Ricardo Aldarondo. Le ha costado, se resistía, pero por fin el cineasta Koldo Almandoz (San Sebastián, 1973) se ha decidido a emprender un largometraje de ficción con un formato más o menos convencional, aunque sin renunciar a su personal forma de observar y narrar. Tras una decena de cortometrajes premiados en muchos festivales de todo el mundo, y de un filme entre el documental y el ensayo como 'Sipo Phantasma', Almandoz inicia el proceso de montaje de 'Oreina', tras seis semanas de rodaje en Donostia, Usurbil, Aginaga, Orio, Zubieta y Oiartzun.
«Es una película en la que la idea de la periferia tiene mucha importancia, aunque no hay una definición de los lugares, son escenas en una ciudad y sus alrededores», explica Almandoz, en una pausa del montaje que lleva a cabo estos días junto a Laurent Dufreche en las instalaciones de la productora Txintxua Films en Pasaia. «Sí es característico en la película algo que aquí se da mucho, que en muy poca distancia encuentras un centro de ciudad al lado un polígono industrial, que a su vez está muy cerca de una zona rural y enseguida hay una zona salvaje donde incluso hay una fauna que ni siquiera sabíamos que existía. En ese sentido sí es reconocible Donostialdea. La gente vive muy cerca de los polígonos industriales donde trabaja, y de las zonas donde se divierte o donde va a pescar el domingo o donde tiene una actividad ganadera. Y todo eso está muy mezclado. La película habla de esa gente».
La ficha
Título: 'Oreina'.
Dirección y guion: Koldo Almandoz.
Intérpretes: Patxi Bisquert, Ramón Agirre, Laudad Ahmed Saleh Erika Olaizola, Iraia Elías.
Fotografía: Javier Agirre.
Productora: Txintxua Films.
En principio los protagonistas son otros, «dos hermanos que viven juntos en una casa, pero que llevan año sin hablarse, hasta que llega un joven de origen extranjero, y se dinamita este silencio que han mantenido durante tantos años».
'Oreina' nace de «la observación de una realidad, la del tren que recorre esa periferia en la que vive gente que trabaja también en esas zonas. Y muchas veces son gente invisible para los que vivimos en el centro de las ciudades o de los pueblos. Es gente que se mueve, que está en tránsito continuo, en el tren, en moto o en bici, van de un sitio a otro pero dentro de esa periferia. La idea de tránsito es también parte importante de la película».
Pero el concepto del extranjero o de la gente que viene de fuera tiene un tratamiento de normalidad: «Hemos buscado la veracidad, rodando en lugares donde hemos intervenido lo menos posible, y con una mezcla de actores profesionales y otros que no lo son».
El personaje de Jalil, interpretado por Laudad Ahmed Saleh, «responde a una tipología que se da mucho aquí, gente que ha venido con seis o siete años que, hablando en general, para nosotros son 'de fuera', pero ellos se sienten de aquí, porque han vivido casi toda su vida aquí, saben euskera... pero si vuelven a su país de origen tampoco son de allí, y los ven como extranjeros. Viven un poco en la periferia de la vida». Curiosamente, la propia biografía de Laudad coincide mucho con la del personaje, aunque este estaba escrito antes de encontrar al actor.
Almandoz entra en la producción comercial pero con sus normas: «Me gusta mantener una incertidumbre en el rodaje, no limitarme a plasmar lo que pone en el guion. En el rodaje tienen que surgir cosas que alimenten la película. Espero haber mantenido ese punto de naturalidad», confía el cineasta.