Andres María Irujo fue una personalidad del exilio vasco que nació en la ciudad de Estella-Lizarra un 29 de noviembre del año 1907. Su padre fue Daniel Irujo Urra, nacido también en Lizarra el 10 de abril de 1862. En cuanto a su madre, Aniana Ollo Elordi, también es originaria de la misma ciudad y nació un 17 de noviembre de 1886. Andrés Irujo fue uno de los precursores del movimiento nacionalista vasco en Navarra y defensor y difusor de las ideas del líder y fundador del Partido Nacionalista Vasco, Sabino Arana y Goiri.
Andrés María Irujo estudió la carrera de Derecho en las universidades de Deusto y Madrid y desde muy joven se afilió al Partido Nacionalista Vasco, (PNV) y fue un consecuente colaborador de varios periódicos navarros, entre ellos: “La Voz de Navarra”. Tuvo Andrés María Irujo una destacada participación política, siendo uno de los firmante del “Manifiesto Republicano” del Ateneo de Madrid y durante la guerra civil formó parte de la Junta de Defensa en San Sebastián. Una vez finalizada la misma, se exilió primeramente en Francia y ante la ocupación Alemana durante la segunda guerra mundial, partió hacia su exilio definitivo en la República Argentina.
Una vez en Buenos Aires, en el año 1942, fundará la Editorial Ekin, desde la cual, se realizarán importantes aportaciones a la difusión de la cultura, la historia de los vascos, siendo además uno de los miembros fundadores del Instituto Americano de Estudios Vascos. Andrés fue un consecuente militante vasco, trabajando día tras día por la causa patriótica, tanto en Euskadi como en el exilio. Podemos destacar también sus aportaciones en el periódico Eusko Deya de la ciudad de la ciudad Buenos Aires, siendo el propósito de sus escritos mantener encendida la llama vasquista entre sus paisanos de la diáspora.
En cuanto a su actuación política, cabe destacar que Andrés Irujo fue miembro de una agrupación de estudiantes vascos, siendo también firmante del “Manifiesto Republicano” del Ateneo de Madrid, que liderará Manuel Azaña. Cuando comenzó la sublevación franquista Andrés Irujo se trasladó a San Sebastián y organizó allí temas referidos a la seguridad policial y carcelaria, siendo también supervisor de la evacuación de la ciudad de San Sebastián ante la llegada de las tropas franquistas. Cuando en el año 1937 su hermano ocupó el cargo de Ministro de Justicia fue su secretario. Andrés Irujo marchó al exilio, primero en Francia, donde se desempeñó como representante del Gobierno Vasco en los “Amigos de la República francesa”, hasta la que los alemanes ocuparon París. Su exilio continúa parcialmente en África y Portugal. Será en el mes de octubre del año 1940 cuando llegue el momento de su exilio definitivo en la República Argentina.
Resulta importante destacar que Andrés María Irujo, cuando contaba con 33 años, fue uno de los beneficiados de los Decretos 53.488 del mes de enero de 1940 y ampliado por el 65.384 del mes de julio del mismo año, que firmara el Presidente argentino Roberto Marcelino Ortiz, a instancias de las gestiones realizadas ante él por el “Comité Pro Inmigración Vasca”, lo que posibilitó que unos dos mil vascos que se encontraban en Iparralde (país vasco francés), pudieran ingresar a nuestro país con los documentos que poseyeran y el aval de los vascos que formaban parte del Comité Pro Inmigración creado a tal efecto.
Irujo vivió sus primeros años de exilio como muchos vascos, pensando que volvería a su tierra cuando terminara la guerra mundial. Pero la guerra fría y la consecuente revaloración de España por parte de los Estados Unidos no favorecieron los proyectos de los vascos. Ese nuevo escenario mundial fue motivo de una gran decepción, no sólo para él, sino para muchos amigos que atesoraban esa posibilidad del regreso a la Patria vasca. En este sentido, el exilio para Andrés Irujo fue muy duro, pero nunca lo consideró una carga, a pesar que en Argentina vivió descontando a seres queridos distantes, entre ellos, a sus propios hermanos, pues fue el último en morir.
Resulta interesante destacar uno de sus emprendimientos en el exilio, como fue fundar la Editorial Ekin en Buenos Aires, en el año 1942, junto a un grupo de exilados vascos. La finalidad de este proyecto era promover la cultura y atender cuestiones de la política vasca. Entre los miembros cofundadores podemos destacar a Isaac López de Mendizábal y Sebastián de Amorrortu.
