias por su tarea. Jon Sobrino le regaló un libro y el Papa le pidió que siguiera trabajando con la misma intensidad de siempre, una buena aceptación.
Jon Sobrino es dentro de la Teología de la Liberación, la figura de referencia; pero claro hay otras muchas personas que hacen también la labor más de a pie, menos brillante porque Jon es el que publica, es el que está en el candelero, acude a los congresos internacionales de teología; pero luego hay otra mucha gente que se ha formado con él, que ha estudiado con él y que claro sigue su línea.
Todos esos años como que te formatean el estilo de iglesia y de sociedad.
¿Y estas posturas tan de base y tan con el pueblo no os crean controversia o confrontación con vuestros jefes de la jerarquía eclesiástica?
Eso depende más de la forma de ser de cada uno, de si uno es más o menos diplomático. Yo nunca he negado que haya estudiado en El Salvador; tampoco lo voy proclamando a diario, pero si alguien me lo ha preguntado se lo he dicho. Y aquí en Trujillo, con el arzobispo de Trujillo que es la autoridad más inmediata, hay una aceptación del trabajo que yo hago en el Alto Trujillo y del clero diocesano que no abunda.
¿Por qué no abunda el clero diocesano?
Depende de cómo te hayas formado, a qué hayas dado prioridad en la formación. Si tú has dado prioridad, por decirlo así, a lo más estrictamente religiosos, y no has cultivado la sensibilidad por lo social, entonces te formateas así, miras la realidad así, luego también está el hecho que no haya un mecanismo para que el clero diocesano tenga un ingreso fijo económico que le permita desarrollar su función independientemente de que esté en el Alto Trujillo o en El Golf. El clero diocesano sobrevive con su acción pastoral; normalmente el ingreso es ese, la celebración de misas, bautismos, bodas, etc. De ahí viene el grueso de los ingresos. Salvo algunos que igual tienen alguna dedicación a colegios o a universidades.
Entonces si tú estas en una parroquia de periferia, donde la gente no solicita esos servicios, y por lo tanto no paga por ellos, entonces tú no recibes. En la periferia no están todos los días pidiendo misas o bodas o bautizos. Todo esto condiciona el hecho de que no abundan los curas diocesanos que quieran ir a la periferia.
Si el cura es de una orden religiosa la cosa cambia, porque las necesidades económicas particulares de cada cura están cubiertas por la propia orden religiosa. Eso condiciona bastante.
¿Y cómo así elegiste ser diocesano y no pertenecer a ninguna orden religiosa?
Yo sí que empecé con esta comunidad “Fe, Justicia y Acción Solidaria”, que es un movimiento religioso; pero luego me quedé asociado a la diócesis de Bilbao y es esta diócesis la que tiene el convenio con la diócesis de Trujillo. Pero yo, en el Alto Trujillo, convivo con miembros de esta comunidad ”Fe, Justicia y Acción Solidaria”.
¿Y normalmente qué suele haber más: curas diocesanos o pertenecientes a órdenes religiosas?
Aquí en Trujillo habrá como cincuenta o sesenta religiosos, más o menos, y unos setenta diocesanos. Yo soy diocesano pero de la diócesis de Bilbao. En Bilbao también hay más diocesanos.
Pero volvamos a tu trayectoria personal...
Estuve un año en Trujillo a cargo del hogar “Niño Jesús” que está en el cruce de Bolognesi con San Martín. Después de que terminé allí el local estuvo poco tiempo más en funcionamiento hasta que se acabaron los fondos; ahora creo que es una botica. De ahí yo me fui tres años a El Salvador. Al acabar mi formación teológica en El Salvador fui a Bilbao; yo había estudiado psicología, con el propósito de proseguir mis estudios de psicología y hacer una tesis doctoral uniendo la psicología y la religión. La tesis que presenté se llama “El aporte de Antoine Vergote a la comprensión psicodinámica de la actitud religiosa”, él es el fundador de la psicología de la religión moderna; esto me ocupó hasta el año 2005, tuve la defensa de la tesis y después me vine para Trujillo.
Me vine de casualidad porque un compañero del grupo “Fe, Justicia y Acción Solidaria” había tenido un infarto, estaba de baja; yo ya me había ordenado como sacerdote y como tenía tres meses libres entre el final de la tesis y la defensa de la misma, me ofrecí a venir a Trujillo. Después, como se vio que él todavía seguía de baja y que necesitaba ayuda, la opción fue que yo me viniera a Trujillo y ya me quedé fijo aquí; son ya trece años los que han pasado.
¿Dónde empezaste en esta nueva etapa por Trujillo?
