“Utzidazu kontatzen ze ederra den itzultzea
Utzidazu kontatzen malko urdinen artean
Utzidazu kontatzen ze ederra den jakitea
Maiteko zaitudala itsasoaren beste aldean”
(Izaro & Mikel Urdangarin, “Errefuxiatuena”, 2020).
Habrá un mañana. Y será diferente. Un nuevo tiempo se inaugura en Euskal Herria a ritmo de una escalada cronológica —fase 0, fase 1, fase 1.5, fase 2, fase 3…— lo que implica en la práctica una desescalada acompasada en cuanto a las restricciones de movilidad impuestas. Así hasta llegar a lo que los políticos han denominado “nueva normalidad”, que pondrá fin a la situación de excepcionalidad y de recorte de derechos civiles que hemos padecido por la COVID-19 desde mediados de marzo.
Mientras el País de los vascos transita hacia ese nuevo tiempo, otros países con una importante presencia vasca, ya sea Argentina o Chile, o tantos otros, se encuentran sumidos en sus propios laberintos de aciertos y de errores, sin encontrar la salida al caos provocado por la pandemia vírica.
Preguntémonos, ¿qué podemos hacer por ellos? ¿Qué medidas concretas están diseñando e impulsando las instituciones públicas vascas para con los países de residencia de decenas de miles de sus ciudadanos y de empresas transnacionales de capital vasco? ¿Y cuáles desde el tejido empresarial vasco con presencia en el extranjero?
Más allá de intuir cómo será la vida en esa “nueva normalidad” —sujeta a las lógicas limitaciones sanitarias y al distanciamiento físico—, ésta deberá de afianzarse en un mayor compromiso y reciprocidad individual con el prójimo. Su salud dependerá en gran medida de nuestra actitud, y viceversa.
Esta nueva normalidad ha de apuntalar los valores que hemos ido redescubriendo durante el confinamiento teniendo por meta el de la construcción de una sociedad más justa y empática.
Durante los últimos meses nos hemos volcado a digitalizar nuestras vidas, haciendo de las herramientas tecnológicas de la comunicación e información nuestra principal arma para combatir el aislamiento y el distanciamiento social impuesto.
En esto, tanto individuos como asociaciones de la diáspora vasca han realizado una labor excepcional en la divulgación de sus actividades e historias, tejiendo complicidades entre diferentes agentes sociales y culturales, y todo ello sin reducir sus vidas a un mero hastag.
Que todo lo que hemos logrado siendo un “nosotros” no se diluya en un “yo”.
¿Cómo hacer que el cambio que queremos ver reflejado en nuestra sociedad se perpetúe en el tiempo? ¿Cómo profundizar en una sociedad más justa e igualitaria tras el fin del estado de alarma?
Habrá un mañana. “Déjame que te cuente lo hermoso que es volver… ("Utzidazu kontatzen ze ederra den itzultzea…").