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La liberación del reportero de guerra del ‘Euzkadi’ (from Deia)

07/15/2024

Jesús Garriz es el periodista que sin pseudónimo firmó la primera información del bombardeo contra Gernika de 1937 en las páginas del órgano de expresión oficial del PNV

Link: Deia

Iban Gorriti. El 13 de julio se cumplieron 113 años del nacimiento de Jesús Garriz Martínez en Iruñea en 1911. Supimos semanas atrás en un reportaje de DEIA que este navarro fue uno de los periodistas canjeados por el Gobierno vasco el 14 de enero de 1939, uno de los que pasó la aduana franquista a Euskadi norte, liberado junto a otros ocho compañeros de profesión en el puente sobre el río Bidasoa caminando hacia Hendaia. La publicación de la noticia el primer día de mes coincidió con que una hija mexicana de este reportero del periódico Euzkadi –aquel que dio a conocer la noticia del histórico bombardeo de Gernika en el rotativo nacionalista vasco– está visitando Mundaka y le hicieron saber la divulgación. Amaya evocó en ese momento con orgullo a su querido aita y echó la vista atrás. Y la hija de esta –de igual nombre y grafía– contactó desde el país americano con el autor, agradecida, para aportar nuevos sobre el devenir de aquel histórico cronista que continuó con su oficio en la capital, en la delegación de Euzko Deya.

“El reportaje nos hizo mucha ilusión y recordar algunas de las pocas cosas que el abuelo nos contaba de la guerra”, subraya la nieta contactada. “Del canje nos habló, sí. Le diré más: Él nos contó que, en el momento de la entrega, los franquistas les dijeron en la aduana a los periodistas que fueran andando hacia Hendaia. Sin voltearse. Ahí pensó: ‘¡Bueno, ya!’, que todo se acababa, que lo mataban. Por suerte, no fue así”. No fue así para un reportero de guerra que por abertzale fue detenido y sufrió cárcel en El Dueso y dispersado a El Puerto de Santa María, Cádiz. “En prisión perdió muchos dientes y lo atribuía a que no había comido nada sólido en la cárcel”, lamenta la descendiente.

Jesús Garriz, cuyos antepasados paternos no habían salido de Nafarroa durante generaciones, nació en Iruñea. “Fue el benjamín de 15 hermanos. Nueve de ellos murieron en la infancia”, narra su hija. Según contaba él mismo, fue criado por su hermana mayor Jokine. En su juventud, junto a su hermano Blas, restauró pinturas de iglesias en Nafarroa y Bizkaia, caso de una en Sopelana. Se empadronó en Bilbao y se afilió al PNV, así como al sindicato STV. Se dedicó a realizar propaganda política y social de carácter jeltzale en prensa. Tras el golpe de Estado de 1936, se alistó voluntario en las milicias vascas, “siendo destinado como informador de guerra del órgano del PNV, del cual fue redactor hasta la pérdida de Bilbao. “Fue el primer periodista del ‘Euzkadi’ en dar la noticia del bombardeo de Gernika”, enfatizan con orgullo. De hecho, según testimonio de la familia, Jesús “firmaba con su nombre y apellido, en vez de con pseudónimo”.

Avanzada la guerra y caído Bilbao, en Santander, Garriz pasó a la División 49 del Cuerpo de Ejército de Euzkadi, donde fue nombrado con categoría de teniente, jefe de organización de la unidad, ocupando el cargo hasta que fue hecho prisionero en Santoña, el 26 de agosto de 1937. Detenido y juzgado en Consejo de Guerra sumarísimo de urgencia, el 10 de septiembre de 1937, el Ministerio Fiscal pidió para él la pena de muerte. Fue condenado a reclusión perpetua. Se lo comunicaron cuatro meses después. Fue trasladado del penal de El Dueso al de El Puerto de Santa María, Cádiz, hasta que fue puesto a disposición del delegado de canje de la zona fascista. Tras su libertad, residió en Baiona, Lapurdi, y pasados cinco meses pudo poner rumbo a una nueva vida: América. De hecho, “el abuelo nunca volvió a pisar Euskadi. Cerró ahí su memoria”.