Al principio estuve en el Alto Trujillo, pero también en una capilla donde estaba este hombre al que le dio un infarto del que te he hablado, Iñaki Zulupe; pero después dejé la capilla y me quedé en el Alto Trujillo. En el año 2006 me nombraron párroco en el Alto Trujillo.
¿Qué cosas has hecho en ese barrio durante estos años?
Haciendo un poco el recorrido cronológico, la primera acción fue el club de madres “Virgen Solidaria”; empezamos con ello en el año 2007. Yo había llegado en el 2006, tenía que ponerme un poco al día para conocer el Alto Trujillo… y en el 2007 ya empezamos con este centro de cuidados que funciona así: una cocina para cinco madres cuidadoras, cada una atiende a diez niños de familias que no pueden asegurar el afianzamiento, no pueden asegurar la alimentación.
Estas madres son elegidas, son seleccionadas, porque tienen también una remuneración por esa tarea que realizan que es de media jornada; van desde las 12.30 p.m. hasta las 5 de la tarde. Ellas atienden con el almuerzo que han preparado, previamente, en la cocina y después juegan un ratito con los niños; y más tarde hacen las tareas escolares con ellos. En “Virgen Solidaria” ha habido cinco centros de cuidado. Sigue funcionando este proyecto.
Luego de ello qué vino…
Después de esto hubo que hacer también la obra del templo en el Alto Trujillo, en la Plaza de Armas. Hay que gestionar recursos económicos en muchos sitios para poder hacer una obra de esas grandes; hay que buscar, construir, justificar, etc. y dirigirlo todo. La mayoría de las cosas las puedes hacer tú pero hay otras que tienes que estar pendiente. Yo recuerdo la primera comunión que hicimos en 2007, fue sin ventanas, sin techo, allí tal como habíamos avanzado; pero después, en 2008, ya se inauguró el templo. Ahora es el templo “Jesús Solidario” y es una bonita referencia en el Alto Trujillo, ahora allí también hay un policlínico que lo ha hecho el arzobispado.
Al principio en el Alto Trujillo había cuatro capillas; Cristo de la salud, San José, Misericordia y Virgen Solidaria; pero claro, como el lugar iba creciendo, tenían que ir abriéndose otras. Y me ha tocado gestionar para construir en el barrio 3B (Jesús Salvador), en el barrio 1A (Luz de Cristo), en el barrio 5B (Virgen de La Merced); en total hay ocho centros pastorales y treinta y dos barrios en el Alto Trujillo, incluidos los dos templos centrales, San José y Jesús Solidario y treinta y dos barrios.
Hasta el año 2012 todo el Alto Trujillo fue una sola parroquia y en el 2013 yo pedí la división y Jesús Solidario se independizó de San José. San José, mas tres capillas y Jesús Solidario, más otras tres, suman en total ocho centros de culto.
Los centros de cuidado empezaron casi en el 2006 pero la legalización fue en el 2007. Aunque el esquema lo habían hecho unas religiosas, las hermanas de la misericordia, una irlandesa Inmaculada Murphy fue la que comenzó y yo lo trasladé.
Después empezamos otros proyectos, la defensoría de la mujer por ejemplo, en 2009; a raíz de un estudio que hicieron un grupo de jóvenes de la parroquia de San Ignacio de Bilbao que vinieron a Trujillo, para dos meses. Se hizo un estudio y se vio que el nivel de violencia familiar, de violencia contra la mujer, era del 80%. Pensamos, ante esto, qué podíamos hacer y en el 2010 comenzamos y creamos una oficina de la defensoría de la mujer; ahora ya hay tres y una cuarta en camino. Se hace una labor de atención legal, psicológica, de trabajo social, pero también una labor de prevención en colegios, en instituciones, en clubs de madres etc.
Se ha generado un movimiento bastante amplio que sigue apoyado con la incansable tarea de la ONG Bilbotik Perura, impulsada por aquel grupo de la Parroquia San Ignacio, con el que venía la directora del máster sobre violencia contra las mujeres, de la uni de Deusto, con quienes ahora hay un convenio, y con entidades de tanto peso como Caritas Bizkaia o Misiones Diocesanas Vascas, que animan también a mucha gente que colabora anónimamente en ese proyecto y en los demás, formando una gran cadena de solidaridad, en la que participan incluso algunas personas y asociaciones de otros lugares como Karlsruhe, en Alemania
¿Crees que ha disminuido algo ese nivel tan alto de violencia hacia la mujer con estos servicios?
