Sobre las once de esta mañana nos llegaba la noticia de la muerte del obispo Karmelo Etxenagusia. Fue en 1998, en un primer viaje que realizó a Estados Unidos el hasta inicios de este año obispo auxiliar de Bilbao, cuando tuve ocasión de conocer mejor a quien hasta entonces sólo conocía por referencias.
Acompañado de un compañero cura --aita Mikel Urresti--, Etxenagusia visitó las comunidades vascas del Oeste USA, tras haber sido insistentemente invitado a ello por aita Martxel Tillous, a la sazón capellán de los vascos de Estados Unidos, en dependencia orgánica del Obispado vasco de Baiona, y de la Conferencia Episcopal de EEUU.
Tillous [que en aquel momento desconocía que a fines de 2006 le diagnosticarían una fatal enfermedad] sabía no obstante que él era el último de los capellanes vascos enviados por la Diócesis de Baiona a Estados Unidos. Cortado el grifo de Baiona, quería sensibilizar sobre el tema a las Diócesis del Sur del País Vasco, por lo que realizó diversos intentos con frutos como este viaje de Etxenagusia de que hablamos.
Aceptado en 1998 un primer viaje, aita Martxel preparó todos los detalles y acompañó a los dos curas durante dos semanas a través de Utah, Idaho, Oregón, Nevada y California en un itinerario en furgoneta en el que recorrieron miles de kilómetros y visitaron numerosas comunidades vascas, que les recibieron de una manera que marcó a Etxenagusia, que se sintió extraordinariamente acogido y bienvenido: le recibieron como pastor, en euskera, en sus casas, entrañablemente, y reivindicaron ante él que, a pesar de vivir en los EEUU, también ellos son vascos y vizcainos, y sus feligreses, y que echan de menos a un cura vasco que les atendiera en su fe y en su lengua.
Ése y no otro era el objeto de aita Martxel Tillous al invitar al obispo euskaldun, que experimentara personalmente la realidad de la Diáspora y, en este caso, que conociera de primera mano sus necesidades en el aspecto religioso y lingüístico. Lamentablemente, la falta de vocaciones en Bizkaia ocasionó que no pudiera dar satisfacción a la petición formulada, pese a lo cual, hizo lo único que podía: usar sus propios días de vacaciones y viajar él mismo una segunda vez, en julio de 2000, para recorrer nuevamente en el plazo de apenas unos días nuevas comunidades del Oeste y saludar y reconfortar personalmente a algunos miles más de feligreses de la Diáspora de EEUU. También en ese segundo viaje coincidimos con él en parte del recorrido.
Saludamos por última vez a aita Karmelo en la pasada edición de la Feria del Libro de Durango. Era una buena persona y un euskaltzale con espíritu de servicio. Recuerdo que en su primer viaje escribió unos bertsos que fueron cantados en la boda de la vascoamericana Cathy Petrissans con Jeff Parker, padres hoy día de las pequeñas Nekane y Maialen. Gogoan zaitugu.
Por lo demás, las elecciones norteamericanas han acaparado la actualidad de esta semana. Decir, en este sentido, que además de la elección presidencial, los estadounidenses votaban y elegían más cosas y más gente. En Nevada, por ejemplo, resultaba reelegido, en la zona de Eureka, por cuarta vez, elranchero republicano Pete Goicoechea.
Y un salto hasta Venezuela. No lo mencionamos la pasada semana, por lo que lo haremos ahora. Me refiero a la misa mensual celebrada en Eusko Etxea de Caracas, en esta ocasión en recuerdo de José Goitia Mendieta, Edurne Landa de Asua, María Begoña Linaza (Vda. de Celaya) y Serafin de Derteano Basterra.
Sin salir de Venezuela, se están desarrollando con gran éxito desde el pasado lunes las sesiones de Zine Vasco. La agenda de EuskalKultura.com recoge noticia puntual del programa de cada día. Quien quiera seguir el programa en la completa página web que para ello han habilitado los organizadores, no tiene más que acudir a la misma y pinchar aquí: http://zinevasco.blogspot.com.