Ibai Carvajal. Uníos, baskos! Hagamos que desaparezca para siempre esa distinción absurda de basko-franceses y basko-españoles. Eso no debe existir, los baskos no formamos más que una sola familia. Estas fueron las palabras del padre Miguel de Pamplona, el 9 de julio de 1921 en el centro Laurak Bat de Buenos Aires, Argentina, el día en que la ikurriña se izó por primera vez en representación de la totalidad del pueblo vasco.
Hoy en día no hay duda de que la ikurriña es concebida como el máximo símbolo identitario de Euskal Herria. Con el euskera por bandera, representa el nexo de unión que evoca el sentimiento nacional de identidad de las siete regiones históricas en las que ha crecido el euskera. Pero desde la primera vez que la ikurriña ondeó en el Euzkaldun Batzokija de Bilbao el 14 de julio de 1894, tuvo que pasar por un largo proceso de visibilización y reconocimiento hasta ser considerada la bandera de todo el pueblo vasco.
Los hermanos Luis y Sabino Arana crearon la ikurriña con el objetivo de que fuese la expresión visual del lema nacionalista Jaungoikua eta Lagi Zarra y fue izada por primera vez con motivo de la fundación del Partido Nacionalista Vasco. El hecho de que la ikurriña estuviese ligada directamente al PNV fue un obstáculo para que, durante sus primeras décadas, fuese reconocida como la bandera de todos los vascos. Según el doctor en Historia en la UPV y experto en migraciones vascas, Óscar Álvarez Gila, este factor ayudó a que la bandera se difundiera con más facilidad, pero por otro lado también la tiñó de una connotación política que hizo que un sector de la sociedad vasca fuese reticente a aceptarla como propia.
DIÁSPORA VASCA
A raíz de las guerras carlistas en el siglo XIX y posteriormente con la dictadura franquista, más de dos millones de personas provenientes del territorio español emigraron a Argentina. Fueron principalmente vascos y gallegos los que eligieron el país sudamericano como destino ideal para comenzar una nueva vida. Fue entonces cuando a los emigrantes vascos les surgió la necesidad de agruparse entre ellos e identificarse bajo una misma bandera. "En la diáspora vasca iban adelantados a lo que pasaba aquí, para ellos el reforzamiento de su propia identidad era muy importante. Allí se reunían por el simple hecho de ser vascos, y por ello necesitaban una bandera común", señala Álvarez Gila.
Pero la ikurriña no fue el único símbolo de la unidad vasca. Hubo una bandera predecesora, creada en 1881 y utilizada por todos los centros de la diáspora. Esta bandera representaba a las provincias de Gipuzkoa, Bizkaia, Araba y Nafarroa, y era símbolo de su fraternidad. Fue impulsada a lo largo del siglo XIX por la Asociación Euskara de Navarra y la Sociedad Euskalerría de Bilbao. Sin embargo, no tuvo el suficiente apoyo dentro del territorio, por lo que acabó desapareciendo sin pena ni gloria.
LAURAK BAT DIO EL PASO
En este contexto llegamos al año 1921 y nos situamos en la ciudad de Buenos Aires, más concretamente en el centro vasco más antiguo de Argentina: el Laurak Bat. Esta asociación fue creada en 1877 y tenía fines recreativos, sociales, culturales y deportivos. El 9 de julio de ese mismo año, hace exactamente un siglo, con motivo de la celebración de la independencia de Argentina, el centro organizó un programa típico de las celebraciones vascoargentinas, con discursos, un banquete social, poesía, música, danzas, romería y exhibiciones de deporte. Pero esta vez hubo algo más, un detalle –para ellos insignificante– que marcaría un hito en la historia del pueblo vasco.
Como acto inicial, la junta anunciaba en la revista La Baskonia que a las 10.00 de la mañana, en la sede social, se procedería a la bendición por el reverendo padre Miguel de Pamplona de las banderas argentina y baska. (...) Serán cantados los himnos argentino y basko en el momento del izamiento de las banderas. Fue en aquella lluviosa mañana de sábado, la primera vez que la ikurriña ondeó como representación de la totalidad del pueblo vasco. "Entonces quien la exponía en público era el PNV, por lo que no podía ser una bandera común para representar la identidad, ya que estaba muy vinculada al uso de un partido político. La importancia de este acto es que fue la primera vez que la sociedad civil dio el paso de utilizar la ikurriña en un contexto no político ni partidista, en representación de todos los vascos", subraya el historiador.
Este acto supuso un punto de inflexión, a partir de entonces los demás centros vascos en el extranjero tomaron el ejemplo de Laurak Bat y comenzaron a utilizar la ikurriña como máximo símbolo de identidad. Lo más curioso es que cuando en 1931 Eusko Ikaskuntza tuvo que elegir una bandera para representar al pueblo vasco, uno de los argumentos para defender la candidatura de la ikurriña fue que por aquel entonces la bandera de los hermanos Arana ya se usaba en la diáspora como representación del pueblo vasco. Fue así como la ikurriña se convirtió en la bandera todos los vascos, oficializándose posteriormente en 1936 a través del Estatuto de Gernika.
La ikurriña tenía una connotación política que hizo que un sector de la sociedad vasca fuese reticente a aceptarla como propia
En la diáspora el reforzar su propia identidad era muy importante, por lo que necesitaban una bandera común