En algunos casos yo creo que sí. Lo que ocurre en estas situaciones es que se visibiliza más y al visibilizarse más parece que hubieran más casos de violencia pero no es que hayas más casos sino que se visibilizan más. Y luego, en algunos fragmentos de la población, se ha disminuido un poco pero es un proceso lento y está muy enquistado. Por eso se hace la labor de prevención en colegios para que vaya bajando. También estamos ahora en una obra en un barrio bien alejado, el barrio 6E, precisamente con esta finalidad; y bueno, siempre es una aventura, a ver cómo va a ir, a ver si vamos a tener las ayudas necesarias etc. Pero, de momento, hemos conseguido eso para empezar y creo que para marzo o abril podrá comenzar esa cuarta oficina de defensoría de la mujer.
Me comentaste en una ocasión que Alto Trujillo también ha recibido mucha ayuda económica de una ONG de Extremadura, España
Así es. Hubo un Obispo Auxiliar de Trujillo que era de Don Benito, un pueblo extremeño de España. Él era nacido allá, era claretiano, y había estado en Lima mucho tiempo y le nombraron Obispo Auxiliar de Trujillo. Este tenía un amigo de su tierra, un ginecólogo, Damián Gallego, que fue invitado a venir; el Obispo me pidió que le atendiese a Damián en su estancia en Trujillo, para que le enseñara el Alto Trujillo, etc. A Damián le gustó lo que vio y dijo que quería colaborar en el barrio con más amplitud; de hecho, después formó una ONG llamada Extremayuda, y con ella hemos desarrollado también el programa de ayuda educativa en becas, sobre todo de educación superior para cuando terminan el colegio pero también en algunos casos para secundaria.
Esta tarea de ayudas educativas y becas la había empezado Círculo Solidario ya. Círculo Solidario está bastante unido a “Fe, Justicia y Acción Social”, entonces como yo había dedicado mucho tiempo a esta última allí en Bilbao antes de venir aquí, lo he seguido haciendo; aunque luego el campo de la cooperación ha ido bajando en intensidad y yo me he centrado en las ayudas que me tocaba gestionar a mí, como esta ayuda educativa a jóvenes. Pero luego también a un centro de cuidados paliativos que ha empezado.
Hubo un señor jubilado de Bilbao, Santiago Aparicio, que se quedó viudo, yo le invité a venir porque teníamos amigos en común, él vino en 2009 y en 2010 y una de las cosas que más le llamó la atención fue la situación de los enfermos de cáncer; su mujer había muerto de cáncer y a él le resultaba muy sangrante la situación que vio en el Alto Trujillo de los enfermos de cáncer, por la desatención, el sufrimiento etc.
¿Hay algún hospital en el Alto Trujillo?
Hay dos postas, pero claro, no tienen especialización en cáncer, para ello tienes que ir al Hospital Belén. Ese proyecto de los cuidados paliativos se sigue hasta la fecha gestionando con una enfermera, una doctora y voluntariado. La ONG, Extremayuda colabora con el mantenimiento de este centro de cuidados paliativos, ellos ponen una parte y yo busco el resto de las ayudas por Bilbao y por otros sitios.
¿Alguna vez has mostrado videos del Alto Trujillo a gente de Bilbao, España?
Si claro, me ha tocado hacerlo y también hemos tenido varias visitas de gente de Bilbao; sobre todo de Bilbotik Perura y de la diócesis. Y a parte de los cuidados paliativos, lo de la defensoría de la mujer, y lo de los centros de cuidado y lo de las becas, también ha habido otros proyectos como el de una orquesta sinfónica “Sonidos en la arena”, que empezó con una familia del Alto Trujillo; el papá había enviado a sus chicos al conservatorio y después tuvieron la idea de formar una orquesta y ya tienen casi 50 integrantes. A ellos les apoya como, ya hemos señalado, la ONG Extremayuda; pero la orquesta también recibe ayuda de la fundación de la familia Pizarro. Son los descendientes de Francisco Pizarro quien puso el nombre a Trujillo, sus herederos tienen una fundación. Ellos también tienen financiadas algunas exposiciones arqueológicas en la Catedral de Lima.
¿Qué evento social crees que es el que más aglutina a la gente?
Les gusta mucho los aniversarios, algo popular, los aniversarios de la parroquia, de la capilla, cosas con los que la gente se identifica. Eso es lo que más suele resultar y luego a veces se incluyen conciertos, números artísticos donde la gente participa y se siente identificada con ello.
Otra cosa es el tema de danzas, esto sí que se ha promovido un poco más como algo cultural por los valores que suponen de identidad de equipo. También la orquesta supone muchos valores de disciplina, de equipo, de unión familiar porque los padres y madres tienen que apoyar de alguna manera a sus hijos.
¿Existe un sentimiento de identidad con el barrio en el Alto Trujillo?
