Me imagino que publicaremos algo más, así quisiéramos hacerlo, pero en todo caso ahí va este comentario al enterarme esta última noche (el miércoles por la tarde en Argentina) y llegar hasta nosotros la mala noticia del fallecimiento este 10 de agosto en Puerto Madryn, en la Patagonia Argentina, de María Julia Ercoreca. Gracias por el aviso a FEVA y a María, una lectora que, por si acaso, nos alertaba de ello por diferentes vías.
María Julia era también lectora y amiga de EuskalKultura.com; porque en la complicidad de quienes nos embarcamos en aventuras de euskal etxeas y proyectos culturales vascos, el hablar, el departir, el compartir información y proyectos en torno a nuestra identidad euskaldun una cosa suele llevar a la otra. Nunca llegué a conocerla frente a frente pero --cómo son hoy día las cosas-- éramos amigos en la distancia, una distancia en la que compartíamos un compromiso común --y como tantas veces, al mismo tiempo plural-- con lo vasco.
Mirando e-mails atrasados veo a una María Julia llena de entusiasmo, comprometida, trabajadora, ilusionada... Lo vasco fue importante en su vida, en la buena persona, desprendida y dada a los demás que era. Tras ser pieza clave en la euskal etxea de su Maipú natal, tras conocer Euskal Herria y empaparse de ella, de sus bailes, su historia... la vida la llevó a Puerto Madryn, y después de un paréntesis de diez años, hace como cuatro o cinco que decidió donar a sus convecinos patagónicos la oportunidad de vida que lo vasco le había dado a ella con enterioridad y, sobreponiéndose a antecedentes en la propia capital chubutense, refundó y reinició a base de esfuerzo y tesón y sobre todo de entusiasmo un grupo de dantzaris, gérmen de euskal etxea en Puerto Madryn.
No quiero extenderme, pero sí dedicar estas líneas a María Julia y a sus amigas y amigos, a quienes como ella dan lo mejor de sí en favor de los demás, en favor de compartir con los demás todo lo bueno que les ha dado en la vida lo vasco.
Doluminak, mis condolencias, a su familia y allegados, y a las vascas y vascos de Maipú y Puerto Madryn. Todos ellos forman su legado, un legado a mantener y a mejorar, unos proyectos por los que seguir apostando con el mismo ímpetu y determinación, con la misma dedicación y entusiasmo que ella portaba y que supo transmitirnos en su fructífera vida. Ahí nos veremos. Gure gogo eta ekintzetan bego (que permanezca viva en nuestro espíritu y en nuestras acciones).
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