Andrés María Irujo era un joven abogado que se había exiliado finalizada la guerra civil española. Su objetivo militante ante las tergiversaciones de la prensa era mostrar la verdad sobre la cuestión vasca. Irujo sabía que la lengua, la música, y demás señas de la cultura vasca estaban en serio peligro, ante el intento del franquismo de borrar todo vestigio de la cultura vasca. Por lo antes enunciado cree con firmeza en su objetivo de realizar publicaciones sobre temática vasca, al afirmar con contundencia “mi trinchera son los libros”, dando vía libre a la posibilidad de organizar una empresa editorial en Buenos Aires.
La fundación de la editorial Ekin fue consecuencia del momento político de pos guerra civil, y además, como durante la segunda guerra mundial en Europa era imposible publicar libros sobre temática vasca, la influencia del emprendimiento estuvo muy extendida en el mundo. El primer número fue la reedición de la obra de Arturo Campion, “El Genio de Navarra”.
La editorial vasca Ekin editó libros en euskera y más de cien obras que reflejan una variada gama de títulos y temas que van desde el folklore, la historia, la literatura y la cultura vasca en general. El primer domicilio de la Editorial Ekin fue en la casa particular de López de Mendizábal, hasta que luego pasó a la calle Perú Nº 175, y más adelante al Centro Laurak Bat de Buenos Aires. Actualmente tiene su sede en el edificio de la calle México al 1880, donde también funciona el centro cultural vasco Eusketxe y se encuentra al frente de la editorial Ekin, su viuda, la señora María Elena Etcheverry de Irujo.
El exilio no fue fácil para Andrés Irujo, ya que una vez abiertos los archivos de Salamanca, podemos encontrar registros de diversas actuaciones y operaciones seguimiento sobre las actividades, como así también continuas intervenciones de la embajada española, como por ejemplo cuando se publicó el libro “Para qué” de Ansaldo en 1951, Ese día, hubo carros de asalto e intervención de la Policía Federal Argentina sobre la editorial Ekin. Estos quisieron incautar la edición, pero el libro ya se había distribuido. Cabe destacar que en esa época había una gran amistad entre Perón y Franco y también un dato que no es menor, como lo es la formación muy particular del ejército argentino, ya que sus profesores, tenían mucho que ver con las ideologías fascistas de Mussolini y Franco.
Otro importante emprendimiento del cual participó Andrés María Irujo, junto a Justo Garate, Enrique de Gandia, Pedro Basaldúa, Isaac López Mendizábal, el obispo Nicolás Esandi y los sacerdotes Francisco Madina y Gabino Garriga, fue la creación del Instituto Americano de Estudios Vascos, la cual tuvo lugar, el 20 de julio de 1943, y cuyo fin fue unir a los amantes del País Vasco y especialistas en prehistoria, historia, antropología, arte, literatura, derecho, cultura y economía.
Resulta necesario afirmar que no fue Andrés María Irujo un exiliado resignado a que todo estaba perdido, si bien tomo plena conciencia que la tarea liberadora de Euzkadi no era fácil. Es cuando superado el primer impacto que causó sobre él y muchos otros la imposibilidad de regresar finalizada la Segunda Guerra Mundial, se juramentó hacer todo lo posible para mantener su identidad y la de su pueblo, desde la lejana Buenos Aires.
Un testimonio de lo antes enunciado son sus actividades intelectuales, desarrolladas todas ellas en favor de la cultura y la causa nacional vasca, ya sea la monumental empresa de poner en marcha la editorial Ekin o en su participación de la fundación del Instituto Americano de Estudios, Vascos, como así también sus innumerables y esclarecedoras colaboraciones sobre diversas temáticas de la cultura y la política vasca, entre ellas, las publicadas en el diario Eusko Deya que se publicaba en la ciudad de Buenos Aires.
Por último y como un necesario y merecido homenaje a Andrés Irujo, debemos afirmar con contundencia que éste navarro que fue un ejemplo de militancia patriótica debería ser uno de los referentes para los vascos del siglo XXI que pretendan continuar en esta tarea de militar en favor la causa nacional vasca y además tener siempre en cuenta, que Andrés María Irujo consagró su vida a la difusión de los ideales patrióticos, manteniendo en el exilio su identidad cultural y nacional vasca, a pesar de haber sufrido también, lejos de las fronteras de su país, intimidaciones y persecuciones que intentaron en vano callar una importante voz de la resistencia vasca del exilio.