Sí, yo creo que de alguna manera lo hay. Muchas veces la gente ha empezado a invadir y ha llegado a formar el barrio y los primeros que llegaron conservan ese sentido de identidad. Algunos barrios son jóvenes o recientes pero otros ya tienen sus veintitrés años o más.
¿Y cómo fue el fenómeno de los últimos huaicos en el Alto Trujillo?
En algunas zonas afectó fuerte, en el barrio 4A, en las zonas aledañas a la quebrada de San Ildefonso; también porque la gente tiene los techos de las casas en malas condiciones y aquello se inunda por todas partes. Todo el Alto Trujillo sufrió; para algunos fue algo pasajero y para otros fue una avería muy dramática que se llevó casas; vidas humanas no, pero sí se llevó casas.
¿Cómo ves la relación de la ciudad con el Alto Trujillo?
Hay un prejuicio de que es una zona peligrosa, de que es mejor no ir. La gente del Alto Trujillo va a la ciudad a trabajar y el Alto Trujillo se convierte en una ciudad dormitorio. Volviendo a los proyectos, yo he estado al cargo de dos colegios también. Uno que es jardín “Virgen de la Montaña” en el que también hubo primaria, pero tuvimos que dejarlo porque no teníamos respaldo oficial. Y después el colegio USDA (Una sonrisa de amor) en el barrio 5B, también como colegio parroquial.
El colegio USDA tiene algunas iniciativas muy interesantes a nivel de ecología, reciclaje, uso de paneles solares, reciclaje de residuos orgánicos; y luego como en el tiempo del fenómeno El Niño habíamos formado dos comedores para las familias afectadas, obtuvimos una donación de botellitas de agua, entonces recogíamos las botellitas de plástico de agua vacías y en los comedores en los que se habían usado se llenaban de arena, se apelmazaban y servían como ladrillos con los que se puede construir algunas paredes, muy útiles para hacer pequeñas construcciones. En el colegio USDA así lo hemos probado.
¿Y cómo ves el futuro, tienes algún proyecto en concreto?
La ilusión es que sigan para adelante todos estos proyectos. Que continúen los centros de cuidado, la defensoría de la mujer, que sigan los cuidados paliativos, que siga el programa de becas, que sigan los colegios y que siga la orquesta sinfónica, es toda una lucha. Que sigan todos los proyectos y que caminen y se desarrollen. Por ejemplo, la orquesta ha tenido presentaciones en la Casa de la Identidad Regional hace un mes; en el teatro municipal también, en la feria internacional del libro de este año y del año pasado. Se ve que hay avances.
¿En todos estos años que has estado en Perú, notas una mejoría o evolución en cuanto a la forma de vida de la población?
En el Alto Trujillo se nota que los que llegaron antes se convierten en barrios con servicios de luz, de agua etc. Y los últimos en llegar lo hacen en unas situaciones más difíciles. Algunos vienen de El Porvenir; otros, de la sierra, por ejemplo de la zona de Otuzco, otros de la selva. Cuando más me di cuenta de la mejora del país es cuando volví de El Salvador en el año 2014. Estuve un mes en ese país, en la UCA, y me di cuenta que había empeorado en violencia, en inseguridad, en desestructuración social. Al volver comprobé que Perú iba mejorando poco a poco. De hecho, el índice de desarrollo humano ha crecido hasta el punto de que, como país, sin entrar en el asunto de que todavía puede haber zonas muy pobres, ha salido de las preferencias de las agencias de cooperación.
Perú ya no es un país preferente para la cooperación como sí lo son El Salvador, Honduras o Nicaragua. Otra cosa es que en Perú hay muchas diferencias de unas zonas a otras; en el mismo Trujillo se ven, de El Golf a el Alto Trujillo hay un abismo. Pero por lo menos como que se va saliendo, otra cosa es el tema de la violencia y la extorsión que sigue alto pero por lo menos se combate. Hubo el episodio del narcocarbón en Huanchaquito, descubrieron un cargamento de droga disimulada en un cargamento de carbón, unas 6 toneladas; fue un buen síntoma el hecho de que se haya descubierto y que haya salido a la prensa. Esto mismo en El Salvador puede ser que se descubriese pero si fuera así, quizás se lo repartirían entre los policías y no saldría a la luz pública.
Aquí en Perú se ve que a pesar de todo el nivel de corrupción que hay, como que hay una parte sana que tira para adelante. En ese sentido El Salvador es casi un Estado fracasado mientras que Perú es un Estado emergente. Parece que hay una parte sana del Estado de Derecho que tira de los demás y se nota que no se va a permitir cualquier cosa. Esto da muestra de ser un estado emergente aunque no sea un Estado de Bienestar y de no ser un Estado fracasado como puede ser Honduras o El Salvador.