Con el apoyo del Gobierno vasco, partió el 25 de mayo de 1939 de Sète, en el buque histórico Sinaia, navío que se construyó hace ahora justo un siglo. Tras una singladura de 19 días arribaron al puerto mexicano de Veracruz. “Él quiso ir a Caracas (Venezuela), donde se encontraba su hermana Joaquina, pero al llegar a Estados Unidos, migración no lo dejó entrar”. No obstante, quedó impresionado con la cálida bienvenida de la ciudadanía, incluso, con el presidente Lázaro Cárdenas allí presente al que “siempre recordó con cariño y agradecimiento”.

Pasó al Distrito Federal donde vivió. Fue parte del Centro Vasco de México y en una capilla veneraba a la virgen de Arantzazu y San Francisco. En el comedor de Esperancita, donde se reunían a comer muchos exiliados, conoció a la que sería su esposa, la bilbaina Alicia Ruiz Roteta, familiar del detenido por la Gestapo nazi y fusilado Julián Zugazagoitia Mendieta, reconocido político, periodista y escritor, que “llegó a ser director de El Socialista, diputado en las Cortes Constituyentes, ministro de la Gobernación en el primer gobierno de Juan Negrín y luego secretario general del ministerio de la Defensa en el segundo. El matrimonio dio al diáspora vasco-mexicana tres hijos: Amaya, Josu y Andoni.

Garriz, quien al llegar al nuevo continente actualizó su apellido euskaldun como Garritz, se dedicó en su recalada a tierra en paz a pintar cuadros en acuarela con escenas vascas. “Al casarse realizó tres arcones con imágenes de conquistadores. Los arcones fueron realizados en cuero pirograbado, pintado al óleo, patinado y adornados con clavos negros hechos a mano, técnica granadina en la que sobresalió y con la que también realizó las puertas interiores de la catedral de Morelia en Michoacán, la sillería del Casino Español con todos los escudos de cada provincia y pueblos de España y más tarde infinidad de apellidos de la sociedad mexicana y sus empresas en esta técnica y en pergamino al óleo”, ilustran.

Laboralmente, de 1946 a 1957, fue director de la revista Euzko Deya de México y portavoz de la Delegación Vasca en ese país. Antonio de Zugadi, delegado del Gobierno Vasco en la capital, lo reconocería expresando que durante más de una década, como muestran fotografías, “imprimió Euzko Deya con tenacidad y perseverancia que elogiamos sin reserva, el sello y la personalidad de un auténtico periodista vasco, convirtiendo a nuestra revista en una publicación actual, viva y de calidad indiscutible y, lo que aún vale más, en expresivo intérprete de lo que es preocupación fundamental de nuestro gobierno: la unidad de los vascos dentro de la unidad vasca”, enfatizó.

Garriz fue, asimismo, redactor de la revista Aberri y administrador del centro vasco. Asimismo, realizó una importante labor como heraldista, genealogista y articulista del periódico Novedades con la sección Origen de su apellido. Desde su llegada fue a la vez muy deportista. Toda su vida jugó a frontenis y fue campeón como zaguero en varios frontones privados. Como claro ejemplo de su talante, en una carta que conserva su familia, escribió a su amigo José, exiliado de la guerra en Venezuela: “Cuidate mucho, llega a viejo y no tengas mal carácter. La vida es bella, dulce, amable y nos recompensa en muchas cosas desagradables”.

El 24 de julio se cumplirán 36 años de su triste fallecimiento. “Falleció juvenil, como siempre. Cinco compañeros médicos no pudieron hacer nada ante su paro cardíaco tras sentirse mareado mientras jugaba con su querido nieto, Josu, y haber jugado uno de sus partidos de frontenis”. Murió tras una vida plena de coraje ético profesional y familiar a los 77 años.



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