La entrega de hoy es la adaptación desde el euskera del artículo semanal que publico en el semanario de Baiona Herria, publicación hermana de EuskalKultura.com. Dice así:
Hoy quiero compartir con vosotros algo que me ocurrió en Nueva York hace unos días. Quiero presentaros a una persona que conocí el pasado 14 de octubre en una calle de la llamada Ciudad de los Rascacielos, cuando volvía al hotel tras participar en el desfile del 'Columbus Day'. Me hallaba por ello ataviado con una txapela y llevando un pañuelo típico al cuello, vestía un polo con los colores vascos y el emblema de Eusko Etxea of New York y a mi espalda portaba el acordeón con el que había contribuido a animar la comitiva vasca de ese multitudinario desfile que cada año inunda de música, ritmo y color un largo tramo de la Quinta Avenida. Me bajé del autobús urbano y me abordó una mujer, en euskera.
Comenzamos a hablar y me entero de que se trata de una arnegitarra (natural de Arnegi, en la Baja Navarra) que lleva casi medio siglo viviendo en esta ciudad: se llama Delphine Paris y es de la casa Borderria del barrio Ondarrola de Arnegi. Tiene 81 años. Goza de buena salud y enseguida percibo que su cabeza funciona muy bien y su espíritu aun mejor. Vive aquí jubilada, sola, en un entorno americano, con amigas irlandesas y alemanas y sin nadie vasco a su alrededor. Me dice, de hecho que "tú eres el primer vasco que conozco en esta ciudad en los 47 años que llevo aquí". Lo explica en un euskera sin tacha y con claridad, señalando que "mi padre era de Valcarlos y mi madre de Ondarrola. Algunos dicen que el euskera no vale una vez que sales del País Vasco, pero eso no es cierto. Es mi lengua y estoy muy contenta de que siempre me acompañe", explica, feliz de haberse topado con un compatriota con el que charlar desde esa alma vasca con la que sale al mundo.
Delphine dejó Euskal Herria cuando contaba veinte años. Tenía una hermana en Londres y pasó primeramente diez años en la capital inglesa. Cuando su hermana anunció que se casaba, decidió pasar a Estados Unidos, donde tenía un hermano en Salt Lake City, Utah. También su padre había estado en EEUU, seis años como pastor, y Delphine tenía bien presentes las historias que contaba y que ella escuchaba de niña. Dos tíos, hermanos de su padre, habían residido en California, para después regresar a Euskadi. Delphine quería conocer 'América'. "Ya desde pequeña veía que no me atraía la vida del caserío, siempre quería salir y conocer nuevos lugares y después de diez años en Londres me decidí a visitar a mi hermano en Salt Lake. Sabía ya inglés por lo que no me costó encontrar trabajo. Después de tres meses me trasladé a San Francisco y tras dos años allá, trabajando en un gran hotel, me decidí a venir a Nueva York".
Delphine trabajaba en hoteles y hospitales, asistiendo a mujeres mayores, y hoy es el día en el que lo sigue haciendo, ya como voluntaria, ayudando asimismo a emigrantes como intérprete, ya que domina las llamadas cuatro lenguas de los vascos [euskera, castellano, francés e inglés]. De joven disfrutaba mucho con el baile y en San Francisco solía bailar, aunque se distanciaba cuando los hombres le pedían en matrimonio: siempre le gustó su independencia. "Vivo contenta, he tenido una buena vida y no puedo quejarme. Ayudo a otros en lo que puedo, tengo algo de 'social security' y estoy bien. Mi hermana me insiste una y otra vez para que vaya a vivir con ella a Londres, pero de momento estoy bien aquí", explica.
Hemos disfrutado conversando. Delphine ha disfrutado de una vida interesante y rica, no quizás tanto en lo económico, pero sí en la experiencia personal. Se me antoja una mujer que sabe bien qué es lo que quiere y que es lo que no, y que tiene claras sus prioridades. Que nos encontráramos hace dos semanas en Nueva York fue prácticamente un milagro, en esta ciudad, una de las mayores del mundo, en la que se agolpan y pululan sin encontrarse muchos millones de habitantes. Seguiré en contacto con Delphine. Le he prometido que le enviaré el libro que sobre Arnegi y sus familias publicó no hace mucho otro arnegitarra, Joseph Camino. También le enviaré este artículo. Seguro que le gustará. Mila esker, gracias, Delphine.