Los hermanos Félix (a la izquierda) y Julián Oleaga, orgullosos de su origen vasco, honraron la memoria de sus “hermanos de armas” a lo largo de sus vidas (foto cortesía de la familia Oleaga)
El vasco neoyorquino se abrió paso entre las olas, los cuerpos de los caídos, las minas y la artillería enemiga con el objetivo de asaltar el sector “Easy Red” de la Playa Omaha.
Fue su bautismo de fuego.
Julián y sus compañeros de la Compañía B del 1er Batallón del 18º Regimiento de la mítica 1ª División de Infantería, la “Big Red One”, formaban parte de la segunda oleada durante la invasión del Día D en Normandía.
Tras alcanzar la playa, subieron una cuesta pronunciada y se encontraron con tropas alemanas fuertemente atrincheradas en sus bunkers. En el 70º aniversario del Día D, Julián se lamentó ante un reportero del New York Times por el alto coste en vidas que supuso hacer retroceder a los alemanes (1). A sus ya 89 años optó, según confesó al canal de televisión estadounidense CBS, por bloquear el día en que vio morir a muchos de sus amigos.
“Quiero olvidar cosas así”, espetó al entrevistador (2).
Más de 750 soldados de la 1ª División de Infantería, incluido Julián, recibieron la Estrella de Bronce por su heroico logro durante la invasión de Normandía.
A su vez el 18º Regimiento de Infantería recibió dos Menciones Distinguidas por acción en combate del 6 al 16 de junio de 1944. Desde la toma de la Playa Omaha el 18º se verá envuelto en combates durante casi once meses continuos hasta el fin de la guerra en mayo de 1945.
Mapa del sector “Easy Red” de la Playa de Omaha en el Día D en el que desembarcó Julián Oleaga (fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Omaha_beach_easy_red.jpg).
Casi un mes y medio después de la llegada de Julián al continente europeo, su hermano mayor, nacido en Mundaka (Bizkaia) en 1921, Feliciano “Félix” Oleaga Garayo desembarcó en la Playa Omaha junto a sus compañeros del 44º Batallón de Infantería Blindada de la 6ª División Blindada, la “Super Sixth”.
Durante los dos meses que los hermanos Oleaga coincidieron en el Teatro de Operaciones de Europa sufrieron la letal resistencia alemana tanto en Normandía como en el norte de Francia y en Renania durante su avance militar.
Desconocemos si supieron de la existencia del uno y del otro durante estas tres campañas militares en las que tomaron parte aunque sin ninguna duda los Oleaga ocupan un lugar destacado entre los cientos de “Fighting Basques” de la SGM.
Tanto Félix como Julián tuvieron una muy meritoria carrera militar, ya que se mantuvieron ininterrumpidamente en combate contra la Wehrmacht durante meses. Mas aun, Julián se suma al casi medio centenar de veteranos de origen vasco que participaron en el Día D de Normandía identificados hasta la fecha.
Pero ya que toda historia tiene un principio empecemos por ahí.
El padre de los chicos fue el marinero mercante Julián Oleaga Bajineta, nacido en Mundaka en 1894.
Arribó al Puerto de Nueva York por primera vez en 1912, estableciendo su hogar y el de su futura mujer, Ciriaca Garayo Acha, e hijos en la ciudad de los rascacielos.
Ciriaca, nacida en la localidad alavesa de Llodio en 1900, llegó a Nueva York con Félix, de apenas dos años, en 1924.
En 1925 dio a luz a Julián en el Lower Eastside de Manhattan.
Dos hermanos de Julián padre, Margarita y Gregorio, también emigraron a Nueva York en 1918 y 1920, respectivamente.
Se estima que entre 8.000 y 10.000 vascos podrían haber residido en Nueva York hacia 1920 (3).
Ciriaca Garayo Acha posa con sus hijos Julián y Félix Oleaga en un estudio fotográfico de Bilbao tras su última estancia en Nueva York (foto cortesía de la familia Oleaga).
Diagnosticada con tuberculosis, Ciriaca regresó con sus hijos a Mundaka.
Ante la imposibilidad del padre de hacerse cargo de los niños al trabajar en la mar la mayor parte del tiempo, lo hicieron sus abuelos y tías tras la temprana muerte de la madre en 1933.
Félix y Julián se criaron en el caserío de la familia en la mencionada localidad costera vizcaína hasta que fueron reclamados por el padre en 1938.
Félix tenía 16 años y Julián 13 cuando regresaron a Nueva York, pasando a vivir, en un primer momento, con su tía Margarita. Iniciaban una nueva vida en una ciudad ajena a ellos.
Los hermanos estudiaron en Mount St. Charles Academy, un instituto de bachiller católico de Woonsocket, Rhode Island, del que se graduaron con honores.
Mientras tanto el padre había conseguido trabajo en un remolcador de la Standard Oil Company en el propio Puerto de Nueva York.
Al año de la declaración de guerra a Japón y Alemania por parte de Estados Unidos (EEUU), Félix, con 20 años, se alistó en el Ejército en la ciudad de Nueva York.
Un año más tarde, en 1943, lo haría su hermano pequeño.
Los hermanos Julián (de pie) y Félix posan junto a su padre, Julián Oleaga Bajineta, con el uniforme del Ejército (foto cortesía de la familia Oleaga).
