Se trata de jóvenes que son parte de los 500 becados anuales del gobierno vasco, escogidos entre miles que se presentan cada año en el programa. Sorprendidos por el cálido recibimiento y la notable fortaleza de las instituciones vascas de Macachín, ya desarrollan su tarea y disfrutan de las costumbres y hospitalidad. Uno de ellos, Ion Jayo Guirao, dialogó con LA ARENA y dijo sentirse “como en casa”.
Ion es nativo de Eibar, mientras que Alvaro pertenece a una pequeña población cercana a Bilbao y María llega desde Rentería, pueblo ubicado en proximidades de San Sebastián. Son formados, en el caso de Ion, en liderazgo, emprendimiento e innovación y sus pares en marketing y en las cooperativas de Macachín trabajarán durante su estadía en diversos objetivos.
“En la Cosma (cooperativa de servicios) hay proyectos internos que redunden luego en la mejoría de prestaciones hacia afuera, hacia la comunidad que sirven”, dijo sobre uno de sus objetivos, mientras que en Atreucó Cooperativa Agropecuario “trabajamos en un plan estratégico para los próximos años con el fin de reinventar funciones y buscar más alternativas que también sean de provecho para la propia institución y sus asociados”, indicó.
En ese camino, destacó “la posibilidad de trabajar directamente con gerentes y dirigentes, algo que no nos había pasado en otras ocasiones. En grandes empresas, es muy difícil acceder a tener diálogo directo con los gerentes y acá estamos en contacto diario y permanente”.
También hizo mención a la realidad que implica “aportar una mirada distinta y joven, pero a la vez el aprendizaje de lo local. Debemos saber las particularidades del lugar, de su gente y sus costumbres”, El intercambio que estamos teniendo es muy bueno y el objetivo es que cuando se termine nuestro tiempo aquí hayamos podido dejar un aporte, nuestro granito de arena”.
Gran recibimiento
El vasco de Eibar se mostró sorprendido y entusiasmado con el recibimiento que no sólo le dieron en ambas cooperativas macachinenses, sin en el pueblo en general. Destacó especialmente el hecho de toparse con una comunidad vasca que “me ha hecho sentir que estoy en casa, aunque estoy a doce mil kilómetros de distancia”.
Ion y Alvaro llegaron hace poco más de dos semanas, mientras que María se adelantó y fue la primera en pisar suelo pampeano. “Han sido dos semanas cortas e intensas”, resumió el visitante y dejó ver su asombro por la calidez de sus anfitriones.
“A pocos días de estar acá nos invitaron a una boda vasca. Fue muy sorpresivo estar lejos de casa, pero como en casa, bailando y escuchando música tradicional”, contó y agregó que “también fue sorpresivo que en el Centro Vasco haya escrituras en euskera, nuestro idioma, el que he estado hablando con gente de aquí, algo que me emociona mucho”.
La Pampa los recibió con un clima muy cálido. “Venimos del frío intenso, pero nada más llegar en la piscina se nos acercó gente a recibirnos a invitarnos. Hemos tomado mate y fernet, nos la hacen pasar muy bien”, cerró.