Ahora acaba de abrirse una nueva Delegación en espera de que se devuelva la delegación de la Av. Marceau incautada por la Gestapo y robada por el régimen franquista. Hoy funciona allí con toda su prepotencia, el Instituto Cervantes, fruto de la ejemplar transición española.
La nueva Delegación, en régimen de alquiler, está en la rue des Mathurins 39 cerca de los Campos Eliseos y su delegada es Arantza Lopez de Muniain. Conozco las que fueron sedes anteriores en la Av Marceau, logrando que por acuerdo del Congreso pusieran una placa del Movimiento Europeo recordando que allí nació en el Consejo Federal y la de la Rue Singer donde tuvieron su despacho los Lehendakaris Agirre y Leizaola.
El libro, cuyo texto es de Koldo San Sebastian y dibujos de Jorge García Alegría, con prólogo del Lehendakari Urkullu, y editado por Alejandro Zugaza, es una joya por sus fotografías de la época, por sus historias y por las biografías de quienes trabajaron en duras condiciones tras perder una guerra y seguir manteniendo la llama de una Institución perseguida y anulada por la fuerza de las armas y la represión más sanguinaria. Es una historia hermosa de perseverancia y de compromiso. El hecho de tratar de recordar a tantas personas meritorias que trabajaron en la oscuridad de una época de plomo es algo a destacar y solo apenarnos de que no se hubiera hecho antes ,con ellos en vida. Lo merecían.
El acto llenó la sala principal del Carlton y allí pudimos saludar a algunos familiares de los clásicos en una época y de ahí los dibujos. Si se carecía de fotografía se ilustraba con un dibujo y la biografía de la persona, todo un acierto.
El título de este post viene a cuento pues presidía el acto una fotografía del Lehendakari Agirre con sus colaboradores ante el “Guernica” de Picasso en la Exposición Internacional de París de 1937 y un magnífico reloj de bronce que encontramos Peru Ajuria y yo cuando el guardia de la Delegación, ya cerrada, Basurde nos llamó para que fuéramos a Paris pues se iban a llevar todo lo que allí quedaba. El reloj estaba arrumbado en el suelo y hubiera acabado en uno de esos “mercado de las pulgas” parisino, pero, a pesar del peso de su mármol y bronce lo trajimos en el coche cargado hasta el techo y gracias al interés del Director Gorka Álvarez se limpió, se puso en hora, se reconstruyó su péndulo y allí estaba airoso en el Carlton y pronto en la oficina de la nueva delegación parisina, dando las horas como si en el ínterin no hubiera pasado nada.
Pocas veces se siente uno reconfortado con las pequeñas cosas que se hacen pero viendo allí este recuerdo del pasado y que sigue dando las horas, nos dijimos: misión cumplida.
Me dice Gorka que han descubierto otro de la misma categoría que debe estar en el ayuntamiento de Paris. A saber la historia de esta pieza única.
Lástima que estas cosas, a pesar de las personas que estuvieron en el acto, no se haya destacado como si se tratara de un acto más cuando ha sido un acto de los llamados de identidad. Malos tiempos para recordar lo mucho hecho por nuestros quijotes de la historia.