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Joseba Zulaika, antropólogo «Una Euskadi con mayor inmigración exigirá políticas flexibles e identidades múltiples» (from El Diario Vasco)

01/07/2025

Sostiene que la sociedad vasca atraviesa un impasse tras haber desmontado ya «el antagonismo radical del pasado»

Link: El Diario Vasco

Alberto Surio. El antropólogo Joseba Zulaika (Itziar, 1948) recaló hace cinco años en Getaria tras cuatro décadas en Estados Unidos, gran parte de ellos dedicados a la investigación en la Universidad de Reno, donde dirigió el Centro de Estudios Vascos. Este 'regreso' le ha permitido perspectiva para analizar la profunda metamorfosis vasca.«Una Euskadi con mayor inmigración exigirá políticas flexibles e identidades compartidas» con dos anclajes: el euskera y el autogobierno

– Su último libro, 'Aberriaren inpaseak' ('Los impases de la patria') ha sido unas de las revelaciones editoriales en la Azoka de Durango. ¿Qué analiza

– Mi obsesión por los impasses y las anacronías parte de mi propia experiencia al volver a Euskadi tras cuatro décadas en Estados Unidos. Me vi obligado a reevaluar mi relación con el euskera, la escritura, la política vasca y la sociedad. El impasse consiste en hallarnos en una encrucijada en la que ambas salidas alternativas conducen a resultados no deseados. Tanto en Euskadi, como en España, Europa o en el ámbito internacional, las sociedades están en plena transformación tecnológica, cultural y política con lo que esto supone de desorientación e incertidumbre. Como decía Gramsci, «lo viejo no termina de morir y lo nuevo no acaba de nacer»

– ¿Y los jóvenes dónde están?

– Estamos aferrados a marcos mentales del pasado. Los jóvenes parecen vivir en otro mundo, indiferentes a las luchas y valores subjetivos que conformaron a las generaciones precedentes. En la medida que las referencias políticas y culturales de antes se difuminan, se crean zonas de impasse en todos los ámbitos

– ¿Puede ser positivo?

– Mi enfoque es decididamente positivo. Es incómodo vivir en situaciones de impasse, pero es a base de reconocerlos y superarlos que se consigue progresar. El impasse te puede paralizar o, por el contrario, te puede llevar a la resolución del dilema. Toda creación artística o todo conocimiento nuevo es en buena parte resultado de superar una paradoja. En la medida que la sociedad vasca se ha vuelto más compleja en todos los sentidos, los impases son inevitables y hasta necesarios para que se formen nuevos sujetos modernos.

– Somos una sociedad en crisis...

– No se trata de insistir en que 'somos una sociedad en crisis'. Comparada con la americana, por ejemplo, la sociedad vasca es mil veces más cohesionada y solidaria, y tiene una clase política que no ha perdido legitimidad ante las nuevas tendencias derechistas. El ensayo viene a decir que debemos aprender de los fracasos históricos de nuestra generación y de los impasses actuales pero, al mismo tiempo, afirmando que lo hecho hasta ahora a nivel de las instituciones sociales y culturales es enorme.

El balance

«Pese a los fracasos históricos de nuestra generación, el avance de Euskadi ha sido enorme»

– Es una sociedad que ha experimentado profundos cambios. De vivir la política de forma religiosa al momento de hoy...

– Las crisis históricas no son resultado de hechos puntuales, sino más bien resultado de largos procesos. El sujeto político de mi generación se remonta al franquismo y estaba anclado firmemente en la lógica del antagonismo radical. La política se convertía así en sacramento y autosacrificio. ETA llevó a la izquierda abertzale a un callejón sin salida. La izquierda decidió finalmente sacrificar el sacrificio para reconvertir su legado en unas coordenadas políticas nuevas. Pero el abandono del sujeto revolucionario ha dejado a muchos desorientados, sin el anclaje que suponía aquel sujeto político. Tras el fracaso del antagonismo radical como estrategia revolucionaria y el desencanto de la vía estatutista negociadora del nacionalismo histórico, el presente político puede ser descrito como una época de impasses; es decir, nos hallamos en situaciones en las que 'la solución' es al mismo tiempo 'el problema' entre el Gobierno central y los nacionalismos periféricos o entre los partidos vascos, o con el tema de inmigración. La noción del impasse ofrece un último espacio político para desmontar antagonismos del pasado. La sociedad vasca está en ello.

Tradición e identidad

– ¿Por qué falta más pulsión identitaria en un país con tanto peso de la identidad?

