Escribo estas líneas desde Reno (Nevada), localidad norteamericana en la que como anunciamos en su momento se está desarrollando desde el pasado 20-21 de junio el Udaleku 2010 de NABO, con 80 niños y niñas de entre 10 y 15 años, procedentes de todo el Oeste de Estados Unidos.
Una vez más, la historia anual se repite. Quienes participaban por primera vez --'apuntados' por decisión de sus padres--, tras unas primeras horas de ver "de qué va este Udaleku de los vascos", se han integrado con entusiasmo, más que perfectamente. Quienes ya conocían Udaleku, vienen ya con la ilusión por participar incorporada, puesto que saben que se trata de un campamento de verano en el que se juntan con otras niñas y niños, de origen vasco como ellos, y se lo pasan bien (primer objetivo), al tiempo que aprender y comparten con el resto de campistas el aprendizaje lúdico y el disfrute de nociones de cultura vasca (segundo objetivo, adherido al primero).
Udaleku es, en realidad, una iniciativa que va de hacer nuevos amigos, en un entorno en el que se comparte lo vasco, y en el que lo vasco sirve de aglutinante y de nexo de unión. Se trata de hacer comunidad, de fomentar los lazos con otra gente que son asimismo de origen vasco, y con quienes los hoy campistas coincidirán seguramente a lo largo de la vida en otras actividades vascas en sus respectivas comunidades; niñas y niños hoy, a quienes, si acertamos en actividades como Udaleku, les resultará atractivo participar de iniciativas vascas al sentir que ser vascos --en este caso en Estados Unidos-- les aporta algo como personas, un conocimiento sobre sí mismos, sobre su familia y sus orígenes, unos valores y una riqueza que --motu propio-- decidirán incorporar o no a su identidad como individuos, como ciudadanos de su país de nacimiento, compartiéndolo con otros norteamericanos de su mismo origen, vinculado quizás todo ello a esa primera base de amigos vascos que hicieron en sus años mozos de Udaleku.
Escribo estas líneas cuando han trancurrido ya más de diez días desde el inicio de la actividad. Los niños y niñas participantes se lo están pasando de miedo, y conjugan eso con el cansancio físico correspondiente. Han absorvido de una manera increible las nociones de euskera, de baile, de txistu, de cantos y música, y de historia, tradiciones y cultura general que se han trabajado en las clases.
Este próximo viernes toca despedida. Vendrán desde sus respectivos estados sus padres o familiares, que asistirán a un pequeño festival o representación, en el que los campistas evidenciarán sus progresos. Sketches varios, demostraciones e interpretaciones de baile, txistu, euskera, cantos... se sucederán en un ambiente de excitación... gazi-gozo (agridulce).
Porque tras ello llegará el momento más triste, el de decir adios a quienes durante casi dos semanas han sido amigos del alma. La convivencia y el compartir la vida durante días forja verdaderas amistades, que trascienden esta actividad y se mantienen en el tiempo, con el apoyo en nuestros días de medios como internet.
Un año más el objetivo de Udaleku se habrá cumplido: las niñas y niños habrán completado con ilusión y entusiasmo una nueva edición de Udaleku. El trinomio 'niños', ligado a 'actividad vasca' y a 'ilusión y entusiasmo' constituye el reto y el triunfo de Udaleku. Udaleku es para muchos iniciación. Para la comunidad vasca supone futuro. Una actividad por la que merece la pena apostar.