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Siete calles habaneras con raíces vascas (III): Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa (from Blogs de Cuba)

07/22/2015

Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa nació el 21 de abril de 1756 en Arroyabe, Álava. Estudió y se doctoró en la Universidad de Salamanca. Se dice que tenía licencia para leer libros prohibidos. Después ocupó distintos destinos: confesor en Calahorra, capellán de la Armada, canónigo y profesor en la colegiata de Villafranca del Bierzo, promotor fiscal del Santo Oficio en Mallorca. Electo en principio para Chiapas, México, finalmente fue nombrado obispo de San Cristóbal de La Habana, diócesis que abarcaba entonces todo el occidente de Cuba hasta parte de Camaguey y en tierra firme Las Floridas.

Link: Blogs de Cuba

Juan José Díaz de Espada llegó al puerto de La Habana en un buque correo en febrero de 1802. Tuvo que guardar cama durante algunos días, por lo lento y penoso del viaje, pero el 14 de marzo, en ceremonia solemne ocupó la silla episcopal, cargo que ocuparía durante 30 años, 5 meses y 19 días. Su biógrafo, Cesar García Pons, se refiere en estos términos al cetro episcopal que recibía Juan José Díaz Espada:

“La Habana ganaba un prelado que iba a transformar la sanidad pública, a levantar los altos estudios, a combatir la ignorancia popular, a tutelar el arte, a modificar las costumbres, a hacer durante un tercio de siglo, del corrompido ambiente de una factoría colonial, una sociedad capaz de triunfar de sus propias miserias. Pero nada de esto sospechaban en verdad, por estos días de marzo de 1802, los que contemplaron en sus manos la vara de pastor. Esta podía ser, como en manos de algunos otros resultó, un simple adorno, o, como devino muy pronto en los de él, una nueva palanca de Arquímedes.”

En diciembre de 1802, el obispo Espada expresó su deseo de pertenecer a la Sociedad Económica de los Amigos del País de La Habana (más sobre ese tipo de sociedad aquí) No solo lo aceptaron como socio, si no lo eligieron director de la institución. A partir de entonces, prohibió el enterramiento en las iglesias, dando inicio a las obras de un cementerio general, se opuso a los abusos de la sacarocracia, postuló la prohibición de la trata de esclavos y de las sociedades secretas, impulsó la creación de la cátedra de filosofía que formaría a la futura élite criolla y propuso el uso de la vacuna, entre otras medidas positivas.

Al morir, el 13 de agosto de 1832, el obispo Espada apenas tenía riquezas particulares en el Obispado más rico de América. Haría falta otro libro para detallar la prolongada labor cultural y social de Juan José Díaz Espada y su importancia histórica. Baste decir que llegó a ser perseguido por la Inquisición y es reconocido como una de las grandes personalidades de la historia cubana.

El Templete de La Habana, edificado en 1828, fue el primer edificio netamente neoclásico de la ciudad. Un comentarista anónimo lo describe de esta manera: “Sostienen el arquitrabe seis columnas con capiteles de orden dórico y basamento ático: la altura desde la solería a la clave del tímpano o frontón es de once varas. En los costados tiene cuatro pilastras con sus tableros, basas y capiteles del mismo orden dórico y ático. Los arquitrabes están guarnecidos con once metopas labradas en la piedra, lo mismo que doce triglifos sobre el friso…”

Alrededor de la frondosa ceiba secular, árbol de culto de la santería, el obispo Espada hizo construir el monumento, proponiéndose una imitación del árbol de Guernica.

En ocasión de la visita que José Antonio Aguirre, presidente del Gobierno Vasco en el Exilio, realizó a La Habana en 1942, Fernando Ortiz recordaba: “La jugarreta que el mismo obispo vasco le hizo a los capitanes generales, disponiendo la construcción en esta ciudad del llamado Templete tras la legendaria ceiba, que era signo y padrón de las libertades jurisdiccionales de la villa de San Cristóbal de La Habana; con lo cual frente al palacio del Gobierno insular se alzó una aproximada reproducción del árbol de Guernica y de su Sala de Juntas, donde se simboliza la libertad nacional de su pueblo”.

Existe la tradición popular de dar tres vueltas a la ceiba la noche del 15 al 16 de noviembre, coincidiendo con un nuevo aniversario de la fundación de La Habana, en 1519. Según se dice, se cumplen los deseos que se piden mientras se dan las tres vueltas a la ceiba.

Tomado de la web Semillas en el tiempo.

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