– En la literatura académica se nos dice a menudo que las identidades son construcciones ficticias e inventadas. En realidad, todos operamos de acuerdo a unos patrones culturales aprendidos. El riesgo de las identidades es concebirlas en términos fundacionales o cuasibiológicos como 'etnia'. La tradición es un arma de doble filo, necesaria, por una parte, pero, a menudo un obstáculo para avanzar. Los antropólogos somos los más responsables de la fetichización de lo vasco como algo único y excepcional. Lo que subyace en esta perspectiva es una noción desfasada de cultura. Si perteneces a un grupo estigmatizado o atacado, la identidad colectiva resulta un arma indispensable. Hoy estamos construyendo identidades más complejas que no obedecen a una 'pulsión', sino que son resultado de posiciones subjetivas, de identificarnos con postulados lingüísticos o políticos concretos. Los sujetos clásicos de ayer –nacionalista, socialista, cristiano, revolucionario– han perdido fuerza para dar lugar a sujetos más fragmentados y contradictorios.

La encrucijada

«Es incómodo vivir una situación de impasse pero es a base de superarlos que se consigue progresar»

– Hemos pasado de una sociedad muy comprometida en múltiples frentes (el euskera, la ecología, el feminismo...) a otra en la que el 'militantismo' se vive de otra manera...

– Abordo en el libro los impasses provocados por el feminismo tanto en los Alardes de Irun y Hondarribia como en el bertsolarismo. Imaginamos las culturas tradicionales como sistemas armónicos en los que todas las partes se complementan. Los Alardes son un caso llamativo de las rupturas que pueden albergarse dentro de eso que llamamos 'tradición', contradicciones que parecen insolubles durante décadas, en este caso en las relaciones de género debido a una construccion específica del concepto de masculinidad. Las feministas impusieron un impasse doloroso en una tradición que venía de siglos: o se incluye a las mujeres en el Alarde tradicional o creamos un nuevo alarde para nosotras. Era una demanda provocadora pero acorde con los cambios culturales de los tiempos. Los partidarios del Alarde tradicional no quisieron ver el reto feminista en términos de un impasse que había que calibrar y superar, sino en términos de un antagonismo frontal en cuya lógica o se hace el Alarde como siempre o el Alarde deja de existir. Es un caso etnográfico que ilustra bien el valor del impasse como noción formal de análisis, donde en principio ambos lados llevan su parte de razón y ambas posturas acarrean consecuencias no deseadas. No es lo mismo examinar el conflicto de los Alardes como antagonismo o como impasse: el impasse ayuda a desmontar la situación previa y a buscar una solución al problema; el antagonista no quiere resolver el problema y asume que todo arreglo es una derrota para su existencia. El 'militantismo' de generaciones anteriores –la acción por la acción– ha dado paso a la conciencia de que lo que verdaderamente cuenta es la creación de una nueva cultura en la que pueda sustentarse una nueva hegemonía política.

– ¿Los jóvenes vascos son más parecidos a los del entorno en España y Europa? ¿Son más conservadores? ¿Más agnósticos?

–Cada vez estamos más conectados con las corrientes globales en política y cultura. No hay más que ver el efecto en nuestra sociedad la guerra de Ucrania o el genocidio de Gaza. Lo global supone una amenaza en ausencia de una creatividad propia. Problemas urgentes como la ecología o la pobreza exigen ser abordados desde una perspectiva global. En cuanto a lo de 'más agnósticos', lo importante no son las creencias que uno tenga o no tenga, sino el compromiso de la juventud por su comunidad. En un pueblo como Getaria la juventud no va a misa, pero dedica al año incontables horas de trabajo voluntario organizando eventos, participando en actividades culturales o en trabajos colectivos. Las nuevas generaciones tendrán que crear nuevos rituales acordes con los tiempos.

La crisis social

«Comparada con la americana, la sociedad vasca es mil veces más cohesionada y más solidaria»

–Algunos estudios apuntan que en 2050 un 30% de los ciudadanos de Euskadi serán de origen extranjero o hijos de extranjeros. ¿Cómo observa esta revolución demográfica?

–Creo que la crisis demográfíca y la demanda de inmigración que ello implica, son los mayores retos para la economía y sociedad vascas en un futuro inmediato. En 1975 hubo en Euskadi 40.000 nacimientos; en 2023, 13.500. Al mismo tiempo, durante las últimas dos décadas, la población inmigrante ha subido el 10%. Confebask anunció el año pasado que la economía vasca necesitará 400.000 inmigrantes durante los siguientes 30 años. Esto genera alarmas en el mundo de la cultura vasca. Lo que es 'problema' es al mismo tiempo 'solución' y viceversa. Si miramos al siglo pasado, durante el franquismo la sociedad vasca llegó a tener hasta el 40% de inmigración y aún así no perdió su carácter vasco. No veo por qué no vamos a poder hacer otro tanto ahora. La reconstrucción de una sociedad vasca con un mayor flujo migratorio exigirá por una parte políticas flexibles e identidades múltiples, pero sin olvidar que la mayoría de la población actual exige una sociedad cohesionada en torno al euskera y anclada en sus instituciones histórico-políticas.



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