De vuelta a la Europa de 1944, Julián junto a su compañía atravesaron Francia y Bélgica y entraron en Alemania hasta que un proyectil explotó sobre él.
La guerra había acabado para el veterano del Día D.
Julián fue herido a las afueras de la ciudad de Aquisgrán el 18 de septiembre de 1944, al inicio de la Batalla del Bosque de Hürtgen, por lo que recibió el Corazón Purpura.
Según nos comentó su hijo Julian Oleaga Volponi, “mi padre perdió la pantorrilla de su pierna izquierda y tuvo metralla de artillería en la espalda durante el resto de su vida con su consiguiente grado de discapacidad”.
Ingresado en un hospital de campaña, fue evacuado posteriormente a uno de Escocia y de ahí a EEUU en febrero de 1945.
En noviembre de ese mismo año Julián fue licenciado con honores con el rango de soldado de primera clase, siendo galardonado con la Medalla de Buena Conducta, la Insignia de Infantería de Combate y la Cinta de la Campaña Europea-Africana-Oriente Medio.
Recibió tres Estrellas de Bronce.
Su hermano Félix participó como líder de escuadrón en las campañas militares de Normandía, el Norte de Francia, Renania y las Ardenas-Alsacia, donde su batallón de infantería blindada jugó un relevante papel durante la toma de la ciudad belga de Bastoña en diciembre de 1944 en unas muy duras condiciones meteorológicas.
De hecho, en enero de 1945 Félix fue admitido en el hospital por principio de congelamiento de los dedos de uno de sus pies.
El 8 de febrero de 1945 fue herido por artillería en una pierna, posiblemente durante una incursión a través de la “Línea Sigfrido”, por la que recibió un Corazón Purpura.
Su suerte también estaba echada.
Fue repatriado a EEUU en agosto de 1945, siendo licenciado con honores con el rango de sargento en septiembre. Fue galardonado con la Medalla de Buena Conducta, la Insignia de Infantería de Combate y la Cinta de la Campaña Europea-Africana-Oriente Medio.
Félix Oleaga subido a su semioruga junto a un compañero no identificado de su unidad (foto cortesía de la familia Oleaga).
Tras su regreso a EEUU los hermanos reanudaron sus vidas civiles como millones de sus compatriotas.
En 1947, Félix se casó con la hija de unos emigrantes vizcaínos nacida en Nueva York, la también veterana de guerra Rosa Torrontegui Olondo del Cuerpo de Enfermeras Cadetes de EEUU y a la cual dedicaremos un merecido artículo en un futuro próximo.
“Nos criaron como orgullosos vasco-americanos”, afirmó Patricia Oleaga Torrontegui, la hija de Félix y Rosa.
Félix trabajó como traductor y consultor comercial para el Departamento de Comercio del Estado de Nueva York.
Julián trabajó hasta su jubilación para el Departamento de Parques de la Ciudad de Nueva York.
No quisiéramos dejar pasar el acto heroico que Julián protagonizo en el invierno de 1960 en el que rescató a tres niños de 4 a 6 años de un estanque helado, cercano a su casa en Long Island, al que habían caído accidentalmente. Uno de ellos de manera lamentable falleció posteriormente. Sin él, ninguno de los niños hubiese sobrevivido. Fue un acto que habla por sí solo de la calidad humana de Julián.
“A mi padre le encantaba volver a su ciudad natal, Mundaka. Le encantaba salir con sus tías, tíos, viejos amigos y primos […] Le encantaba socializar, tomar una copa con familiares y amigos y hablar sobre los ‘viejos tiempos’”, nos relató su hijo Julian Oleaga Volponi. “Nuestro padre nos hizo muchos regalos, entre ellos el regalo del amor y la familia […] Mi padre estaba tan orgulloso de ser vasco. Mi mamá [Marie Theresa Volponi] era italiana, pero siempre nos dijeron que éramos vasco-italoamericanos”, añadió Julian hijo.
Unos jóvenes Julián y Félix Oleaga, siempre inseparables, en Mundaka (foto cortesía de la familia Oleaga).
Huérfanos de madre a una temprana edad y separados de su padre durante años, Félix y Julián aun siendo unos adolescentes supieron abrirse camino en un nuevo mundo, dejando atrás la única vida que habían conocido.
Tan pronto tuvieron ocasión hicieron de Mundaka un segundo hogar al que poder temporalmente regresar para recuperar los recuerdos, la cultura y el idioma de su infancia.
Ambos hablaban euskera y se sentían profundamente orgullosos de ser vascos, haciéndolo compatible con su amor por el país que les acogió, les dio una nueva oportunidad y al cual defendieron en las trincheras de Europa durante la última guerra mundial.
Son las historias de nuestros “fighting Basques”.
Félix falleció en 2014, a los 92 años, en Port Huron, Michigan, seguido de Julián en 2018, a los 93 años, en Stony Brook, Nueva York.
Descansen en paz.
(1) Kilgannon, Corey. (5 de junio de 2014). “Remembering D-Day with their Brothers in Arms”. The New York Times.
(2) CBS. (6 de junio de 2014). “Flower shower at Statue of Liberty Commemorates 70th Anniversary of D-Day”.
(3) Douglass, William y Jon Bilbao. (1975). Amerikanuak: Basques in the New World. Reno: University of Nevada Press. P. 341.