(En mi caso, confiaba en reunirme con Ramon en Boise en algo menos de diez días. Teníamos entre manos un libro sobre su vida y su testimonio vasco-americano, fruto de conversaciones que hemos venido menteniendo en los últimos años. El proyecto sigue, si cabe con más fuerza. La mala nueva me ha pillado de viaje, lejos de casa, pero no quiero dejar de escribir unas primeras líneas en recuerdo de este amigo y padre de amigos, persona muy próxima y persona significativa en Boise y su vida vasca, que muchos boiseanos de origen vasco consideraban un poco su 'aitxitxe')
Ramon Ysursa había nacido el 21 de enero de 1920 en Boise, hijo de Benito Ysursa y Asunción Camporredondo, dos emigrantes llegados, como otros muchos en aquella época, desde el País Vasco. Benito había llegado al país en 1915 y conoció a Asunción en el seno de los círculos vascos de la capital idahoense. Se casaron en 1919 y Ramón fue su primer hijo, seguido en diciembre de 1924 de su hermana Ruby, ya fallecida.
Los hoteles y pensiones vascas de la ciudad han sido una parte importante de la historia del Boise euskaldun. Ramón creció justamente en ese entorno. Su padre y su tío Tom Ysursa abrirían a principios de ños años 40 uno en pleno centro de Boise, zona que en aquella época reunía otros muchos establecimeintos de este tipo. Más tarde sería el propio Ramon quien regentaría el Valencia, hasta que la desaparición de la emigración del País Vasco y la consiguiente falta de huéspedes provocaron su cierre.
Ramon era vasco de pies a cabeza; americano y vasco. Euskaldun por los cuatro costados, su verbo en euskera era fluido y expresivo y su dominio del idioma no difería del que pudieran tener gentes recién llegadas desde cualquiera de los pueblos de Bizkaia. Era un buen contador de historias y su buen humor era proverbial. Resultaba siempre gratificante escucharle, tanto por el contenido de lo que contaba como por la manera en que lo hacía. Había nacido euskaldun en Boise, en una época en que toda una generación de vascos boiseanos compaginó el euskera de su casa con el inglés de la escuela. Dominaba el euskera, el inglés y también el español. Con esas tres lenguas ayudó a lo largo de su vida a muchos immigrantes a la hora de ir al médico, acudir al banco, pagar impuestos o arreglar papeles.
Durante años trabajó para el condado de Ada (del que forma parte Boise). Yo le conocí en 1987 o 1988 cuando visité la euskal etxea boiseana siendo él ese año presidente de la entidad. La amistad y relación que entonces se inició con él, su mujer Begoña y sus hijos Ellie y John llega hasta el día de hoy.
Se pueden decir muchas cosas sobre Ramón, puesto que su dilatada vida dio para mucho, y tendremos tiempo de hacerlo en los próximos días.
Sirvan estas líneas como crónica o mención de urgencia y para mostrarle mi respeto. Un fortísimo abrazo a Begoña, a John, Ellie y los demás hijos, familia y numerosos amigos. Gogoan izango zaitugu, perdurará en nosotros tu recuerdo.